“Aprovechando el ‘bache’ conviene que nos pongamos las pilas”.
Esta frase forma parte de la presentación de un informe realizado a solicitud
de político (de entonces) en enero de 2006. Lo firmábamos cuatro colegas (geógrafos)
y lo habíamos consensuado; no es que fuéramos -ni somos- los más listos, pero
estando en el estudio de la cosa -y viviendo en Benidorm- era de obligación
referírselo. En nada apareció el estudio Plande Turismo Español Horizonte 2020 y aquí, de nuestro informe, nunca más se
supo. Nos habíamos creído que serviría para que nos encargaran un trabajo más
concienzudo. En fin, otra vez será. Los otros tres compañeros eran muy jóvenes;
han sobrevivido al desengaño. Para mí, muy mayor, la Geografía es mi hobby.
Ahora (2014) me llena “de
orgullo y satisfacción” -a medias y a medias [porque no lo comparto del
todo] que se hayan hecho eco los Medios de Comunicación (algunos, y por un
remitido) de un estudio (Perspectiva aplicada al diseño de los
destinos de sol y playa) de los arquitectos José Miguel Fernández Güell y Marta
Collado, profesor de la Escuela Técnica Superior de Arquitectura de la UPM
y reputada arquitecto urbanista. ¡Bravo! Cuando lo dice un geógrafo se le hace
el caso justito (a nosotros, a pesar de todo, nos felicitaron por la claridad
con que exponíamos la cuestión; sabíamos que poco caso nos harían), pero cuando
lo dice un arquitecto (y con prestigio) la cosa cambia: hay difusión. ¡Bienvenida
sea!; yo “m’alegro”… aunque me
ratifico en lo de “a medias y a medias”.
De todas formas, un recadito: el mejor estudio sobre turismo
y situaciones futuras es el del profesor JorgeOlcina (UA).
Pero yendo a lo que nos trae hoy, Fernández Güell y Collado apuestan por no seguir construyendo en la
costa y reformar y rehabilitar lo ya construido. Ellos, a lo suyo. Son
arquitectos. Parten -y ahí entramos en lo del 2006- de que “el
turismo y los turistas del futuro serán -‘un poco’, decíamos nosotros- distintos
a los actuales” por envejecimiento
poblacional de los mercados emisores y (esto segundo, reconozcámoslo, no lo
pusimos negro sobre blanco) la proliferación
de nuevas estructuras familiares (y mira que lo hemos estudiado).
Coincidimos con ellos en lo de la previsión de que las “nuevas economías en vías de
consolidación… contribuirán al aumento de las clases medias con capacidad para
viajar”, lo que era entonces -y ahora es- de Perogrullo, pero que antes
de la crisis se veía venir con refulgente brillantez y absoluta nitidez. Ellos
lo detectan tras los principios de recuperación que ahora vemos (el FMI cambia
las previsiones de mes en mes), lo que es bueno. Y además están “los
avances continuos en tecnologías de la información y la comunicación”,
que en 2006 eran muchos y ahora son muchísimos.
No descubren nada nuevo los arquitectos cuando señalan como factores clave los factores ambientales. Con estos llevamos dando la vara ya unos
años. “En la elección de los destinos tendrá en consideración, cada vez más, las cuestiones medioambientales”, vienen a decirnos y venimos
diciendo desde los 90. Los arquitectos, como hicimos -y hacemos- los geógrafos,
indican la “necesidad de políticas ambientales más decididas para preservar los
recursos turísticos”. Aunque ellos sí meten en liza una novedad -que
nosotros no llegamos a contemplar- como es “la creciente demanda social de
nuevos modelos de gobernanza” (es que esto es más de ahora) llegando a
señalar que esta acción “originará cambios en la planificación y
gestión de los destinos turísticos por parte de las Administraciones y los TTOO”,
cuestión que yo, al menos, no tengo nada clara.
Determinante es la consideración de Fernández Güell y
Collado: “resulta imperioso que nuestros principales destinos de litoral
identifiquen y afronten los retos de futuro, a fin de mantener su
posicionamiento competitivo en los diversos segmentos del turismo vacacional”.
Esta es una asignatura pendiente a día de hoy.
En cuanto a las cuestiones de la oferta ellos proponen diversificarla hacia lo que llama “segmentos
complementarios” -“turismo de golf y cultural”- y “segmentos alternativos” -turismo
urbano y rural-. ¡Buenas segmentaciones; excelentes definiciones! En fin, que
debo reconocer que coincido en que “la estrategia de diversificación debería
tomar en consideración la nueva estructuración del mercado según estilos de
vida, en lugar de hacerlo a partir de los estratos socioeconómicos
convencionales” porque era de las cuestiones innovadoras que propusimos
entonces. ¡Qué subidón!
Los arquitectos inciden en su estudio en lo de la huella ecológica de los destinos
turísticos, que es un aspecto muy interesante a tener en cuenta y en algo que
todos podemos coincidir: no construir
nuevos destinos. La verdad es que con los muchos y variados que tenemos no
hace falta ninguno más. La excusa (¿peregrina realidad?) que de que no queda ni
un centímetro de costa para urbanizar es
aceptable, pero lo es tanto como que “en
España no cabe un tonto más” (que dicen que dijo Santiago Amón, porque se
caería al mar; Amón falleció en 1988 y… estábamos ya a punto de rebosar ya).
Más vale decir que hay que mejorar y
poner en valor lo mucho y bueno que hay, y evitar repetir errores.
Coincido, no he recabado -por indolencia (en la acepción de
pereza y desidia)- las opiniones de mis otros tres compañeros de redacción y no
puedo pluralizar, con el profesor Fernández Güel en que el gran reto está “en que las Administraciones públicas, sobre
todas las locales -y para ellos redactamos el informe de 2006-, sean
capaces de concertar medidas con la iniciativa privada e implantarlas con la
intensidad y agilidad requeridas”.
Finalmente, me gusta que Fernández Güel se muestre optimista con el turismo de Sol y Playa
que “seguirá
siendo el segmento más demandado en los próximos 15 o 20 años”. Y si
atendemos a estudios como éste, incluso el nuestro de 2006, podremos seguir
manteniendo nuestra posición de prestigio… y nos da un margen para operar.
PD. ¡Ojo!, que no tengo nada contra los arquitectos; mi hija
Isabel es del gremio. Pero en estas cosas los geógrafos tenemos una visión
mucho más global. Disculpa Chabela, pero es así. Podemos colaborar; tota pedra fa paret.
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