Vaya
dominguito me granjeé. Soy orgulloso preso de mis palabras escritas; y me
ratifico en ellas. ¿Tanto desconocimiento hay de la Historia?; ¿no vemos más
allá de nuestras narices de Pinochos?
Yo
no niego el esplendor del mundo islámico, pero le recuerdo al amigo que se las
da de erudito y que no viene al caso ni citar su nombre (y no es por desprecio
sino por no dejarlo en evidencia) que la etapa a la que alude no es ni de antes
de ayer; que tuvo lugar entre los siglos VIII y XII. Y sí, por aquél entonces y
en líneas generales, fueron mucho más avanzados, ricos y tolerantes que lo
éramos en la vieja y oscura Europa.
Sí,
resulta que caído el Imperio Romano de Occidente y con las tribus godas de todo
pelaje pasando muy mucho de la ya decrépita cultura romana, en el año 529 el
emperador Justiniano, del Imperio
Romano de Oriente, cerró la Escuela de
Atenas, que fundara Platón allá por el 387 aC, y… adiós, muy buenas. El que
compiló el Derecho Romano que ha llegado a nosotros (Corpus Juris Civilis), Justiniano, consideraba la Academia como un foco de paganismo que no convenía al
cristianismo. Las matemáticas, la filosofía, la medicina, la astronomía… todo
el saber de Occidente no tuvo más remedio que hacer el petate y mudarse a
Persia y a los dominios del Islam, sumiendo a Occidente en la oscuridad
científica. Las dudas sobre las controversias, recordemos, movían la Academia y
daban alas a la razón; en el 529 la razón sucumbió en Occidente y se mudó a
Oriente.
Fundada
hacia el 790 por el califa Harum
al-Rashid (el 5º y más famoso de los califas abasíes, inmortalizado en Las Mil y una Noches y el cine) la Casa del Saber de Bagdad comenzó a ser
la cuna y almacén de la erudición mundial. Bajo al-Mamun, su hijo, fue el principal centro de estudio de las
Ciencias y las Humanidades. Todo el conocimiento existente se tradujo al árabe:
desde Pitágoras a Brahmagupta, desde Hipócrates a Cháraka, desde Euclides a
Aryabhata o de Galeno a Súsrata. Platón y Aristóteles siguieron siendo la base de
la filosofía. El reinado de la Casa de la Sabiduría fue efímero porquehacia el
año 850, Al-Mutawakkil, seguidor del Islam más ortodoxo, para evitar la
difusión de la filosofía griega, fue cortando las alas a los moradores del
centro del saber. Los mongoles, en 1258 destruyeron Bagdad y lo poco que
quedaba de aquel esplendor del conocimiento.
Poco
antes de la entrada de los mongoles, Nasir
al-Din, el mejor astrónomo entre Ptolomeo y Copérnico, consiguió sacar
parte del material y llevarlo a Maraghe
donde resistió el paso del tiempo… pero no del integrismo religioso. Se perdió
casi todo. La intransigencia sobre la razón.
Del
final del periodo de esplendor que analizo quiero destacar dos grandes: el
geógrafo Ibn Jaldún y el matemático Omar Jayan. Jaldún, tunecino de origen
andalusí (fue emisario ante Pedro I de Castilla), concibió una filosofía de
Historia como nadie ha hecho jamás (Arnold J. Toynbee dixit). Jayán efectuó los
mayores aportes a las ciencias y a las matemáticas del Medievo. Ambos
criticaron el dogmatismo religioso, lo que les acarreó grandes problemas y solo
su prestigio personal evitaron males mayores. Pero tras ellos, las ciencias, la
filosofía y la cultura ya no levantaron cabeza en Oriente y el Islam.
Hasta
el siglo XII la sociedad musulmana vivió periodos de suficiente libertad como
para tolerar opiniones y respetar y admirar el trabajo científico que
cuestionaba muchas veces la existencia de un ser superior. Recordemos que,
hacia 1250, Nasir al-Din, en su
Sabiduría Práctica (Akhlaq-i-Nasri), se
atrevió a presentar una teoría de la evolución de las especies, ¡seis siglos
antes que Darwin! No gustó a los ulemas y comenzó la era del dogmatismo
estéril, la intolerancia y la cerrazón mental por aquellos lares; comenzó
radicalizándose en el XIII… y ahí sigue.
Cuando
en Occidente se cuestionaron conceptos similares, muchos años después, la
reacción inicial fue la misma; pero aquí, en Occidente, se saltaron las normas
y se avanzó a costa de muchas barbaridades, pero, finalmente, triunfó la razón.
Y
sí, durante siglos Occidente vivía ajeno a cultura que disfrutaba Oriente;
sumido en la oscuridad de la ciencia y la filosofía, marcado por el dogma religioso.
Y sí, aquello fue hasta que en 1085
se conquista Toledo. Y gracias a momentos
de tolerancia de los reyes cristianos Castilla, muy poco habituales con
musulmanes y judíos, se facilitó el comercio cultural que permitió el
renacimiento filosófico, teológico y científico primero de España y luego de
todo el Occidente cristiano. La Escuela
de Traductores de Toledo
devolvió a Occidente la mayor parte de la cultura clásica greco-romana y del
conocimiento científico que la Casa del Saber de Bagdad había traducido al
árabe -y copiado y recopiado y difundido y redifundido- para general conocimiento
mundial del Islam, no perdiéndose todo aquella erudición y sapiencia acumulada
durante siglos, que el emperador Justiniano primero y los ulemas después quisieron
apagar por considerar foco de paganismo.
Siempre
pongo, me gusta, el ejemplo de la actividad financiera que le leí al filósofo
Jesús Mosterín. El Corán condena el préstamo con interés; como la Biblia. Los
cristianos medievales condenaban la usura tanto como los musulmanes… pero los
cristianos fueron obviando la prohibición, más propia de sociedades primitivas
dedicadas al pastoreo, y aceptaron la usura y luego la llevaron al nivel de
crédito con intereses. Los judíos lo perfeccionaron; pero los ulemas se
aferraron a las tradiciones inveteradas, a sus orígenes, y la siguieron
detestando. Y no, no hubo manera. Para ellos fue -es- pecado capital; en
Occidente, una forma económica.
Si
no consideramos la religión más que un sentimiento de fe y una tradición
cultural estamos trasgrediendo el triunfo de la razón. Fervor religioso y
sentido común tienen capacidad para llevarse bien iluminados por la razón.
Recuerdo
a Salman Rushdie (1988) y el llamamiento que se hizo de que por su libro fuera
ejecutado… Debió ofender a muchos. Recuerdo a Yusuf Islam, antes Cat Stevens -con
su “Father and Son” a cuestas-,
apoyar la fatwa contra el escritor…
aunque luego matizó. Rushdie es Caballero de la Orden del Imperio Británico
desde 2007 (¿?)
Recuerdo
el episodio de un diario danés (2005), las caricaturas y la quema de la
embajada danesa en Siria; y muertos: varias decenas. Recuerdo a Madonna,
también en 2005, en el Estadio Olímpico de Roma, a un paso del Vaticano,
cantando desde una cruz y… nadie quemó nada, ni hubo muertos. Sí, ofendió a
muchos, pero no estamos -no todos estamos- en el siglo XIII. Y no se trata de
tolerancia.
Puedo
llegar con ejemplos hasta el Carnaval de Las Palmas de Gran Canaria este mismo
año 2017 -vigésima edición- y la absurda y provocadora Virgen Drag. Bochornoso,
pero nada más. ¿El decadente Occidente? Puede ser. Pero aquí triunfa la Razón…
aunque el sueño de la razón engendre monstruos.
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