Aquí, lo de 1898, nos lo dijeron así: El Gobierno de Su
Majestad, movido por razones nobles de patriotismo y de humanidad, no asumirá
la responsabilidad de volver a traer a España todos los horrores de la guerra.
Para evitarlos, se resigna a la penosa tarea de someterse a la ley del
vencedor, por dura que sea, y como España carece de los medios materiales para
defender los derechos que cree que son suyos, se aceptan los únicos términos
que los Estados Unidos le ofrecen para la conclusión del tratado de paz.
Paz, tras la derrota, que para nosotros fue la Crisis
del 98: más atraso y mayor aislamiento internacional. Con el añadido de
ser una crisis de conciencia. Porque del entusiasmo patriótico de ir a
la guerra contra los Estados Unidos pasamos al resentimiento contra todo lo que
se movía. Cuba costó muchas vidas de recluta forzosa[1]
-contribución de sangre- entre las capas más deprimidas (los pudientes pagaban
y se libraban de ir a filas: redención que se llamaba mientras la
gente llana cantaba lo de “Si te toca, te jodes, que te tienes que ir; que
tu madre no tiene seis mil reales pa ti”)… y el movimiento obrero entró en
acción por lo del reclutamiento que quitaba mano de obra al campo. Y también
llegó el Regeneracionismo de Unamuno, Baroja, Azorín, Maeztu,
Benavente, los Machado, Costa y Ganivet (entre otros) del que surgirán los que
lo entendían y los que no… y a base de esa falta de entendimiento se lió lo del
36.
¿Y en Cuba? (que es lo que nos trae hasta estas líneas).
Cuba se despertó en 1899 con un gobierno militar
norteamericano en una isla que por el acuerdo España-EEUU iba a ser
independiente en 1902, al establecerse la república. Y, a todo esto, los
cubanos no habían participado en nada del acuerdo de París y ahora les tocaba protagonizarlo.
El panorama en la isla era de campos devastados y población
rural reconcentrada. El 84% de los ingenios azucareros no podían operar por
estar destruidos o la plantación arrasada, dando la loca casualidad que eran
los que estaban en manos de los pequeños productores. Los grandes ingenios seguían
intactos aunque operando a bajo rendimiento porque las infraestructuras
ferroviarias habían quedado fuera de juego y no era fácil encontrar braceros. Y
el Ejército, licenciado y no retribuido, dio paso a una Guardia Rural
bajo consignas de quienes mandaban en el gobierno militar y la aristocracia
criolla, iniciándose la etapa del tirito bobo.
El gobierno militar norteamericano se trabajó el tema
hospitalario y la cuestión de semillas y aperos, propiciando las inversiones y
la consecución de latifundios productivos -tanto de tabaco, como de azúcar- que
ocasionaron desplazamientos campesinos y aumentaron el sentimiento de
frustración en criollos, blancos, mulatos y negros. Y nuevamente estos dos
últimos grupos, especialmente en las zonas rurales, se activaron frente a los
caciques criollos locales y las fuerzas de ocupación, en lo que muchos llaman ‘la
respuesta campesina’ que llegó hasta 1902. Se habla de un bandolerismo
de violencia indiscriminada y carácter económico -racial y marginal-, que
afectó a buena parte de la isla, aunque se centró en la parte oriental, dando
cabida a todos los que se habían quedado sin nada ideológica o materialmente. Y
en paralelo, la Guarda Rural que ejecutaba sus propios desmanes.
Entre 1899 y 1902 hubo, en lo político, mucho que
materializar: por la Asamblea Constituyente una Constitución -y se encontraron
con la Enmienda Platt-. El caso es que los cubanos pudieron votar
y elegir; primero por sufragio restringido en 1900, y en junio de 1901 ya
libremente a las nuevas autoridades municipales. Y el 31 de diciembre de ese
mismo año eligieron a sus representantes a la Cámara, gobernadores, consejeros provinciales
y a los compromisarios que debían participar en la designación del presidente
de la república y a los senadores. La República había echado a andar.
El 24 de febrero de 1902, tras la retirada de la otra
candidatura, Tomás Estrada Palma, quien fuera presidente de la República
de Cuba en Armas durante 1876-77 y delegado del Partido Revolucionario Cubano
por expreso designio de José Martí[2],
fue proclamado primer presidente de Cuba. Y el Tratado de Reciprocidad comercial
con los EE.UU., que llegó de inmediato, otorgó ventajas a los yanquis: un trato
preferencial sobre los restantes proveedores a costa de, principalmente, España
y en detrimento del desarrollo de cualquier iniciativa industrial isleña. En
cinco años, el 80% de la producción cubana iba a los EE.UU. y los cubanos
importaban el 60% de sus necesidades de los EE.UU. a capitalismo batiente.
Cuba conoció entonces un ingteresante despegue económico. Las
principales ciudades se modernizaron mientras las zonas agrarias se iban
quedando rezagadas. De fuera llegaron españoles y antillanos que se sumaban a la
oportunidad económica que atraía a las grandes compañías norteamericanas que se
instalaban en la isla protegidos por los acuerdos existentes y el apoyo de Washington.
Y así fue la cosa, in crescendo, hasta que los efectos de la IGM se dejaron
notar en la isla. El esfuerzo norteamericano apuntó hacia Europa en lo bélico y
lo económico. Los felices 20 fueron un subidón hasta la altura de precipicio
por el que se despeñó la isla con la crisis 1930-1934. Y, por en medio, el protagonismo
de la población negra que buscando su inserción en la escena política estuvo en
todos los líos.
Y líos hubo en la isla al compás de siglo: la llamada Sublevación
Liberal de 1906 (la “guerrita de agosto” -¡cómo son estos
cubanos!- que provocó la segunda ocupación yanqui de la isla entre 1906 y 1909 (con
William H Taft como gobernador interino practicando la llamada injerencia
preventiva[3]); la
sublevación auspiciada por el Partido Independiente de Color y que
conocemos como la Guerrita de razas (1912: una masacre en toda
regla -superior a la Conspiración de la Escalera- que acabó con todos
los negros del PIC) y la Guerra del 17 o de la Chambelona -una
conga que pone en entredicho, sabiamente alterada, a primera dama-. Es que ya
desde 1916 Cuba era un país muy polarizado, un país de banderizos en el que de
vez en cuando, pero cada vez con más frecuencia, se producía el “tirito bobo”,
aunque el muerto fuera muy real y la canción, como dije, una conga.
Aquello iba de mal en peor y se sucedían los presidentes
cubanos y los embajadores yanquis al alimón: Zayas-Crowder, Machado-Judah/
Guggengheim, Hererra-Welles… sintonía, oiga, donde, desde Gerardo Machado
(1927, general del Ejército), Cuba iba -como dije- cuesta abajo y sin frenos
hacia la dictadura y de pronto sonó el Golpe de los Sargentos/Revolución
de 1933 lanzada por el sargento Fulgencio Batista que dio paso
al llamado Gobierno de los Cien Días, una pentarquía[4]
que dio paso a un “triunvirato” que mezclaba izquierdistas revolucionarios con
derechistas tradicionalistas sobre los que un galeno de prestigio, Ramón
Grau, catedrático de universidad, torea con el añadido de la intromisión
del embajador Benjamin S Welles. Y tras él que se suceden los
presidentes -Carlos Hevia renuncia a los 3 días, Manuel Márquez
estuvo 6 horas en la presidencia, Carlos Mendieta aguantó casi dos años,
Agripino Benet estuvo cinco meses en la interinidad, a Miguel Mariano
Gómez lo destituyó un Senado mangoneado y sólo Federico Laredo Bru
resultó electo en elecciones libres y soberanas hasta que por las mismas llega
al poder el nuevo jefe del Ejército, el ex sargento y ahora flamante coronel, Fulgencio
Batista, encabezando la Coalición Socialista Democrática
(octubre de 1940), una candidatura populista -en la que entraban hasta los
comunistas[5]-
con la que se mantuvo en el poder hasta 1944.
Para entonces Cuba ya había llegado al nuevo Tratado de Reciprocidad
(1934) que devuelve al azúcar cubano el trato preferencial y por el que Cuba
pasa a exportar a EE.UU. el 80% de los que produce y a importar de EE.UU. el
80% de los que necesita. Y eso con Franklin D Roosevelt en la Casa
Blanca; que iba de progresista. Total, que en 1940 Cuba se dotó de una nueva
Constitución en una Asamblea con 76 delegados, de 9 partidos políticos,
abriendo un nuevo periodo de legalidad constitucional.
Las elecciones de 1944 llevaron al poder al Partido Revolucionario Cubano Auténtico de Ramón Grau San Martín. Pero ni él, ni Ramón Prio Socarrás, que ganó en las elecciones del 48, supieron aprovechar lo que la IIGM supuso. El repunte económico de la postguerra mundial sólo llegó hasta el arranque de la década de los cincuenta, tras asistir al cisma del partido “Auténtico”, al que le salió una escisión “Ortodoxa”, mientras los tiritos bobos se sucedían y limpiaban el campo de opositores.
Y así llegamos a las elecciones de 1952 en que se vuelve a
presentar Batista y como las encuestas no le iban nada bien, da un golpe de
Estado y se proclama presidente provisional, suspendiendo tanto las elecciones
previstas como el Congreso de la nación; y con ello, las garantías
constitucionales de 1940. Y de paso dejaba el poder legislativo para el consejo
de ministros que él presidía. Para noviembre de 1954 Batista convocó unas
elecciones dirigidas que ganó sin ni siquiera la mitad de los votos emitidos
(46’5%) en unos comicios dónde solo participó la mitad del electorado (52’6%). Batista
reestableció la Constitución de 1940 y mantuvo una Cuba de dos realidades: la
campesina paupérrima y una urbana de contrastes de máximos y mínimos donde los
negocios yanquis del juego, la prostitución y las drogas -bajo la excusa del
turismo- que habían tomado La Habana desde 1915 se expandían mientras los
disturbios y las huelgas dejaban patente que no todos vivían la misma realidad
y que una guerrilla revolucionaria había irrumpido en escena desde 1953[6].
Como de esto hay mucho escrito y publicado, lo dejamos por
aquí, con la llegada del Movimiento 26 de julio, sus dos años de
guerrilla y el triunfo final de los barbudos que el 31 de diciembre toman Santa
Clara y Fulgencio Batista sale de La Habana el primero de enero de 1959 y
Castro, que comenzó militando en el Partido Ortodoxo (Partido del Pueblo Cubano
-escisión del Partido Revolucionario Cubano Auténtico)- anuncia la victoria
dando paso a una dictadura comunista, ganada a pulso, que llega hasta hoy donde
el modelo inamovible de supremacía criolla actúa en base a estereotipos, que se
perpetúan.
Y eso que el Partido Comunista Cubano había dominado todo el
movimiento sindical desde los años 20 y había aceptado el marco de legalidad de
la Constitución de 1940 que todos fueron chafando desde ese mismo año.
Si naciste para martillo, del cielo te caen los clavos.
Motines, lucha de razas, conspiraciones, intromisiones
extranjeras, formaron parte del camino recorrido para llegar a 1868. Y eso
mismo podemos decir para llegar a 1958. Es la historia de Cuba.
Y una pincelada económica de este Y tal y tal… (III). Hasta
1898 hay una expansión económica sustentada principalmente en la agroindustria azucarera
y marcada por la crisis del modo esclavista de producción. La política establecida
por el colonialismo español con su monopolio comercial puso en marcha un ideal
económico que comenzó funcionando y promoviendo reformas que estimularon el
desarrollo del país (sin entrar en detalles) hasta la guerra. Luego, el período
de ocupación estadounidense (1899-1902) constituye un tránsito histórico del
colonialismo español al neocolonialismo estadounidense, en cuyo transcurso se
crearon las condiciones institucionales para la formación de capital con
recursos de empresas norteamericanas que supuso la recuperación productiva del
país y hasta la creación de un incipiente volumen de servicios financieros que
consolidarán el modelo capitalista de producción centrado en plantaciones de
azúcar con la vista puesta en los Estados Unidos. Y tímidamente se producen intentos
de diversificación económica.
[1] Ley de Reemplazo del
Ejército de 2 de noviembre de 1837. El Proyecto de Ley de 1850 democratizó su
utilización. Las cantidades a pagar fueron variando según las distintas leyes:
6000 reales en 1851, 8000 en 1859, 6000 en 1869, 5000 en 1874, 8000 en 1875,
2000 pesetas en 1878, y 1500 ptas y 2000 ptas, respectivamente, en 1885 si el
destino era la Península o Ultramar. Las Leyes de 1872 y 1882 restringieron aún
más el uso de la sustitución. Y un detallito ‘sin importancia’: la duración del
servicio militar desde 1856 hasta 1882 varió entre los ocho y doce años. La redención
y sustitución fueron abolidas definitivamente con la Ley de 1912, que
teóricamente universalizó el servicio militar, pero que de hecho mantuvieron
los antiguos privilegios para los estratos sociales más poderosos
económicamente con la creación del llamado soldado de cuota, que
efectuando un pago de 1000 o 2000 pesetas, además de correr con todos los
gastos de manutención, equipo y caballo, veía reducido el tiempo de permanencia
en filas a diez o cinco meses respectivamente, cuando el servicio duraba tres
años.
[2] José Martí. La Habana
(Cuba), 28.I.1853 – Dos Ríos (Cuba), 19.V.1895. Hijo de valenciano, escritor,
periodista, pensador y líder político, héroe nacional de Cuba. https://dbe.rah.es/biografias/13497/jose-marti
[3] Lo de entrometerse en
asuntos ajenos antes de que estos se hagan patentes
[4] Gobierno de cinco personas
[5] Los dirigentes estalinistas
del Partido Socialista Popular (PSP) apoyaron la candidatura presidencial de
Fulgencio Batista entre 1940 y 1944; dos de sus más destacados dirigentes, Juan
Marinello y Carlos Rafael Rodríguez, fueron ministros del gabinete Batista.
[6] En 1953, el Partido Socialista
Popular (PSP) es ilegalizado por Fulgencio Batista, aunque sus órganos de
prensa continuaron circulando libremente. Incluso PSP condenó y calificó como ‘actividades
golpistas y aventureras de la oposición burguesa’ el asalto al cuartel Moncada realizado por Fidel
Castro y sus seguidores del Partido Ortodoxo. Luego, como parte de la oposición a la dictadura de Batista
desde mediados de 1958, mostrará una actitud ambigua hacia el Movimiento 26
de Julio hasta diciembre de 1958, cuando Ernesto Che Guevara se
entrevista con los principales dirigentes del partido y los reconduce . En 1961
el PSP se fusiona con el Movimiento 26 de Julio y otras organizaciones para formar
las Organizaciones Revolucionarias Integradas (ORI). El PCC de Fidel Castro se
origina a partir de este momento, con la formación de las ORI, donde -tras
depurar lo que llamaron “errores del sectarismo”- son unificadas como Partido
Unido de la Revolución Socialista de Cuba (PURSC) el 26 de marzo de 1962,
constituyéndose finalmente el 3 de octubre de 1965, como Partido Comunista de
Cuba (PCC).
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