La triste y lluviosa tarde del domingo me ha llevado a leer
viejas cosas del ayer. Y he dado con el Barón de Maldà y episodios NAO. Ya enabril de este año les conté lo de estas oscilaciones NAO; vayamos pues con el
Barón.
Rafael
d’Amat i de Cortada, Señor de Maldà y Maldanell (pueblecito
leridano en la comarca de Urgel y río que le acompaña), Barón que fue de
aquella Baronía, se fijó en el tiempo meteorológico (que el clima es la
sucesión de estados de ese tiempo meteorológico para un periodo definido;
ahora, 30 años) de su momento (especialmente de las últimas cuatro décadas del XVIII, lo que lo lleva a situación
climática) caracterizado por hidrometeoros
catastróficos y situaciones de sequía. ¡Vaya tiempecito, el que “disfrutó” entonces
el Barón, oiga!
Mª Esperanza d'Amat i Rocabertí con sus hijos Mª Escolástica, Rafael y José María |
Nació y murió el Barón en Barcelona (1746-1819). Al cumplir
los 23 años comenzó a escribir todo lo que le acontecía en su diario (que se
publicó parcialmente como Calaix de Sastre) y que conforman 70 volúmenes. Se
dice que aquello era periodismo local; costumbrismo. Casi siempre vivió en la Casa
Cortada (Palau Maldà, en cuyos bajos se ubican hoy las célebres
Galerías Maldà) entre la Plaça del Pi y el carrer de Perot lo Lladre, de
Barcelona; sólo cuando la Guerra contra el Francés (profundo antifrancés) se
mudó a Berga, al Palau dels Peguera. El resto del tiempo don Rafael lo pasó en su
residencia donde siempre prestó gran atención a esto del tiempo meteorológico y
“a lo menjar bé i beure millor”; se
lo podía permitir. Fue un gran propagador del chocolate. No hay un solo retrato
de él, pero sí de su mujer, María Esperanza d’Amat i Rocabertí, y (algunos) de
sus hijos.
Se fijó mucho el Barón en las cuestiones cotidianas y el
acontecer meteorológico de aquellos días. Cuentan que lo hacía porque su humor
dependía del estado del tiempo. A la vista de todo lo que sucedía -y él anotaba-,
a finales de 1782 el barón dejó dicho, tal que así, que lo que estaba pasando
(lluvias intensa, más intensas sequías, así como calor y frío extremos): “es
proba de haver fet mutació los Climas, i variat se lo temps per lo que mira a
les estacions alguns anys ha”.
Es fascinante leer, por ejemplo, lo que anota para el año de
1772, donde los divino impera. En resumen: lo de “fuertes heladas en abril, rogativas contra el frío”, y como en mayo
han cesado los fríos, “se celebra un Te
Deum Laudamus”, pero es que en junio “rogativas
contra ‘el sol excesivo’ con la Vera Cruz”. Llueve en julio y de nuevo un
Te Deum porque ha llovido. Agosto pasa sin pena ni gloria, pero llegan las
gotas frías por septiembre y termina el mes
“procesionando ‘pro serenitate’ de
forma infructuosa”. Luego un frío que pelaba. Un sin vivir.
Lo que describió el Barón
de Maldà, y que ahora llamamos los geógrafos Oscilación Maldà, trasladado a este terruño nuestro mediterráneo es
una sucesión de sequías y lluvias catastróficas en el mismo año o por periodos
bianuales. Resulta que a intensas y dolorosas sequías suceden episodios
torrenciales. En fin, que la gente, las más de las veces, se pasan los días
alternando rogativas y procesiones ad petendem pluviam con las pro
serenitate. Lo mismo los paisanos pedían agua para los campos y los
animales, que pedían que se cerraran las cataratas del cielo.
Y hablando de lluvias aquí, donde la indigencia hídrica es
el pan nuestro de cada día, nos encontramos con que entre 1769 y 1787 hay
referencias a la presencia del ¡cultivo
del arroz! en la comarca de la Marina
Baixa, en terrenos inundados por el río
Algar… unido a la morbilidad producida por la malaria. La gran epidemia de finales de las década de los 80 hizo
que no se volvieran a inundar campos por estos lares… al mismo tiempo que la Oscilación Maldà comienza a remitir y
deja de llover tanto y con tanta intensidad.
Bueno, luego están los sucesos calamitosos como el
deslizamiento de la llamada Muntanya Assolada (entre Corbera y
Alzira) en 1783 a causa de las fortísimas y constantes lluvias. Hasta entonces
era la Muntanya de la Font del Baladre, o el Exabegó/Aixabegó, pero
cuando colapsó pasó a ser la Muntanya Assolada.
Otro sí, digo, están también los episodios de frío, que
arrancan en 1788 y que se prolongarán hasta la llegada del siglo XX.
Pero la Oscilación
Maldà no sólo se registra por el arco Mediterráneo. También en Galicia se
constata con primaveras muy, muy, secas. Y más allá de la península: en Londres
o París hay evidencias de registros termométricos de un enfriamiento pasmosos
entre 1760 y 1800, los años que reseña el barón. Y en la Europa continental resulta
que avanzaron los glaciares alpinos y aumentó la severidad invernal en el
Báltico. Muchas, muchas cosas acontecieron con la Oscilación Maldà; y el Barón
sin saberlo.
Las sequías esporádicas irradiaron por el todo el
Mediterráneo llegando incluso a los Balcanes y se transformaron en hambrunas,
cada vez más acusadas conforme nos adentramos hacia el Este.
Por cierto, también aumentaron los temporales de mar con
efectos catastróficos en el Mediterráneo (1755-1802).
Total, que estudiando los diarios del Barón de Maldà -y
sabiendo lo que pasó por la vieja Europa- nos encontramos con algo más de
cuarenta años de episodios meteorológicos de intensidad extrema que acarrearon
graves impactos antrópicos. Y ya Maldà señaló lo de “la mutación de los climas”.
Episodios NOA desde 1800 a día de hoy |
Hoy sabemos que la Oscilación
Maldà no es otra cosa que una sucesión de episodios NAO, intensos y persistentes, aunque hoy distinguiríamos hasta dos
periodos álgidos: 1785-1795 y 1795-1800. El decenio que se inicia en 1785 es el
máxima intensidad de sequías e inundaciones y el quinquenio que arranca en 1795
terminará pareciéndose más al momento actual. Incluso terminará pareciéndose a
lo que hemos vivido en la reciente década de los 90.
En fin, que todo esto nos mete más de lleno en la Variabilidad Climática Natural y en la sucesión de anomalías.
No podemos estar vendiendo lo del Cambio Climático (siempre escribo CC; hoy me
he atrevido a escribirlo) sin saber que esto no es más que un ciclo; que antes
ya hubo episodios como éstos y que si bien es cierto que el hombre es muy
puñetero e interactúa negativamente con el Medio, no es de hoy que el Medio
vaya a su bola. Sí, hay que ser más responsable con lo que se hace, pero no por
ello hay que olvidar que la Naturaleza sigue sin ser domesticada.
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