María Elena -en
este caso- no es un nombre de mujer; MaríaElena es un lugar; el lugar más secodel planeta. Bueno, María Elena en sí, no; se trata de un sector montano
que está un poquito más al norte de la salitrera María Elena que fue el origen
de la población de María Elena, en Antofagasta, Chile.
La María Elena habitable es hoy una población de unos 8.000
habitantes -que vivió mejores tiempos- que se montó como campamento urbano de
la empresa que explotaba la salitrera del lugar. Mary Ellen Condon era la esposa del ingeniero director de la Compañía Salitrera Anglo-chilena y
María Elena fue el nombre final del campamento (Coya Norte) una vez que fue ciudad.
Hoy, la María Elena que nos ocupa son unos terrenos salitrosos
propiedad de la Sociedad Química y Minera de Chile (SQM / SOQUIMICH).
En los terrenos salitrosos hay salitre.
El salitre -o caliche[1]- es una mezcla de nitratos sódico y
potásico que bien tratado sirve para fabricar ácidos nítrico y sulfúrico,
fertilizantes nitrogenados, vidrios, fósforos, gases de sodio, pigmentos,
conservantes, esmaltes, pirotécnica, explosivos y medicinas. El salitre se
encuentra en capas superficiales (con grosores de más de 3 metros) en la región
geográfica Bolivia-Chile. Y ahí es donde está María Elena,
en el norte de Chile, en el desierto de
Atacama.
El siglo XIX fue el gran momento del salitre… y del Nitrato
de Chile. Yo aún recuerdo el mosaico de azulejos en casa del Tío
Alfonso, en Orihuela. Era tal la importancia del salitre que hubo hasta una
guerra (Guerra del Salitre, en el XIX, que ganó Chile) y de la
explotación del salitre, en condiciones difíciles, surgieron los líderes y los
movimientos obreros chilenos… y las canciones sobre los hechos, por ejemplo, de
Iquique.
Pero la cosa es de antes. En 1571 ya estableció el rey Felipe
II el Estanco de la Producción de Salitre
para fabricar pólvora. Cuando entre
1805-1812 comienza el uso del salitre como abono, cobra especial interés la
zona. Cuando en 1860 se alerta del agotamiento del guano[2]
de la isla de Chincha, el salitre adquirirá mucho más protagonismo, hasta la
década de los años 20 del XX.
Volvamos a la cuestión geográfica; al lugar más seco.
Hasta ahora, el lugar más seco del planeta era la pampa Yungay (un poco más al Sur de María
Elena) en la provincia de Ñuble, también en el desierto de Atacama. Allí son
varios los salares y antiguas explotaciones salitreras que no han recibido ni
una gota de agua en periodos de hasta 400 años. Yungay tenía ese extraño record
y por ello, dicen que por emular las condiciones de Marte, la NASA probó allí
sus vehículos para la exploración marciana. Yungay (se encuentra a unos 70
kilómetros en línea recta del mar y a casi mil metros de altitud.
Pero cuando el Curiosity curioseó Marte comprobó
que la humedad relativa marciana era de sólo un 0’15%. Para sucesivos estudios se necesitaba un lugar en la Tierra
más seco que Yungay. Y los científicos empezaron a buscar un lugar que tuviera
lo más exactamente posible las características del planeta rojo. Yungay “no valía” porque recibe aportes de la camanchaca
lo que le otorgaba un plus de humedad. Se les planteó localizar un lugar sin
camanchaca; un lugar aún más seco que Yungay.
La camanchaca es
un tipo de neblina costera, dinámica y copiosa, que genera el anticiclón del
Pacífico cuando de madrugada se condensa el vapor de agua tras un día tórrido.
En muchos lugares de Chile los atrapanieblas[3]
consiguen captar agua de la camanchaca con volúmenes de 2 a 10 litros por m2 de
superficie de artilugio.
Bueno, pues resulta que muy cerquita de María Elena se dan
esas condiciones de humedad de sólo un 0’15% y además se han localizado colonias
de microbios extremófilos. Sí, no hay vestigios de vida orgánica “ordinaria” en la superficie (por extrema
temperatura y salinidad del suelo) pero se localizan esas colonias de microbios
“extraordinarios”. Los científicos
chilenos buscaban un lugar sin camanchaca, sin nubes y con viento… Y ahí estaba
el entorno de María Elena.
A mí, lo de lo inhóspito del lugar me deja dormí. Me ha
impresionado que le pusieran el nombre de María Elena, la esposa del ingeniero,
al lugar.
Resulta que Elias
Anton Cappelen-Smith llegó a Chile con su neyorquina esposa. Y fue hasta el
desierto de Atacama con la buena señora. De la populosa Nueva York al inhóspito
paraje salitrero de Coya Norte.
El tal Smith era todo un personaje; un notabilísimo químico
metalúrgico noruego que emigró a los EEUU y se especializó en el cobre. Y el
cobre le llevó a Chile (1912) y en la Coya Norte probó los sistemas que él
había diseñado y que luego utilizaron en Chuquicamata[4].
En 1927 falleció Mary Ellen (Maria Elena), su esposa… y fue unánime la reacción:
todos, trabajadores y técnicos, decidieron bautizar Coya Norte con el nombre de
María Elena.
Tras la IGM los EEUU se interesaron por el salitre. El
poblado Coya Norte se construyó entre 1925 y 1927. No se escatimaron detalles:
era una auténtica cuidad fordista cuyo plano sigue el trazado de la bandera
británica (lo construía la compañía Anglo-chilena). Se iban a procesar 500.000
toneladas de salitre por año y se necesitaban del orden de 15.000 habitantes en
Coya Norte. La ciudad tenía que ser perfecta Y murió María Elena y Coya Norte
pasó a la historia como María Elena.
María Elena es en la actualidad el único centro salitrero en
actividad en Chile y el único centro productor de nitrato sódico natural del
mundo... y su entorno es como Marte.
Y si hay vida en María Elena, ¿habría vida en Marte?
[1]
En chile llaman caliche (chilean caliche) a los depósitos de
sales de nitrato; llaman caliche al salitre.
[2]
Es el resultado de la acumulación masiva de excrementos de aves marinas y focas
(ocasionalmente, de murciélagos). Se empleó como fertilizante por su contenido
en nitrógeno, fósforo y potasio (N-P-K), los tres componentes básicos de los
abonos. También contiene oxalato amónico y Urea.
[3]
Estructura textil diseñada para atrapar las microscópicas gotas de agua de la
neblina
[4]
La mina de cobre a cielo abierto más grande del Mundo que ahora explota
CODELCO. Ahora se trabaja en preparar la explotación subterránea del mineral
tras haber realizado
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