Sí, le pega que le llamemos RR (Richard Romero); o Richard New-Look, o Richard
Penélope, o Richard… Su nombre, por sí solo, identifica al personaje y,
sobre todo, a la persona: Richard, sin más. Es, aunque ahora con nieta, el Emperador de la Noche de Benidorm La Nuit. Alguién lo
escribió por ahí y, como es cierto, lo recojo.
foto Mario Ayús |
Le hemos hecho pasar por el tercer grado de “Los cafés del Meliá”, y allí que
estuvo, tan fresco y natural como siempre.
De Cúllar-Baza (desde
1986, Cúllar; a secas) a Torremanzanas,
y… de La Torre de las Maçanes (parla
valenciá i tot) a Benidorm… al Bar Sebastián con 13 años. Es la
vieja historia de aquí, de Benidorm: estar
en el lugar adecuado, en el momento adecuado… y valer, y servir, y estar
dispuesto a triunfar. Virgilio
Romero es así.
Asegura que “lo de ganarme la vida viene de fábrica
conmigo”: ha vigilado, de niño, coches en un aparcamiento, ha barrido
peluquerías, ha sido monaguillo… antes que fraile, claro. Total que de
Cúllar-Baza llega la familia a Torremanzanas (los primeros castellanos
-andaluces- que veían los del poble)
y él termina apuntado a monaguillo y a la Unión Musical.
Nueva vida, nuevas
obligaciones. Y con el tiempo, cansado de hacerse el Puerto de Benifallim (o
del Rentonar) desde Torremanzanas cada
día para ir a clase a Alcoy (donde había instituto) en La Torruana, el coche de línea, terminan por conocer Benidorm como
integrante del coro juvenil de la parroquia que don Juan Rodríguez había creado
en su tiempo de pastor de almas en la localidad de la montaña. Y le gustó
Benidorm, y sigue agradecido a don Juan.
El siguiente paso es pasar el primer verano en Benidorm,
trabajando en el Bar Sebastián
(1967). Por dos meses, los del verano. Y ahí acabó el Virgilio y emergió el Richard que Virgilio llevaba dentro.
Pasaron los dos meses y evidenció que aquí estaba su futuro; en la hostelería,
aprendiendo inglés (con Eric Maris, en el Hotel La Paloma) y aplicando su don
de gentes. De cafetería en cafetería, de terraza en terraza, local en local.
Pero como el verano no daba para todo el año, compaginaba la
hostelería con lo de estudiar, ahora sí, lo de Graduado Social y terminó
haciendo nóminas y de las nóminas a la gerencia de locales y de ahí, a ser el Emperador de la Noche. Y terminó
trayéndose a toda la familia a Benidorm y, con el tiempo, formando la suya
propia en Benidorm.
Desde campeonatos del mundo-mundial de bañeras a motor, a
mises camiseta mojada, que le llevaron, con sus chicas, a televisión española en
los ochenta… la noche y Benidorm; todo en un todo indivisible. Fue, “Ricky”, hasta portada de la revista Diez Minutos en una exclusiva “rosa” con Silvia Aguilar, exuberante actriz de finales de los 70.
Y en la historia de Richard y Benidorm, surgieron las
discotecas.
Dicen que la primera discoteca (música “enlatada”) fue la
parisina “Le Discoteque” nada más
acabar la IIGM en París, pero nadie le pone fecha, ni imagen. Entre el “Jockey Tranz Bar” (Aquisgram, octubre de
1959) y “Le Club” (NY, marzo 1960)
está el embrión de lo que luego fue el invento. La primera de Benidorm… “El
Molino Negro”, en el verano de 1960, según me apunta Mario Ayús.
Y llegó Richard al mundo de las discotecas. Estuvo en todas.
Y vivió en la aventura de Pachá que
hubo de trastocar, porque Urgell había abierto antes la suya en Sitges unos
días antes (22.07.67) y registrado el nombre. Lo de las cerezas es otra
interesante historia… de “guindas”. Estuvo en la aventura de Nabab. En la aventura de New Look… en la aventura de todas las noches de la Noche de Benidorm haciendo
amigos.
En el Richard de la noche de Benidorm hay un Richard
filósofo: “Ir de vacaciones es buscar crearse una fantasía, hacer realidad una
sensación de libertad”. Y para eso estaba Richard en las discotecas de
Benidorm. “Hay que seguir vendiendo fantasía; incluso en lo de ‘pillar’”,
insiste; porque queda mucho Benidorm aún.
Aunque con el tiempo se nos vuelve
metafísico: “A veces, a los hijos, se nos olvida darles también lo que tuvimos”.
Se me ha hecho un poquito mayor.
Como al buen brandy, a Richard/Virgilio Romero le sientan
bien los años; ahora, con nostalgia, recuerda: “Para ‘hamburguesas’, las primera
de Benidorm: las del Bar Jesús”. Él es así.
Y terminó pidiendo “un homenaje a los pieds-noir franceses”
que ayudaron a dar una pátina de esplendor a aquél Benidorm que deslumbró desde
los años sesenta.
Me sumo a su petición; quedan pocos. Máxime, ahora que hasta
Michel Salvador se ha ido…
Las cosas del Emperador…
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