La tragedia deManizales (Colombia), ciudad hermanada con Benidorm, me ha vuelto a traer uno
de mis obsesiones como geógrafo: las
laderas. La falta de atención a las laderas. Es un problema a nivel mundial.
Vista parcial de Manizales (El Espectador, Colombia) |
Un llano, tiene pase;
pero en cuanto hay un plano inclinado, por poco inclinado que esté… la cosa, ya
saben, tiende a caer. Parece mentira que ni nos demos cuenta, ni prestemos más
atención al tema. Pero si es que protestamos en cuanto una mesa “está coja”,
pero nos importa una higa cuando estamos ante un desnivel donde la estabilidad del mismo debe ser
primordial. Y no te digo cuando estamos ante ese desnivel y un asentamiento
humano que tiene como espada de Damocles una inestable ladera, una pendiente,
un desnivel.
Cuando esquiaba,
aunque soy más de cafetería que de coger el remonte, me obsesionaba con las
pistas, el desnivel y la nieve no consolidada, que tiende a caer. Y cuando se
ven los efectos de una avalancha, ni te cuento el descalabro por la suma de
masas y energías.
Las laderas tienen
eso. Y su estabilidad es fundamental.
Y a lo que íbamos. De
Manizales sé, lo que se; no más. Estuve en un tris de asistir este año a la
reunión de la VII Semana de Normas Verdes en esa ciudad (#ICT4SDG) y, de paso,
ser testigo de la inauguración de la Plaza de Benidorm. Mi colega Jaime
Esquembre estuvo allí; y bien que reportó. En los días previos, me documenté a
fondo -como no podía ser de otra forma, geógrafo y periodista- y me encontré
con que “Manizales y Villamaría
están ubicadas en una zona de alto riesgo sísmico y geotécnico, específicamente
las laderas superiores que resultan inestables y aparecen afectadas con
actividades antrópicas intensas. Este es el medio ambiente del trópico andino,
donde el clima y la particular circunstancia de los suelos residuales le
imponen condiciones a cualquier proyecto de desarrollo urbano…”[1]
Conozco varios países
centro y sudamericanos; he trabajado ponencias para varios congresos y he
visitado algunos de ellos. Y he visto la desatención a las laderas.
Además, en Manizales,
por su geografía, flujos y deslizamientos de materiales no consolidados están a
la orden del día allí y son muchos y reiterados los episodios catastróficos
vividos (… 1987, 1994, 2003, 2007…). Manizales es una ciudad en laderas y las
recomendaciones siempre han apuntado a “facilitar los procesos de estabilización del
territorio ocupado” con el problema de que las laderas se ocupan a
ritmo más rápido que las estructuras del municipalismo pueden estabilizar. La
presión urbana, gracias al éxito del Eje Cafetero, urgían “la elaboración de planes maestros el uso
adecuado del suelo y el agua para afianzar el buen comportamiento de las
laderas”. Y las cosas de Palacio siempre van, pero van despacio a
uno y otro lado del Atlántico.
No se me entienda esto como una crítica (que tiene su parte),
pero es que debemos prestar mucha más atención al paisaje donde estamos. Y por
paisaje hemos de entender, desde el punto de vista geográfico, lo que es el
objeto de estudio primordial de la Geografía. Así, se entiende por paisaje “cualquier
área de la superficie terrestre producto de la interacción de los diferentes
factores presentes en ella y que tienen un reflejo visual en el espacio”.
El paisaje geográfico es el aspecto que presenta el espacio geográfico en que
vivimos.
Manizales, como Lorca (Murcia, España) -por ejemplo, que
cuando el terremoto ya tuvo sus post-, están sobre estructuras muy falladas. Mírese la palma de la mano: tantas líneas verá en ellas, y casi con la
misma forma, que fallas activas hay en el subsuelo de Manizales. Vale, cuando llegó el primero a posar allí sus reales no miró (ni se estilaba)
lo que había debajo de sus pies, pero después de tanto susto y de que ejercemos
mucha más presión sobre el medio (por ser cada vez más), ¿qué menos que prestar
atención al comportamiento de espacio geográfico y su interacción con nosotros
mismos? Y, de paso, poner remedio.
Así, luego llega el más pintao
y te suelta lo de los efectos del cambio climático. Y hay quien le escucha.
Pero es que puede que ahora llueva menos (o mucho más), pero lo que pasa es que
estamos ocupando un terreno expuesto y que antes pasaba lo mismo, pero como no
estábamos allí pues no lo sufríamos. Ahora estamos, y bien que lo padecemos.
Los taludes, las laderas, presentan comportamientos variables en función del
comportamiento de los drenajes del suelo y…
Y Manizales está bien documentado. Por eso duele más la
tragedia y nos demuestra que el no existe. Allí existen infinidad
de estudios académicos y un Plan de Ordenación con diagnóstico integral del territorio, que no en todas partes cuentan
con uno igual, incluso en Europa y América del Norte. Y bien detectados que
quedan los estratos de areniscas, los
cuerpos gabroicos, los sedimentos volcagénicos y los depósitos
fluviovolcánicos; los domos, los depósitos de escombros y las zonas de caídas
piroclásticas (vulcanismo de la zona). El marco estructural de Manizales es muy
complejo; y el marco tectónico local es un campo de fallas. Además, el 46% del
casco urbano tiene ya de por sí una pendiente de entre 15 y 30º; el 13’21 %
está entre 30 y 45º; que el resto está por encima… y son tenidos en cuenta los
deslizamientos rotacionales (sobre depósitos de piroclastos) y los
deslizamientos traslaciones (sobre depósitos de cenizas); y los derrumbes en
zonas de más de 35º de talud (por erosión diferencial); y los flujos de lodos;
incluso los casos de reptación, el lento movimiento de materiales no
consolidados sobre la pendiente. Las zonas amenazadas se conocen. Si el
problema es convivir con la posible tragedia y que esta llegue.
Ahora mimo el problema no es saber lo que tenemos bajo los
pies; el problema es procurar que los ciudadanos no tengan que enfrentarse a la
catástrofe: prevenir. Consolidar terrenos y plantear donde los riesgos son
asumibles, porque el no existe. La Universidad de Caldas y la
propia municipalidad tienen la cuestión científica analizada; el problema es
que a pesar de estudiar el comportamiento del territorio, porque hay gente
viviendo sobre el mismo, te encuentres con estos sucesos que tienes tan bien
estudiados que pueden ocurrir. Y ocurren
Y como siempre: despreciamos la importancia de las laderas,
de los taludes.
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