Pasó a tomar café con nosotros el catedrático de Análisis
Geográfico Regional de la Universidad de Alicante, Jorge Olcina Cantos. Director del Laboratorio de Climatología,
experto Riesgos Naturales, director de la Sede Alicante y no sé cuántas cosas
más con sus pocos años aún. Llevábamos detrás de él ya un tiempecito y, al
final, conseguimos un hueco en la agenda: clases, exámenes, conferencias,
ponencias, artículos y atender a Medios de Comunicación. En alguna cadena de
radio es “hombre del tiempo” con galones y entorchados y en “Los cafés del Meliá” íbamos a hablar de
clima y de cambio climático… (y hago una excepción porque me cuesta escribir
esa conjunción de palabras que sólo es una redundancia: el clima es dinámico y
cambia).
Jorge, como otros
ilustres, fue profesor mío; esa suerte que tuve y tengo. Y recuerdo a aquél
joven que encandilaba a muchas y despertaba la admiración de todos. Tal vez por
mi vinculación a los Medios (y por mi edad) entablamos un grado de comunicación
epistolar y verbal superior a la media, que seguimos manteniendo para todas las
cosas que Jorge y el resto de componentes del Instituto de Geografía de la UA siguen
haciendo en Benidorm: agua para arriba, riesgos naturales y ordenación del
territorio a cada paso, y clima para abajo donde comentamos todas las boutades, chorradas y simplezas que se
atreven a comentar algunos, y señalamos el acierto en muy contadas ocasiones.
Y es que Jorge, a
la luz de los conocimientos, los datos y las evidencias científicas, lamenta la mediatización del tema -del CC-
y nos anima a olvidar la visión
catastrofista que se empeñan muchos en lanzar. En primer lugar, es que no va a ocurrir de hoy para mañana y
podemos sacar conclusiones y trabajar en las cosas que nos pueden ser útiles. ¿De
la COP de París?; mejor no hablar.
El caso es, explicaba Jorge a unos tertulianos que fuimos
copando el salón al compás del avance de las agujas del reloj, que al
funcionamiento natural del planeta se ha unida la acción antrópica y, denuncia,
se
está desinformando a la sociedad. Pide desvincular el tema de la
política de los políticos y de los grupos de presión de toda condición,
incluso de los ecologistas, y tratarlo única y exclusivamente desde el
punto de vista científico. Y, añado yo, para esto no hay nada mejor que
la visión de conjunto que sobre el territorio ejerce el geógrafo. Yo también soy, y me siento, geógrafo.
El principal
problema es la comunicación, insistió el profesor Olcina: noticias
exageradas y utilización ideológica del tema.
Atrincherado en las evidencias científicas, que ya son
bastantes y en unos pocos años serán más y en todos los sentidos, huyendo de
las paranoias, nos contó que para el Horizonte 2050 lo único cierto es la
pérdida de rendimiento en algunos cultivos y planteó anticiparse
a los acontecimientos. Puso como ejemplo las empresas Freixenet y
Torres; ya han comprado tierras en el pre-pirineo leridano para seguir con sus
vides y sus caldos.
Insistió Jorge en lo que muchas veces he planteado yo en
este Blog (he sido su alumno; y lo sigo siendo), pero él con mucha mayor
autoridad: la alteración en el BEP (Balance Energético Planetario) es la
clave del asunto. Ya hay cinco informes del IPCC y habrá que empezar a tomarlo en
serio, pero lo que se cuenta sobre la afección al turismo no pasa de ser un
brindis al sol.
Reclamó prudencia
porque aún estamos ante una hipótesis en fase de confirmación.
Y es que, insiste, lo importante del CC no se cuenta: el ser humano puede adaptarse a
cuestiones de temperatura y precipitación donde una atmósfera más cálida
implica mayor inestabilidad -riesgos naturales a los que prestar
atención- y pérdida del confort climático -ausencia de malestar térmico- por
lo que nos anima a mejorar el diseño urbano y la funcionalidad de los edificios.
La cuestión, considera, no es dramática, pero sí trascendental:
algo tendremos que tener preparado. Y “el CC puede ser una oportunidad para nuevas
posibilidades”. Así que, arquitectos y urbanistas de por aquí, gentes
en general, echen mano de los diagramas de Baruch Givoni y de Víctor Olgyay,
y atiendan los postulados del profesor
Olcina.
Lo único constatado en nuestras latitudes es el aumento de noches
tropicales. Una noche tropical es aquella en la que la mínima no baja
de 20ºC… y el cuerpo no lo acepta y se resiste a conciliar el sueño y descansar.
La temperatura diurna se mantiene en sus cotas habituales, pero por la noche “no
refresca”.
Jorge propone, ante la posible merca de caudales hídricos o
temporalidad de los mismos, trabajar en sistemas de acumulación de agua;
volver a los tiempos del aljibe. También, diseñar protocolos sanitarios para olas de
calor. Y varias otras medidas más que se hacen necesarias. Hasta
ahora hemos puesto en marcha políticas de ahorro energético tendentes a la
sostenibilidad; bien, pues ahora habremos de poner en marcha
políticas de territorio -preparar el territorio- y educativas,
fundamentales.
Bueno, hablamos de mucho más e incidimos en muchos otros
aspectos relacionados con el turismo:
que si el nivel del mar -cuya presunta
subida apenas si vamos a notar en el Mediterráneo-, que si la posible
ampliación de la “temporada”
turística, que si tal y que si cual, Pero siempre
abundando en la necesidad de adecuar el diseño urbano y la funcionalidad de las
edificaciones que, de cara a la necesidad de revisar nuestro PGOU con vista
en el horizonte 2050 se hacen necesarias.
Ni Benidorm se queda
sin turismo, ni Benidorm se queda sin playas, pero nos dejó una agenda de
la sostenibilidad: agua, eficiencia energética, limpieza y
reducción de riesgos. En el caso del agua, alabó la acción del Consorcio
de Aguas de la Marina Baixa, la gestión general y la labor de los hoteles; pero
animó a realizar infraestructuras de cara al futuro.
Ah, y se animó a volver a tomar café con nosotros a la
vuelta de un par de años para que comprobemos sus análisis. Le vamos a tomar la
palabra. Hoy, por e-mail, me cuenta que se lo pasó muy bien con nosotros; y
nosotros, mejor que él. Gracias Jorge.
PD.- No asistió Mario Ayús (un beso Mari; recupérate). Así
que actué de guardia de la porra y afotador ofisiá, por lo que la calidad
del material gráfico es más que lamentable: deplorable. Disculpen.
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