Miguel Pérez Devesa Foto: Mario Ayús |
Miguel, a sus 81 años está fenomenal, aunque dice que le ha
visto las orejas a la EA y compila y graba todos sus recuerdos. El rato que echó con nosotros le sirvió para eso y
mucho más. Y a nosotros se nos pasó el tiempo en nada y menos. Buenas
carcajadas que se oían fuera de la Sala E del Hotel Meliá Benidorm donde tertuliamos. Porque anécdotas, como
médico de aquellos años de la postguerra y el desarrollismo, acumula un montón;
y las cuenta con gracia. Y de su paso por la política durante el Franquismo,
otro tanto.
Comenzó bien la cosa. Sus padres -y los de la que es su
esposa- matrimoniaron el mismo día y a la misma hora; e hicieron el viaje de
novios juntos. Parece que les concibieron a la par, estudiaron juntos de críos
y de mayores ambos cursaron medicina. Comenzaron a ejercer en La Vila, ella
como pediatra y él en medicina general. Se casaron; claro.
Miguel antes de hacer medicina en Cádiz por aquello de las
tradiciones familiares y la vinculación benidormera a la almadraba, a la
trasatlántica y a la Tacita de Plata,
pasó por el Seminario en Valencia
(años 44 y 45), con otro ilustre benidormer de la época. Aquello duró poco; se
comía fatal y faltaba lo principal: vocación. Medicina en Cádiz. Después de
licenciarse y colegiarse llegó la hora de la mili y marchó a Alicante con otros tres personajes locales. Como
médico, su mili fue placentera y
hasta ejerció como tal... incluso asistió a un parto en el cuartel… el de la
mujer de un comandante. Con la verde
en la mano, se casó.
Al llegar aquí relató una docena de anécdotas médicas de
aquellos primeros años; algunas fueron divertidísimas. El caso es que con la
visión de hoy, ¡cuán profunda era la España de aquellos días!... y el personaje
que era el médico del lugar.
Y le pedimos que sacara al político que lleva dentro. Yo
conocía algunas cosas de la etapa en que trabajé en el equipo de su hermano
Vicente; pero es mucho mejor oírlas en primera persona. Vicente le profesaba
admiración superlativa de hermano; en la voz de Miguel sonaban aún mejor.
Contó que se inició en la política a los 3 años… cuando las
monjitas le enviaron a casa con un paperet
que advertía a los padres -en febrero de 1936- de las consecuencias de votar al
Frente Popular. Luego hay un lapsus de tiempo en que pasa de ella hasta que en
los sesenta Pedro Zaragoza, a través de Pedro Farach, le anima a entrar en
política. Y así las cosas, fue concejal en 1971 -con José Manuel Reverte como
alcalde (le sigo debiendo un post a este hombre)- y finalmente llegó a alcalde
entre el 8 de enero de 1974 y el 30 de
mayo de 1977.
Para Miguel, los tres mejores años de su vida son los que
pasó como concejal, con Reverte, porque su etapa de alcalde vino a coincidir
con los años más duros de la industria turística. Recordemos que desde 1974 se
suceden los colapsos de los operadores turísticos británicos, lo que afectó
seria y profundamente a hotelería, restauración y construcción, tres pilares
básicos del turismo a nivel local. Sí, sí, “los turistas británicos necesitan
Benidorm y Benidorm necesita a los turistas británicos” que le dijo
algún gerifalte de Thompson, un día en Londres, como pidiéndole que Benidorm aguantara,
pero en 1976 con el turismo británico que caía en picado Benidorm tuvo que reinventarse.
Aquella corporación pensó en buscar alternativas al monocultivo turístico.
Y llegaron más anécdotas políticas y una que unió lo médico
y lo político: tuvo que tratar a Carlos
Arias Navarro en Benidorm cuando éste era Director General de Seguridad;
luego fue el mismísimo Arias, presidente del Gobierno, el que firmó su
nombramiento de alcalde cuando ese sitial benidormero llevaba tres veces vacío.
Y tres meses sin primera autoridad en 1973 eran difíciles. Recordó Miguel los
nombres de todos los concejales que le acompañaron en aquél enero de 1974 en el
Ayuntamiento.
Y las realizaciones, cómo no: nuevo vertedero de basuras y
gestión, Ambulatorio de la Seguridad Social, Comisaría de Policía, Oficina de
Correos, Carretera de Circunvalación, trazado definitivo de la A7 y los puentes
que salvan la variante y todas las infraestructuras “gordas” de la ciudad. Ahí,
dijo, es que estaban José Ramón García
Antón y Francisco de Santiago en
plena forma. Y él tenía ganas. 3 contertulios vivieron aquellos días junto a
él: Jaume Climent como concejal, Miguel Alberto Martínez Monge, desde Cultura;
y Roc Gregori desde la Secretaría Particular. Ellos cuatro llevaron el peso de
esta parte del café.
Y, claro, sacamos el tema del agua: “Fue el gran problema. Estudiamos
suspender las licencias de construcción”. Los viajes a Madrid, las
soluciones propuestas, el acuerdo plenario sobre los barcos y hasta la
propuesta de aquél noruego de traer un iceberg a la bahía de Benidorm. Todo
sobre la mesa.
Finalmente, hablamos del triste colofón de la aventura; de
cómo tuvo que dejar la alcaldía procesado y condenado por inscribir a un hijo -nacido
en el hospital de otra población vecina- en el Registro de Benidorm. No culpó a
la campaña de prensa del periodista local Maesba
(Manuel Esquembre Bañuls, tertuliano Guadiana que es) en Canfali. Centró el foco
en el exalcalde de Alicante, Francisco
García Romeu, cuando abandonó el cargo y volvió a la Fiscalía: “Benidorm
sufrirá siempre la envidia por su éxito”. Es que hay que estar en
aquellos días y ver como el Gobernador estaba más por Benidorm -y en los viajes
promocionales de Benidorm- que con la capital de la provincia.
Este lamentable hecho le supuso antecedentes penales que
años después fueron cancelados por Decreto ministerial… Y a los pocos días
cambió la ley y ya se pudieron inscribir a los hijos en el Registro que se
quisiera.
Y siguieron más anécdotas. Muchas divertidísimas; alguna
subidas de tono, pero muy, pero que muy, divertidas. Su hijo Pepe fue testigo
de este café que grabó porque lo que allí se contó es Historia de Benidorm.
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