Recuerdo de mi niñez. Se cantaba lo de: “Cuando se muere un tonto lo llevan a
enterrar, le cantan un gori gori y
lo tiran al fosar”.
¿Introito?
El gori gori tiene que ver con los
entierros. No sé si gori gori viene
de Canto Gregoriano (gre-gori-ano), instaurado por el Papa Gregorio I -más conocido como San
Gregorio Magno-, o de cuando el Papa Gregorio
XIII -otro Gregorio-, el del calendario vigente (Calendario Gregoriano), reorganizó
(siglo XVI) la cosa esa de los ritos y sus liturgias. El caso es que era un
canto en latín, y no todos los clérigos de pueblo lo hablaban bien; ya no te
digo la gente del pueblo llano y lego. Pocos de aquellos hombres y mujeres sabrían
cómo se escribía (y pronunciaba) el “Kirileison” (Kyrie Eleison; Oh, Señor que
ha sido traslocado al Señor ten piedad); pero lo repetían coríferamente. Por lo
general, el “latinajo” solía ser corto y fácil. Pero en la liturgia funeraria, con eso del más allá y lo de encomendar las almas, la cosa se
prolongaba. Así, estaba el larguísimo “Dies Irae”, el complicado “Responsorium
pro difuntis” y la compleja “Antiphona
II” donde el pueblo llano, y más de un clérigo, se perdían y terminaba haciendo
un sonido guturalizado, ajeno al latín y a todo, que terminó por conocerse como
gori-gori. Así que, a los difuntos les
cantaban un gori-gori en Gre-gori-ano.
Y así lo dice Federico García Lorca,
en el Acto I de “La Casa de Bernarda Alba”, y don Ramón María del Valle-Inclán, en “Luces de Bohemia”. Y yo les creo,
a pies juntillas. Pero, quién sabe si resulta que gori gori viene del viejo alingor
(llevar, en la ancestral habla de Asturias), de cuando llevaban a uno en andas alingori gori y le salmodiaban camino
del cementerio. O, ¿quién sabe?, si proviene de la ceremonia grotesca que hacía
otros, en Cataluña (¡Vaya por Dios!), cada Miércoles de Ceniza (también de
connotación funeraria) imponiendo harina en lugar de ceniza. El caso es que el gori gori es propio de funerales. Y
aquí vamos a entonar uno por Canal 9, ahora Nou.
Por
cierto ( y como a mí esto me va), al respecto del Calendario Gregoriano les cuento que es cosa del mismo Gregorio
XIII que acabo de citar. Lo mandó instaurar el 4.10.1582 y el nuevo calendario sustituyó al Juliano, de Julio
Cesar, instaurado, ahí es nada, en el 46 a.C. Es que el calendario Juliano
tenía 11 minutos y 14 segundos más que el año solar y en 1582 resultaba que el
Equinoccio de Primavera se nos adelantaba ya en 10 días… y eso debía ser
malísimo para sembrar la alfalfa. El caso es que la bula Inter Gravissimas de
Gregorio XIII estableció que al jueves
04.10.1582 le seguiría el vienes 15 de octubre de 1582. Quitando esos 10
días desaparecía el desfase con el año
solar, y para rematar la faena, y que no se tuvieran que tomar medidas
similares, con el asesoramiento del astrónomo Clavius sentenció la encíclica que se eliminaran 3 años bisiestos
cada 4 siglos. Y funciona este calendario en todo el mundo (194 países). Desde
1582 hasta 1923 todos los países del mundo se han ido adaptando a él…
…-…
Han sido casi 17 años
en la Casa y… bueno, ahora serán más, ya
que nos readmiten con vacaciones y/o licencia retribuida por unos días más. Y,
como decía, por todo ese tiempo dedicado en cuerpo y alma a la Casa, yo también
tendré derecho a entonar mi gori gori
por Canal 9 RTVV.
He dejado pasar un cierto tiempo porque no salgo de mi
asombro ante lo que veo y oigo. Ahí va.
Ya conté en otro Post mi vida en C9; hoy les cuento lo que entiendo que ha sido esa Casa... y le
canto un gori gori. Yo trabajé (¿trabajo
ahora?) en el Departamento de Informativos.
De Canal 9, juro
que, nunca aguanté al cantante de Els
Pavesos; es más, sus “monleonetes”
me abochornaban. ¿Era esa mi televisión? Bueno, Telecinco tuvo a sus mamachichos y no les ha dado por
suicidarse; aguantaré el tipo. Pero he de reconocer que a base de una chorra y
pegadiza canción (A guanyar diners),
sus vidrioles y los campanarios de la
Comunitat Valenciana marcó, “El Show de Joan Monleón”, una época
en la cadena. Y hoy se le recuerda. Pero Canal
9 es/fue mucho más. Incluso más que “Tómbola”.
Cuando en época de Joan
Lerma (PSPV) la parieron (1989),
ya la diseñaron como una magna obra de palmar dinero y como freno al
pancatalanismo que se desbordaba ya por la margen derecha del río Cenia
impulsado por los vecinos del norte con su TV3, creada 5 años antes. Esto hay
que recordarlo; somos muy dados a olvidar y, las más de las veces, nos creamos
nuestra propia intrahistoria. Y otra cosa sería saber si en todo este tiempo C9 ha servido para frenar el
pancatalanismo.
Luego, con Eduardo
Zaplana, José Luis Olivas, Francisco Camps y Alberto Fabra (PPcv) la cosa consistió en inyectarle dinero y
aportarle más personal del ya había; personal incluso por concurso-oposición…
porque cada equis tiempo había que convocar oposiciones y aumentar la plantilla
(¿?). A esto, ¿qué voy a decir?, si yo entré así; por concurso-oposición.
Respecto al dinero que nos cuesta C9 resulta que con el PSOE ya los números rojos se medían en miles
de millones de pesetas; pero con el PP han llegado a saltar la barrera de los
mil millones… ¡de Euros! en deuda, y -leo por ahí en varios medio que- los dos
mil millones en pérdidas… (y 1€ = 166’386
ptas.), y ha seguido la pugna con TV3
hasta límites insospechados.
En fin, que con Canal
9 hablamos mayoritariamente de multiplicar los problemas económicos y el
capítulo de personal que ha llegado a necesitar 81 millones de € anuales para
funcionar. Desde 2008 la tele ha estado en el disparadero del cierre, carcomida
por las deudas; recordemos, también que desde 1999 la Sindicatura de Cuentas
lleva advirtiendo que la tele se encontraba en práctico proceso de disolución
por la cuestión económica. Pero lo que ha matado a C9 ha sido otra cosa.
RTVV es/(era)
el medio audiovisual más completo y potente de la Comunidad Valenciana. Su carácter
-añadido al final del concepto de creación y coartada inicial- de medio público le confirió esa necesidad de atender a todo lo que se
moviera y ser servicio público para
un territorio alargado que sólo vertebra la A7, ni siquiera la lengua
valenciana (con sus modas y modismos), y que penetra hasta el interior
apartado. Y mantener ese servicio, sin entrar a pringarse con detalles, es
caro, muy caro. Y si encima nos complicamos la cosa con otros líos, no vean.
Sí, por si no lo recuerdan… yo les cuento porque me trabajé
esto en su día. Todo esto comienza con la Ley
del Tercer Canal (1983) que no hizo otra cosa que exportar los problemas -y
vicios- de RTVE a los terceros canales de nueva factura que eran los
autonómicos: clientelismo y control político de la información junto a notorio
desequilibrio entre ingresos y gastos. A ver si no.
Y no hubo empacho en clonar RTVE (y eso que Dolly no nació hasta julio de 1996) con
pinceladitas de cada Autonomía. Luego cada uno, en su autonómica, ha intentado
“mejorar” la cosa. Ja, ja, ja. Y lo que ha mejorado ha sido la
instrumentalización que inició el PSOE y mantuvo, cum laude, el PP. Pero esto
no es novedad; es la triste realidad de las autonómicas se mire cómo se mire,
aunque se vea como se ve.
Como siempre, para gustos: los colores. Y la tonalidad
adquirida en Canal 9 estos últimos años, una vez que hemos perdido la
referencia del Canal 9 de antes, admite todo tipo de matices e intensidades,
pero siempre tuvo color. Ya saben aquello de que nada es verdad… porque todo
depende del color del cristal con que se mira: el del PSOE o el del PP; incluso
el de todos contra el PP.
La independencia de los Medios no existe; todos se deben a
su cabecera. Y si esta es política; no les cuento. La libertad está en el que
elije lo que ve, lo que lee, lo que oye. La libertad es del individuo. Pero el
individuo (profesional) que está en el medio, en un medio que no puede cambiar,
se acomoda o lo acomodan. Y si aceptamos en su día; callemos ahora. Era (es) un
trabajo.
Luego también está la absurda competición del medio público por
la audiencia y la publicidad, traicionando el concepto de servicio público. El
estar en la FORTA tampoco contribuyó a mejorar las cosas. La FORTA no ofició de
nexo; nadie quiso que eso fuera así… y ahí está la FORTA, que tal vez se
merezca un Post… pero no en este.
Además, reconozcamos que Canal 9 se salió de madre en su última etapa. Sí, lo de la Fórmula
1 es de juzgado de guardia, y nos veían cuatro gatos; sí, lo del expolio
a costa de la visita del Papa clama al cielo (nunca mejor encaminada la cosa);
sí, lo de algunas productoras y sus programas, es para que la Fiscalía de turno
actuara de oficio con alguno de los firmantes; sí, lo de los 81 millones para
la Copa
América es para que a más de uno se le atragantara la bebida; sí, lo de los
460 millones a los equipos de fútbol de la Comunitat es para nos
lo hagamos mirar… Es de vergüenza ese
apoyo al Valencia, al Villarreal, etc.
Así, claro, resulta que entre
todos la mataron (la matamos)… y ella sola se murió.
En 1999 el PP cambió la ley para que la Generalitat no
tuviera que alimentar en solitario este monstruo que es aún RTVV y el Ente
pudiera acceder a créditos y… ¡endeudarse! Y mira que eso lo ha hecho bien.
Claro, con cargo a la tele se “resolvían” cientos de cosas que todos
admitieron.
En fin: plantilla grande a más no poder, máxima atención al
que gobierna desde el Palau, despilfarro y delirios de grandeza llevan a esto.
La “Grandeur” sólo se la puede permitir
Francia; y el gallo galo está perdiendo plumaje.
Pero aún cuando la cosa está caliente, no me valen los
golpes de pecho que alguno/alguna se está dando. Ese entonar el mea culpa y el
pedir perdón ahora me huele a chamusquina (cosas de la Inquisición) más que a
cuerno quemado (también del fuego inquisitorial, pero por cornudo). Es que, ¿nunca
antes hubo un momento para esa denuncia? Cada uno a sus espaldas, o en su
conciencia, lleva lo que lleva. Tal vez es que no me tocó ninguna cuestión
peliaguda pero el caso es que estos casi 17 años (o más, quílosá) trabajé muy a gusto en mis cometidos de documentación y
análisis y hoy sé que no tengo la culpa de nada y, encima, que no tengo que
pedir perdón a nadie. Me echaron (y me echarán, luego de readmitirme por unos
días) porque quisieron; no porque -ni en un solo instante- hiciera mi trabajo
mal.
Ante todo, profesional. Y hasta aquí mi gori-gori.
Descanse en paz RTVV.
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