Estaba en Manchester… y por un instante la realidad del
momento me trasladó a Brighton. Bueno, la verdad es que más que a las calles de
la ciudad balneario el traslado fue a las imágenes vivas en la memoria de Quadrophenia, “la peli” de los Who (The
Who) que a principios de los 80 me tragué. Hasta por un instante matinal he
llegado a ver como caía por el acantilado la Lambreta (o lo que fuera aquella
Vespa tuneada): ¡al infierno con lo Mod!, que parece que quería decir el
director de la peli. ¿Pero cayó con la moto el protagonista? Creo que no, pero
no me acuerdo. De la música sí; y de lo fuerte (y dura) -para el momento aquél-
de la peli.
En fin, que el pestilente olor que dejaban en Olham Street
el centenar de Vespas al más puro estilo Mod te devolvía a la realidad. Y es
que así abrían el desfile del Saint George’s Day de este año. Sí, San Jorge fue
el 23, pero como venían del Good Friday (18) y el lunes 21 había sido bank holiday… pues el desfile para el
domingo 27 (digo yo).
Nada del otro jueves este desfile… y como tal me lo habían
vendido. Y “lo del otro jueves” es
porque cuando se ayunaba en viernes, los del terruño se pegaban unas comilonas
de órdago el jueves… y así se podía ayunar el viernes. Por eso, cuando una cosa
no da la talla le solemos endilgar lo de “nada
del otro jueves”, en recuerdo de aquellos jueves que la mesa era la del
bufet para un regimiento. Pues eso, nada del otro jueves: un par de buenos
caballos Shire o Suffolk Punch, me dijeron (no se ponían de acuerdo mis
interlocutores; y vaya Ud. a saber si eso coincide con lo que me dijeron, en inglé), dos bandas de música de la
policía (marciales ellos), una de gaiteros escoceses, una charanga intentado
que sonara a batucada, unas odaliscas de medio pelo entradillas en carnes que
le echaban más humor que pasión, dos jeeps de la IIGM, un tipo imitando a
Winston Churchill (calvo, gordinflón y con puro ¿o era Hitchcok?), unos
perritos de la asociación de criadores de perros ratoneros, unas motos gordas
por allí sueltas, unos imitando a Dick van Dyke en plan deshollinadores (y sin
cantar el chim-chim-chery; ¡gracias a Dios!), dos camiones con niños de colegio
canturreando, un viejo autobús de época (muy aplaudido) y una grúa para grandes
trailers con un banderón inglés cerraba el desfile, precedido por el camión de
los bomberos. Ah, un dragón y un San Jorge hinchables al principio. Lo dicho,
nada del otro jueves… y muchas risas. A lo mejor iba de eso y yo no lo he
entendido.
Nada que tuve que quitarme la depresión y no encontré mejor
lugar que Marble Arch. Era un paseíto hasta Rochdale Road (hasta el nº 78, oiga)…
y aún por dos veces más sufrimos el centenar largo de lambretas/vespas y su
tufillo de aceite mal quemado. Entre aquél compacto grupo de viejos motores -y
ambiente Mod- con gentes envueltas en
banderas de San Jorge destacaba una vespita, casi ajena a lo que fue el
movimiento Mod, que un sufrido señor
paseaba con un par de banderas de España -¡Olé!- llevando, eso sí, un casco con
la bandera de Gran Bretaña. Respondió a nuestros aplausos y siguió a lo suyo.
Faltó el pelo del bigote de una gamba para soltar aquello de ¡Gibraltar
español; Malvinas argentinas! (un guiño al país hermano); pero no íbamos a
aguarles la fiesta y el desfile a esa gente cuando, por otro lado, con el ruido
no nos iban a oír.
Lo dicho: Nada del otro jueves. Y para reponerme, a Marble Arch (Marble Brewery). Le tenía
ganas. Es un viejo pub (1888; Wellington Inn, aunque la tradición se remonta a
1826 con Bernard McKenna, el primer cervecero de la saga) en lo que fue la
cervecería original; ahora el universo cervecero está detrás y debajo del viejo
pub; y ha expandido el negocio.
¡Y qué Pub! Edificio protegido y con inclinación, un talud
“natural”: el suelo tiene el desnivel de la calle lateral y es que nada más
entrar, como en un tobogán, vas directo a la barra donde te recibe un frente de
hand pumps con su letrerito de la
modalidad de cerveza, casi todas cask. Fascinante: es como si ese impulso final
hacia las cervezas orgánicas te la da el mismo lugar. La salida se complica…
porque es cuesta arriba. Un gran invento, oiga; pero dentro casi no se nota…
aunque si miras fijamente bancos y ventanas notas que o el pub lo levantó Numerobis
(o Palatabix) el arquitecto egipcio al que ayudaron Asterix y Obelix… o es que
la cerveza hace efecto. Pero es que el suelo está inclinado.
Me encantan los azulejos pulidos y brillantes del frontal de
la chimenea, el viejo espejo y las lámparas, el mosaico del suelo (con rosas
Lancanshire, dicen), el techo ondulante y las vigas de hierro; el remate de
cada pared con el techo donde figura con letras mayúsculas: Ale, Porter,
Cordials, Vino, Whishy, Ron...
No conseguí una 125
Imperial Stout (que era a lo que iba), aunque me había dicho que aún
quedaban, pero la Lagonda IPA (¿en
homenaje a la marca de coches de lujo, Lagonda?; la camarera me miró con cara
mega-alucinada), la Chocolat
(fascinante, con maltas de chocolate y toques de regaliz ¿?), la Dubbel (al estilo belga) y la Dobber (con lúpulo neozelandés)
mitigaron la frustración inicial. Había más, pero no cabían más en “la
hormigonera”; aunque menudo paseíto. Pero resultó sensacional. Por 6’95 libras
le añadimos un surtidito de 4 quesos: un Keltic
gold de Cornualles (sumergido en sidra, genial), un Chorlton cheshire blue (azul, obviamente) y un par de quesos de
cabra, un Gubben (soberbio irlandés)
y un Ragstone. Que invento -y qué
acierto de Marble Arch- esta sabia combinación de cerveza y queso. En el menú
hay más cosas… y más quesos. Poe cierto, un pickeld
egg (huevo en salmuera/vinagre) tiene su aquél.
Total, que nos vacunamos en Marble Arch del patiment sufrido en el desfile.
Antes de llegar a casa aún hicimos una paradiña para repoostar y probar una 10 Saints, una cerveza de Barbados, otra cask, envejecida en
barriles de ron. ¡Superior; qué final de día!
Bueno, ha resultado altamente eficaz el antídoto contra el
tedio del desfilito ese del Día de San Jorge… Y yo que salí con la intención de
hacerme una Barley Wine a palo seco…
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