En nada, se cumplen los sesenta años de la fatídica madrugada -la
del domingo 13 de agosto de 1961, aprovechando las vacaciones de verano- en que
Berlín quedó dividido en dos por un muro que al principio sólo fue un alambre
de espino y una línea marcada por muchas partes de una ciudad -y su área
periurbana- que separaba el barrio de Mitte (lado oriental) del barrio Wedding
(lado occidental). Yo es que no quiero olvidar -ni que olvidéis- que en Berlín
pusieron un muro, “barrera de protección antifascista” la
llamaron.
Entre 1949 y el 12 de agosto de 1961 más de 2’7 millones de
alemanes y berlineses “orientales” habían abandonado el paraíso socialista -en
julio de 1961, cerca de 30.000 personas; el sábado 12 de agosto, algo más de
4.000 personas- a pesar de que la salida sin consentimiento estaba castigada,
sobre los familiares que se quedaban, desde 1957. La mitad de los que huían
hacia la otra forma de vida eran jóvenes menores de 25 años y aquella sangría demográfica
no se la podían permitir los dirigentes del SED[1];
se les escapaba el futuro. Se les escapó.
El 12 de agosto de 1961 se anunciaba que “para poner fin a
las actividades hostiles de revanchismo y militarismo de Alemania Occidental y
Berlín Occidental, se instalarán en la República Democrática Alemana, incluida
la frontera con los sectores de ocupación occidentales de Berlín, tal como es
habitual en cualquier Estado soberano, una separación…” y se ponía en
marcha la llamada ‘Operación Rosa’ para separar ambas zonas.
Sencilla y llanamente atentaba contra los propios ciudadanos de la RDA para
hacerlos prisioneros de su absurda utopía: manifestar ser simpatizante del
Hertha Berliner Sport Club (el equipo de Berlín Occidental) te suponía ya un
delito contra el Estado.
El 11 de agosto de 1961 se habían anunciado cambios en el
tráfico entre los sectores Este y Oeste y se reforzaron los puestos fronterizos;
se notificaron 2.400 salidas al Oeste. A la mañana siguiente se redujeron los
pasos fronterizos a sólo 12 y se suprimieron las líneas U-Bahn y S-Bahn que
unían ambos sectores… y, aun así, se reportaron más de 4.000 salidas. Al caer
la noche se tomó la decisión y se dio luz verde a la operación de división y
así llagamos a la madrugada del 13.
Como en Occidente no se reaccionó con contundencia -sólo
protestas verbales- el 15 de agosto se dio la orden de consolidar el trazado
diseñado por el equipo de cartógrafos y topógrafos que controla Hagen Koch[2]
al servicio de la Stasi, la policía secreta. El mismo Koch repintó la línea en
el Cheek Point Charlie, pues la original ya había sido pintada el 24 de julio
de 1948.
Y, cosas de la improvisación, se quedaban los del Este sin
material para consolidar ‘el muro’, aunque el 18 de agosto llegaron los
primeros bloques de hormigón tan insuficientes que se recurrió a desmontar
muros de solares, fábricas y cementerios y llevar el límite de la línea del
muro hasta las fachadas de edificios, tapiándoles la puerta principal y
haciéndoles entradas nuevas por detrás ,como ocurrió en la célebre ‘Calle de
las Lágrimas’/Bernauer Strasse donde, al final, también tapiaron las ventanas
para evitar saltos y huidas (que se producían) y tapiaron alcantarillas,
sótanos, canales, vías de metros y pasos subterráneos. No se podía huir.
A partir del 23 de agosto sólo quedaron siete pasos operativos
entre el Este y el Oeste y como Occidente seguía jugando con la palabra se
comenzó a construir el Hinterlandzaun y el Sichtstreifen que supuso una franja
tierra de nadie para hacer aún más difícil la huida y más fácil el disparo de
los vigías de la frontera. El 5 de septiembre de 1961 el muro estaba construido
y empezaron a instalar las cruces antitanque y las zanjas para evitar el paso
con vehículos. Así, el muro quedaba estructurado en una línea de demarcación
detrás de la cual estaba un primer muro de hormigón (fronterizo), el sector de
las höckesperren (cruces con traviesas de ferrocarril para evitar el
acceso de blindados), el área de patrulla y las torres de vigilancia, la doble
valla posterior y el sistema de focos para deslumbrar a los propios que
pudieran acercarse.
La tensión se palpaba a comienzos del otoño, pero nadie hacía
nada. En ese clima, la tarde del domingo 22 de octubre de 1961, con apenas dos
meses de vida alemana con el muro, el jefe de la misión norteamericana en
Berlín, Allan Lightner, decide cruzar al Oeste para una representación
de ópera alternativa y experimental con La Traviata en versión de un
grupo checo. No había oficial ruso que decidiera en la frontera y los volkspolizei
orientales no se atrevían a facilitar la entrada del norteamericano y su esposa;
la ópera estaba a punto de comenzar y Lightner decidió cruzar. Fue interceptado
a punta de fusil. Los soldados del Grupo de Batalla Nº2 de ChekPoint Charlie se
aprestaron a recuperar al jefe de la misión y entraron en Berlín Este en
formación de combate con el apoyo de 4 tanques M47; lo llevaron a su zona y no
hubo mayor incidente. Al día siguiente se repitió la visita con otros
diplomáticos y nuevo incidente, con nueva presencia de tanques norteamericanos
por la Friedrichstrasse ‘invadiendo’ la RDA; tampoco pasó nada. Incluso el 25,
tres jeeps con soldados norteamericanos armados entraron a ‘recuperar’ a más
diplomáticos y volvieron con ellos. El viernes 27 los soviéticos tomaron cartas
en el asunto y colocaron diez T54 ante el ChekPoint Charlie; los
norteamericanos replicaron con otros diez M47. Se avisó a las más altas esferas
y Kennedy y Kruschev hablaron: en la mañana del sábado 28 los T54 dieron marcha
atrás. Fue una orden personal de Kruschev al mariscal Ivan Koniev tras el
incidente… que me río yo de la crisis de
los misiles en cuba del año siguiente (octubre de 1962). Y todo por una ópera.
Ya, de coda, considero que muro fue un fracaso de sociedad y
un fracaso de modelo. El muro no paró las ansias de libertad, de huir del
paraíso comunista. Entre 1961 y 1988, más de cien mil ciudadanos de la RDA
intentaron huir a través de él. Más de 600 fueron asesinadas o murieron al
intentar huir. Tan sólo en la ciudad de Berlín perdieron la vida 138
personas. Y como víctimas colaterales, una treintena de personas tanto del Este
como del Oeste fueron tiroteadas o murieron de otra forma a pesar de que no
tenían intención de huir; 8 soldados fronterizos de la RDA en servicio también fueron
abatidos por desertores.
Cifran los historiadores alemanes Bernd Eisenfeld y Roger
Engelmann, en más de 75.000 las personas fueron encarceladas por intentar
traspasar la llamada “barrera de protección antifascista” que
nadie del lado occidental y ‘fascista’ quería atravesar. Leía en el especial de
los 40 años del muro que en los 28 años y tres meses de vida la cuenta de los
que quería escapar del lado oriental sale a una media de siete personas por día
detenidas por querer huir del régimen germano oriental. Hasta 2.500 guardias
consiguieron pasarse y otros 5.500 fueron interceptados y condenados.
He estado varias veces en Berlín intentando imaginar cómo fue
aquello; en 2015 me fui hasta el puente de Glienicke, que cruza el Havel entre
el Wannsee y Postdam; desde 1985 se llama así, cuando el intercambio de 23
agentes norteamericanos por un polaco y tres soviéticos. Cuando la peli, en el
intercambio Rudolf Abel por Francis Gary Powers era sólo el puente sobre el
Havel.
Me fascina Berlín. En otra ocasión, estando en Finkenkruger
Weg creo que sentí la fuerza con que embistió la locomotora 234 aquel
batiburrillo de postes y alambre de espino al saltarse “el tope” de la estación
de Albrechtshof. Aquel tren venía a toda máquina, procedente de
Oriaenburg-Falkensee, y no paró hasta llegar a zona occidental. Fue un 5 de
diciembre de 1961, cuando el muro no llevaba levantado ni cuatro meses. Fue la
fuga de Harry Deterling y su familia, junto a su ayudante Hartmut
Lichy y unos pocos familiares. Al día siguiente recuperaron la locomotora y
desmantelaron la vía férrea. Hoy funciona de nuevo. Y eso a mí, me reconforta.
Y para mí, una foto que lo representa todo. Cuando la caída del muro… 9 de noviembre de 1989…
Unos y otros...[1] SED. Sozialistische
Einheitspartei Deutschlands; Partido Socialista Unificado de Alemania. Era la
absorción del partido socialdemócrata de Alemania [SPD] por el partido
comunista de Alemania [KPD]; el SED, junto a las organizaciones sindicales y
juveniles controladas, era la base del Frente Nacional de la Alemania
democrática que dominaba la Cámara del Pueblo o Wolkskammer.
[2] La de Koch
es una historia de desengaños. Terminó abjurando del régimen para el que
trabajó. Pero ahí estuvo.
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