Profesor Tomás Mazón, con su libro |
Ha sido una experiencia sensacional. El profesor Tomás Mazón, director de la Cátedra de
Estudios Pedro Zaragoza Orts tuvo a bien hacerme llegar su libro “Desde el vestíbulo de un hotel”[1]
donde nos cuenta sus comienzos como botones
del Hotel Carlton de Alicante, con 14 años, hasta que salió de la Recepción
del Hotel Gran Sol para acceder a su puesto de profesor titular en la
Universidad de Alicante, tras doctorarse.
En este Blog el profesor Mazón ya ha aparecido varias veces:
desde su paso por los Cafés del Meliá a cuestiones de la Cátedra que lleva el
nombre de aquél alcalde que lanzó Benidorm. Me honro con su amistad y le tengo
en alta estima.
Por ello, no me puedo resistir a la siguiente anécdota que
figura en el libro (pág. 62 y 63. La he buscado; sabía por dónde quedaba). El
director del hotel TRYP Gran Sol (yo obviaré el nombre) que ya gestionaba el
hasta entonces hotel familiar (de familia Alonso) le dice: “Me han dicho que tiene Ud. estudios
universitarios y que hace poco obtuvo el título de doctor”. “Sí, sí señor” fue la respuesta de Mazón.
Y el director siguió a lo suyo: “Me han
dicho que es doctor en Geografía”. “Efectivamente”,
fue la respuesta que obtuvo. “¿Y para qué
sirve ese título?”. Sin dar tiempo a la respuesta y sonriendo con sorna,
cuenta Mazón, el director se fue. Y eso no podía quedar así. Al poco, Mazón le
dirigió una misiva: “Este título de doctor,
que tanta gracia le provocó, ha sido importantísimo y definitivo para mi vida y
la de mi familia. Me ha servido para dejar de trabajar en uno de los hoteles de
su compañía y me ha abierto las puertas de la Universidad de Alicante”.
¡Qué estilazo para dejarlo callado! Hoy el profesor Mazón está en el Departamento
de Sociología del Turismo y dirige la cátedra Pedro Zaragoza Orts, como señalé.
El libro nos cuenta la trayectoria de Mazón desde que
abandona el Instituto Jorge Juan y comienza, como botones, en el Carlton, un 14.02.1964
-a las 9 de la mañana- hasta el 31 de diciembre de 1992 en que deja la
Recepción del Gran Sol. Y Mazón nos cuenta la evolución del sector en cuanto a
infraestructura, condiciones laborales y evolución de la clientela
Encuentro fascinante tanto el mundo de los botones, que
explica pormenorizadamente, como el de los recepcionistas; fascinantes,
igualmente, los episodios vividos. Es un relato de casi 30 años sobre los
entresijos de lo mejor de la hotelería alicantina destripando tanto los buenos
como los malos momentos. No en balde el libro se subtitula “Esplendor
y Decadencia de esta actividad turística”.
“El trabajo de los
botones consistía, nada más iniciarse el turno a las 7 de la mañana, en ir al
quiosco de prensa y traer los diarios estipulados por el conserje…”. Y ahí
comienza la intrahistoria de las propinas
junto al cúmulo de tareas que acometía el botones (y no siempre le reportaba
propinas). Mazón traza con precisión el organigrama de la ground floor del hotel que llega hasta a los ascensoristas y mozos
de equipaje (y nuevamente la pugna por la propina). Desde Conserjería y Recepción,
cuenta Mazón, se organizaba la vida del personal del hotel y, del libro,
deduzco la gran camaradería, solidaridad y formación de muchos de aquellos
profesionales. El retrato de los directores de hotel -de los que Mazón ha
sufrido- permanece en tono sepia, mientras es vivaz y colorista el del resto
del personal.
Nos cuenta Mazón cómo iba aquello de llevar las fichas a la
Policía cada noche o cómo se confeccionaban las estadísticas de estancias;
incluso los perfiles de los estafadores y de los que no debían alojarse en el
hotel. Aunque con los estereotipos relata tres chascos: con el torero Miguel
Mateo “Miguelín”, con un turista
extranjero y con Joan Manuel Serrat
(un hippie en el Gran Sol).
Hay innumerables referencias a los “invernantes”. Eran otros tiempos y había mucha gente de postín que
pasaba el invierno al plácido clima alicantino alojado en un hotel de nivel.
Navieros, empresarios, rentistas y banqueros componían ese grupo de “invernantes”
con anécdotas y curiosidades.
En primer plano, el Hotel Carlton; detrás, el alto, el Hotel Gran Sol. |
Es que por el Hotel
Carlton de Alicante, incluso por el Hotel
Gran Sol, pasó lo mejorcito del mundo mundial que llegaba a España en
aquellos días: desde toreros y futbolistas a actores, desde cruceristas
millonarios a cantantes. Obviamente don Juan
Carlos, cuando Príncipe (a secas, y con anécdota muy simpática), y don Juan de Borbón y hasta la Infanta Margarita. La lista sería
interminable y de todos ellos tiene el apunte preciso.
En los sesenta, setenta y ochenta Alicante estaba en un cosmos particular que atrajo a
mucha gente importante -e interesante- a Alicante: desde actores como Yul Bryner, a políticos defenestrados
como Perón y Batista (el cubano), pasando por adinerados cubanos de Miami y
gallegos de Puerto Rico, las habituales tripulaciones de aviones y, como no,
políticos del Régimen y de la Transición (desde Fraga a Rodolfo Llopis).
Hasta un Mariano Rajoy registrador de
la propiedad. Un repaso de tomo y lomo. Incluso las esperas del gran periodista
Pedro Rodríguez, entonces en el
Diario Información, por el hall del hotel en busca de un personaje que llevar a
las páginas del periódico.
Bueno, Mazón -por conocer-, hasta tuvo la oportunidad de
conocer al “Vampiro de la autopista”
y desmontar el mito de las suecas. Y
por el Carlton, entonces, pasaron las mejores.
Siempre destaca Mazón el componente humano de la trastienda
del hotel y nos lleva hasta el primer convenio de Hotelería, con sindicatos
libres, las nuevas políticas empresariales o la llegada del mini-bar -y la TV- a
las habitaciones.
Seguro que me dejo a alguien, pero no quiero terminar sin
citar el pisotón de Orson Welles
(1965) que le llevo a sumar varios días de baja y determinó la fisonomía actual
de uno de sus pies, y el capítulo de José
Luis Sampedro, “una amistad de lujo”, cliente asiduo del Gran Sol, con
habitación fija. En el Gran Sol, cuenta Mazón, escribió Sampedro buena parte de
“La
sonrisa etrusca”, la que el autor llamó “novela ‘alicantina’”. Y
más cosas que atesora este fascinante libro de un pasado brillante del que
Mazón fue testigo en primera persona.
Enhorabuena, profesor por este repaso-disección a lo que fue
el mundo de la hotelería y la evolución del modelo y del turismo en la ciudad
de Alicante.
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