Llevaba
yo ya casi un mes detrás del llamado “Bando del Bikini” cuando
me veo en las páginas del Diario
Información (27.04.2012) lo de los 60
años del bikini en Benidorm. ¡Touché!
Sí, yo perseguía lo
de los sesenta años del bikini en Benidorm justamente desde que me desayuné
(04.04.2012) con un Simón Peres, Premier
israelí, en plan Pedro Zaragoza Orts: “El presidente israelí advierte a Egipto que
si prohíbe el bikini se quedarán sin turismo”[1]. Y me acordé de don Pedro
Zaragoza Orts y de la historia aquella del bikini en Benidorm. Pues… para sesenta
años iba la cosa. Post al canto; faltaría más.
En Egipto, la idea de prohibir el alcohol y el bikini en las
zonas turísticas planea desde que los salafistas de Al Nour obtuvieron el 25%
de los escaños en las recientes elecciones parlamentarias… Sesenta años antes,
aquí, en la vieja piel de toro, aunque salvando las distancias, la cosa no era muy
distinta en cuanto a moralina.
Beatriz Ledesma 1965, el primer bikini en Benidorm, según Bikini Revolution |
Aquí, si bien no había salafistas, ¡con la Iglesia habíamos
topado! Porque, ¡ojo!, “los baños y la playa eran considerados otro
foco de inmoralidad y de obligada vigilancia”, leo en un estudio sobre
la Diócesis Orihuela-Alicante durante el Franquismo. De hecho, Acción Católica lanzó sendas campañas
pro-playa católica mancando “zonas de comportamiento decente”[2].
Al bikini le debemos mucho. Por eso, vayamos a las
entretelas -pocas, muy pocas- de la cuestión. Hasta el mismísimo Alfonso Guerra un buen día de 2007
soltó, hablando de la Transición: “Las primeras turistas que llegaron con bikini
ayudaron más a la Transición que muchos discursos políticos”[3].
Tal vez por eso, en esto del bikini hay pugna por ver quién
fue el primero en España. En la disputa
por esta “primogenitura” están Benidorm, Marbella y -dicen que- Santander.
Aun respetando lo que cuenta Ramón Sáinz (Guía Secreta de Santander) -que la
playa de la Magdalena era ya conocida como Bikini Beach en 1952- yo me quedo
con el epicentro -y el hipocentro- en el Mediterráneo, con un duelo sordo Benidorm/Marbella-Marbella/Benidorm. ¿Dónde,
si no?
Y sin querer enmendarle la plana al maestro Antonio Burgos, aunque discrepando -porque
por ahí he leído que “el bikini consiguió imponerse en Marbella
gracias a la ayuda del alcalde de Benidorm…”[4]-, les recuerdo lo que
publicó en “Antología de Recuadros”,
en Diario 16, el 11 de agosto de
1993: “Dicen por Benidorm: "El primero que autorizó el bikini fue don
Pedro Zaragoza, y gracias a eso se construyó toda la playa de Poniente..."
Replican en Marbella: "No, don Rodrigo Bocanegra lo autorizó antes, y,
además, tenía más mérito, porque era cura." Como andaluz, suscribo la tesis de Marbella, aunque sea gunileo por mi
parte. Lo del arcipreste tenía mucho más mérito. Para el emprendedor Pedro
Zaragoza autorizar el bikini no era abjurar de los Principios Fundamentales del
Movimiento, sino hacer la vista gorda sobre la letra del Boletín Oficial y
decirles a los guardias que no hicieran pieza de atestado con las dos piezas.
Para el arcipreste, en cambio, era meterse en contramano por los caminos del
cielo y tener siempre a mano el extintor para los fuegos del infierno. Al uno
le podía meter la bronca Franco, pero al otro, Dios en persona. Pero como Dios
era más permisivo que Franco, Don Rodrigo, como un nuevo Moisés, se subió con
las tablas de las leyes divinas a lo más alto de Sierra Blanca, convocó a
Hohenlohe, a Banús y a Meliá, y les dijo: Aquí veis, hijos, que el Dios que creó
este microclima no dice nada en sus mandamientos acerca del bikini. Así que
podéis ir llamando a los ‘tour operators’".
Bikini en Benidorm, 1969 – foto Perfecto Arjones |
Insisto en que -ni cocidito en rebujito- le enmiendo la
plana a don Antonio, pero es que lo de
don Pedro, dicen que, tiene membrete oficial.
Pero aquí llegados y hasta donde llevo investigado… ¡¡Que
no, que no existe ni Bando de Alcaldía ni Edicto tal!!
Si existiera, ya lo habría esgrimido el Ayuntamiento de
Benidorm. O tal vez no…
Porque se contaba en los mentideros del pueblo que durante
la Transición, un concejal -de cultura, dicen- vendió el Archivo Municipal a un
trapero; es que era un cúmulo de hechos franquistas y había que hacerlos
desaparecer. Y también cuentan los cronicones de barra de bar que don Pedro se
enteró y hasta dio con el chamarilero en las cercanías de Alcoy… y recuperó
para sí la mayoría de documentos. Documentos que, en buena parte, se conservan
en el Fondo Documental “Pedro Zaragoza
Orts”[5] de la Universidad de
Alicante.
Bueno, pues allí tampoco está el Bando de marras. Y no he sido el
único que lo ha buscado.
Y sigo buscando, y en el próximo post me explicaré… de
Bando, ¡¡nada!!
Aquí lo que hubo fue vista gorda. Sencillamente se dejó
hacer.
No hay comentarios:
Publicar un comentario