Esto lo cuentas por ahí y, de tan absurdo que es, nadie te
cree. Ocurrió el pasado día 20 en la sede benidormera del Invat.Tur. “El Parc Natural de Serra Gelada, un recurso
turístico excepcional” era el argumento de la sesión de ¿trabajo? Y
éramos, atención, seis los
asistentes; porque los demás eran arte y parte de aquello. A saber: de los
asistentes, tres eran estudiantes de Turismo en busca de algo más sobre Serra
Gelada, otros dos eran guías turísticos en busca de encontrar un nicho de
negocio, y el último… el último era yo en busca, ansiosa, de ver cómo se lo
montaban y de cómo, malicioso que es uno, “vendían” el parque.
Y hay algunos que lo venden muy bien, pero hay otros…
Hasta aquí vino el subdirector general de Medio Natural para
contar que “el Medio Natural no es sólo un telón de fondo; es un recurso de primer
orden”. En fin.
Fran
Lucha, del parque, emocionado nos contaba que “el
valor del Parc Natural de la Serra Gelada es ingente”, y nos animaba a
relacionar el valor de un “muy
desconocido” parque con los usos turísticos de un portento turístico como
el que conforman Benidorm, l’Alfàs del Pi y Altea. Vehemencia e ilusión
contagiosa a tope.
El Parc
Natural de la Serra Gelada es un parque marítimo-terrestre (el
primero de la Comunitat Valenciana) que ocupa una superficie de 5.564 hectáreas, de las que 4.920 son de
medio marino. Y en ese espacio marino es donde hay más posibilidades, al
menos en la Comunitat Valenciana, de ver delfines.
Sí, oiga, del-fi-nes. Que se lo digan si no a los propietarios de granjas
marinas de los alrededores.
Vamos, que en este parque que preside las bahías de Benidorm
y Altea lo más fácil es bucear, navegar (respetando la bandera alfa y a
menos de 12 nudos, aunque en Toix, l’Illa Mitjana y l’Illa de Benidorm, a 3), pescar (atendiendo a la normativa) y fondear para disfrutar las maravillas
que acumula utilizando boyas o abarloándose a otro barco. Sus fondos marinos
son fascinantes: sus alguers (praderas de posidonia) o la Llosa son puntos
únicos en el Mediterráneo. Aquí aún puede observar nacras (Pinna nobilis),
esos mejillones gigantes de hasta 1 metro que hay que preservar de su extinción.
En tierra firme, el parque lo componen el acantilado plunging de Serra Gelada y tres islas: l’Illot de l’Olla, l’Illa Mitjana y l’Illa de
Benidorm.
La
Serra Gelada ofrece las huellas de la historia geológica de la península a lo
largo de 150 millones de años: Jurásico, Cretácica y
Cuaternario están ahí bien visibles. Es un viaje por la historia emergida del viejo mar de Tethis. Y pocos saben que aquí
encontrará las trazas fósiles de Ereipichnus
geladensis. Sí, Ereipichnus
geladensis, del griego Ereipia
(detritos) e Ichnos (traza) y Geladensis… ¡del área de Serra
Gelada! Es que ya estamos en los libros.
La Ruta del Faro, porque en Sierra Helada
hay faro[1], ha recibido este año
205.000 visitas. Ofrece unas magníficas vistas panorámicas del conjunto e
incluso está la posibilidad de adentrarse en el mundo del ocre (para pigmentos y colorantes). Fenicios y romanos iniciaron la
extracción de ocre de Serra Gelada. Hoy quedan los restos de la Mina San Francisco (explotada desde
mediados los 40 a mediados de los setenta).
Geomorfológicamente en Serra Gelada está el hito geológico
de una duna fósil colgada
(eolianitas) originada hace más de cien mil años, cuando el nivel del mar
estaba más bajo que el actual. La vista desde el mar es fascinante.
Y en cuanto a comunidades vegetales tenemos las joyas
endémicas[2] de las Palomillas (Linaria arabiniana), les Llunetes (Biscutella montana), el Enebro de las
Dunas (Juniperus macrocarpa) o la
fascinante Camariña (Corema albun) propia de ámbitos
atlánticos que probablemente transportaron las aves hasta este lugar; en todo
el Mediterráneo no la va encontrar más que aquí. También hay rupícolas de
enjundia como la Silene hifacensis
(propia del Peñón de Ifach; de ahí hifacensis), incluso orquídeas y palmito.
Hay más, pero excede del cometido de este Post.
De fauna, abundante y variada -tanto en tierra como en el
mar-, está el parque sobrado. Lo más destacado, tras el Delfín Mular, es el
“famoso” paíño común. Pero también encontramos infinidad de joyas
aladas. El turismo ornitológico sería una apuesta.
Porque de eso se trataba; de encontrarle posibilidades de
complemento a la oferta turística de esta zona. Tenemos un diamante natural en
bruto al lado de nuestras playas y no es que le hagamos mucho caso.
Bueno, lo de los cuatro gatos que estábamos… lo dice todo.
Las tres estudiantes sólo buscaban información para un trabajillo de la carrera
(y por lo que vi, les sirvió de poco; pero aguantaron) y yo quería ver cómo era
la respuesta de la gente del sector a la iniciativa del parque. Vamos, que todo
ese despliegue para dos tíos que se interesaron por la cosa... y según qué…
Mañana les cuento más, porque la jornada tuvo su aquél.
[1]
En principio (1863) faro de 5º Orden para las Peñas de Arabí (Serra Gelada)
levantado junto a las ruinas de la vieja Torre Bombarda que también tuvo este
cometido. Sus planos son de 1860, a cargo del ingeniero Antonio Molina. La
Memoria del expediente indica que señalaba la entrada a la rada de Altea,
fondeadero seguro. La Real Orden de 29 de enero de 1863 señaló su primer
encendido para el “último día del mes de abril del año en curso”. Ese día, ya
catalogado como faro de 2º Orden, con lámpara original alimentada por aceite de
oliva, encendió su linterna a 111’91 metros sobre el nivel del mar. Un incendio
(02.02.1914) y un fortísimo temporal (02.01.1920) lo destruyeron y llevaron a
remodelarlo a su forma actual (Juan Díaz. Los faros y otras luces de mar de la
provincia de Alicante)
[2]
Propias (exclusivas) de una zona
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