Envirogees (enviromental refugees) es un palabro de nuevo cuño parido en 2007 por
un tal Scott Thill, el editor de la
revista en línea Morphiz.com, en la órbita de The Huffington Post (HuffPo,
22 millones de entradas/mes; el blog más avanzado en internet, definido también
como “colector de comentarios y
alternativa liberal y progresista” a inventos conservadores yankees como el
Drudge Report). Bueno, pues envirogees
se refiere a las personas desplazadas
por, ¡¡¡atención!!!, el terrorismo
de la tierra, en palabras de su inventor. Y los responsables de ese
terrorismo terrícola somos los humanos que poblamos el planeta bien por nuestra
acción sostenida que lleva al “cambio climático” (¿?), sobrepoblación y falta
de buenos administradores que nos llevan al agotamiento de los recursos. Para
2050 prevé Thill y algunos de los seguidores del término alrededor de 150
millones de envirogees…
Llama la atención que este palabro surgiera a raíz de la “desaparición” de una isla (Lohachara
Island) y el consiguiente desplazamiento, aseguró The Independent, de varias decenas de miles de personas por acción,
se dijo, de la subida del nivel del mar a consecuencia del “cambio climático”. Bueno, pues sí y no; como siempre. Suspenso
en Geografía.
Lohachara
Char
desapareció; sí, cierto. Ocurrió en 2006… y en 1953… y...
Estaba situada Lohachara Char en el Golfo de Bengala, en la desembocadura del río Hooghly (sistema Bhagirathy-Hooghly), río que evita un
fortísimo estiaje gracias a la represa parcial del río Ganghes en Farakka, lo
que le posibilita todo el año un curso regular, que agigantan los monzones.
Lohachara Char se localiza en la zona de los Sundarbans… y ya había poco más que añadir.
Sí, los Sundarbans son eso: bancos de sedimentos en un territorio de manglares
que al albur del caudal del río y el “tildal
bore” (la marejada turbulenta de la desembocadura por efecto de la pleamar
en la zona) configura y hace desaparecer islitas en el gran delta en función de
procesos de acumulación y erosión. Es más, en bengalí, “char” -de Lohachara Char-,
significa -dicen los lingüistas- “banco de sedimentos”… y aparecen y
desaparecen las char, en ese área de manglares, en función de la dinámica de
las aguas del lugar.
Además, si alguno de estos británicos alarmistas se hubieran
leído a Rudyard Kipling, más allá de
“El libro de la Selva”, en “Sobre los bancos de la Hugli”… se habría
acabado la discusión. Kipling es del XIX.
En fin, que tristemente existen desplazados medioambientales,
envirogees
si quieren, pero no mezclemos churras con merinas.
“El mar se come la tierra” es un alarmista titular de la prensa
de ayer… en base a los informes quasi anuales del PNUMA “Perspectiva global sobre la nieve y el hielo”. “El
deshielo de polos y glaciares afectará a millones de personas”
convirtiéndolos en envirogees se
puede leer en muchos medios, desde 2007, sin parar.
Si Lohachara Char ha desaparecido ya, otras le van a la
zaga, según los más osados calentólogos. Kiribati,
un compendio de atolones (y 1 isla coralina) en la zona central oeste del
Pacífico (aunque, de hecho, por Kiribiti comienzan los días), busca tierra
firme en Fidyi. Aunque ahora parece que el “hundimiento” real puede alcanzar
los 3 cm/siglo por mediciones efectuadas en Tarawa, donde se concentra la
población, ellos ya tienen el marchamo de refugiados climáticos y no envirogees.
Y no es que suba el mar, es que se hunde la tierra.
En la Melanesia está Vanuatu
y los 70 vanautienses del pueblo de Lataw,
en las Islas Torres (las más pequeñas y norteñas), fueron en 2004 los primeros “refugiados
climáticos”. El mar engullía sus pocas tierras. Y tampoco es por el
aumento del nivel del mar; es que estas islitas están situadas sobre la placa
indo-australiana y esta placa se hunde a razón de 1 cm/año bajo la placa
tectónica del pacífico ayudada por la extracción de agua del subsuelo para
cultivar. Toma ya. Lataw se trasladó, pero las Islas Torres van para abajo.
Y ahora resulta que contribuimos también a esto. El nivel
del mar “sube” y ahora resulta que nos hemos aliado con el “cambio climático”.
En Nature Geosciencie acaban de
publicar desde la Universidad de Tokio que el agua que sacamos del subsuelo es
responsable en la mitad al menos del aumento del nivel del mar: “El principal contribuyente
es el agua subterránea extraída por el hombre. Otros son el embalse artificial,
el cambio en las condiciones de retención de agua de los ecosistemas terrestres
debido a modificaciones en el clima y la pérdida de agua en cuencas cerradas. Estos factores son los
responsables de la subida del nivel del mar en 0,77 milímetros al año desde
1961 a 2003, un 42% del total, según la investigación”.
Vamos que somos culpables al 100%: contribuimos
al “cambio climático” y al “terrorismo de la tierra”. No tenemos ni perdón ni
salvación.
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