16 abr 2017

DEL BOSQUE DE COLÓN, DE DON CRISTÓBAL


La Agenda del verano la tengo ya bastante completa; prácticamente cerrada. Sí, tiene días de playa; pero sólo para que no se piense que soy un bicho raro. Y sí, algún tiempo se pasa en Benidorm. Pero si es que fuera de Benidorm habiendo chiringuito a mano, donde también pega el sol, ¿para qué la arena? Y yo vivo todo el año en Benidorm. Pero bueno, eso son detallitos sin importancia.

Nada más comenzar junio, a Pontevedra para el 1er Congreso de Historia del Turismo. Ponencia finiquitada, presentación *pwp de apoyo en perfecto estado de revista y ejemplos optimizados. Ahora ultimo el paquete postcongreso, que siempre es el mejor, y que me pondrá a tiro de la siguiente paradiña/etapa para un curso de verano en Asturias.

Y héteme aquí que, buscando cosas que hacer y ver en Poio, he dado con el Bosque de Colón, de don Cristóbal. Sí, ¡un bosque se secuoyas rojas de California en Galicia!

La secuoya roja (Sequoia serpervirens) es un perennifolio muy longevo, el que más, que puede llegar a vivir 3.000 años y ganar la máxima altura que en un árbol se conoce; bautizado como “Hyperion”[1] mide 115’61 metros de altura en un tronco de 8 metros de diámetro en el Parque Nacional Redwood en California.

En Europa, desde mediado del XIX, siempre ha habido algún intento de introducir secuoyas -rojas y gigantes (que es otra variedad que engaña por su nombre, porque no son tan altas como las roja pero sí de tronco con mayor diámetro)-; incluso en España hay ejemplares, casi siempre regalos distinguidos; que si de la propia Isabel II, que si de un congresista USA. Las de Granada lo son del duque de Wellington, por lo que los del lugar las llaman Welintonias y Santas Pascuas que son. Las hay también en el Palacio de La Granja y en la Sierra de Guadarrama -por cierto, el único lugar del mundo en el que hay indicios de regeneración natural de la especie; ¡toma ya, yakees!-, en el Monasterio de Silos (Burgos), en la Sierra de Huetor (Granada)… En muchas partes hay ejemplares de secuoyas. Bien documentadas están las de Cabezón de la Sal (Cantabria), plantadas en 1940 como idea de reforestación del Régimen, que al final se decantó por los pinos que crecen mucho más rápido. Pero desde 2003 el Bosque de Secuoyas de Cabezón es Monumento Nacional y está protegido.

Por cierto, la secuoya gigante que es la más difundida de por aquí (Sequoiadendron giganteum), pero es otra cupresácea, prima al menos de la que nos ocupa. La llamaron “gigante” porque aún nadie había reparado en la secuoya roja o porque es “más gorda” de tronco… y porque en aquellos años nadie subía a medirlas y esperaban a que cayeran/talaran para hacerlo. El ejemplar más notorio, General Sherman, llega a los 83’79 metros y su tronco tiene un diámetro de 31’27 metros. Imponente.

Me atrae la secuoya roja de Poio, de líneas, digamos, más esbeltas. Me atrae el Bosque de Colón que está en Poio, a un palmo del hotel del congreso, en el Monte Castrove.

Y me atrae que el lugar elegido para plantarlas fuera Poio, que se llame de Colón y que entre en liza la teoría de que don Cristóbal era de por allí. Uf, ¡cómo se pone la cosa! Es más, en Portosanto (Poio) está la Casa-Museo de Colón (que ya visitamos y hablamos cuando el congreso de centros urbanos). Sí, en la desembocadura del Lérez y frente al astillero donde se construyó la nao “La Gallega” que luego bautizarían como “Santa María” para irse a descubrir las Américas. A Celso García de la Riega se le debe la teoría de “Colón español; origen y patria”. Ya saben: los primeros 
descubrimientos en el Nuevo Mundo llevan marchamo, dicen, de su “Galicia natal”. Así, Isla de San Salvador (como la parroquia donde se sitúa hoy la casa-museo), bahía de Portosanto, isla La Gallega, Punta de San Miguel (cofradía de Mareantes de Pontevedra) o Punta Lanzada (en referencia a la playa de la Lanzada, de Sanxenxo o O Grove), o que Colón, cuenta fray Bartolomé de las Casas, mandara celebrar la fiesta de Santa María de la O (18 de diciembre), patrona de Pontevedra… o la mención a los Colón en el altar de Santa María de la O. En fin; que esto va de secuoyas y no de Colón descubridor.

De Pontevedra, me quedo con la Iglesia de la Peregrina, con planta en forma de vieira, y las historias del loro Ravachol; menudo c…, que  a mí me recordaba por nombre al “Ravatxol”, el barco-correo que recorría los intrincados canales de la Albufera de Valencia conectando los pueblos albuferencos con el Cap i Casal.

Y volviendo al bosque, de Colón, lo que más me atrae del mismo es que hay una resolución del Congreso de los Estados Unidos para el envío de los 500 ejemplares de secuoyas rojas de California que lo integran y que se plantó a finales de 1992 como “regalo a las gentes de España conmemorando el 5º Centenario del Descubrimiento”.

De la Resolución me gusta eso que dice que “cada persona que visite el Bosque de Colón pueda experimentar la impresionante potencialidad y la maravillosa belleza de la creación, al tiempo que representa la esperanza de un futuro de creciente amistad entre los pueblos de ambos hemisferios”. Si esto es para irse ya a verlo; no sé si voy a poder aguantar. Y más este año que los “arbolitos” van a cumplir sus primeros 25 años y el Ayuntamiento de Poio/Poyo a nombrado este año 2017 como “Año del Bosque de Colón”.








[1] Mira que le gusta la mitología griega a los yankees. Todo el día con Homeros y Jasones (de los argonautas) que ellos llaman “Jómer” y “Yeison” y hasta aquí me llegan. De Hiperion y Tea nacieron Helios (el Sol), Selena (la Luna) y Eos (la Aurora) que bien sea de día o bien sea de noche, siempre iluminan a los mortales en su deambular por la Tierra. 

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