2 ago 2017

DE UN SPOT DE TV; DE UN MAL SUEÑO




Aquí andan todos a la gresca[1] con lo del anuncio de Loterías para el sorteo de Navidad. Confieso que no había visto el spot hasta hace unos minutos.

Somos un país de gentes banderizas y los dos bandos habían machacado mi neurona a base de llamadas telefónicas, mensajes (de todo tipo de ancho de banda y sistema) y emails. Y como, insisto, somos un país de banderizos me siento en la necesidad de tomar bando, bandera y partido (yo, siempre del Real Madrid). Y eso es un problema a pesar de que nunca he tenido problema en abrazar una postura y defenderla hasta el infinito y más allá… como el monigote aquél de la peli infantil.

He visto el anuncio -¡jo!, qué suma de trivialidades; qué empacho a - y con los ojos de ver comerciales (y miope que soy) reconozco que Loterías consigue lo que se propone: animarnos a comprar décimos.

Y sí, no citan el nombre de mi pueblo por ningún lado (ni yo; he tenido el detalle de no citarlo ni en este Post). Incluso en el barquito que va a la porción de tierra rodeada de agua por todas partes (otro detalle) corta el plano cuando uno intenta leer lo de “Bahía de…”. Y no se ve más. Pero ni falta que hace: ¡se intuye!

Vale, con cigarritos de la risa, puede ser cualquier punto del planeta tierra que tenga mar, playa, referencia geográfica, skyline y todo lo que queramos… pero es que estamos ante… verde y con asas: alcarraza. Y mucho trabajo nos ha costado crear una imagen que identifique el producto. Más de uno (por ser comedido) identificará el escenario; no me cabe duda. Hasta en dura mañana de resaca.

Esa identificación… ¿será para bien?, ¿será para mal? En estas quisiera yo ver a don Segismund (luego lo simplificó a Sigmund, por el que dirán) y otros colegas. 

Yo, la verdad, soy inmune a la publicidad (o eso me quiero creer yo) y ni hubiera reparado en el spot si no llega a ser por la tormenta digital a la que me veo sometido. Pero cuando lo he visto -hace nada y menos- y como tengo presente los comentarios de unos y otros… pues… Que no, más que Que sí.

No, no me gusta que llamen “guiris” a los residentes de otros países que apuestan por venir a España (es un decir, porque como no sabemos en que punto se ha rodado el spot, pero la voz que suena lo hace en español) de vacaciones o adoptarnos como segunda residencia… incluso como residencia permanente y casi final. No me gusta que los llamen así, ellos, los que no son de aquí. Son “mis guiris” y así, aunque esté mal, sólo los llamo yo; que para eso cuanto con su confianza. No, de verdad, no me gusta que los llamen “guiris”. Para mí que empezamos mal a vender la Lotería de Navidad.

Luego he visto que no les cabía un tópico más: indigesta el spot. Los guionistas, ¿habrán leído “Souvenirs” de Patrick Buckley?

No, no me gusta el derroche de estereotipos caducos. Conocí un matrimonio británico de avanzada edad, enamorados de mi ociurbe playera, con más años Matusalén, que vivían felices por poder ir cada día al cablesquí, venciendo sus achaques a golpes de sol, y que rompían moldes y estereotipos. Y me presentaron a toda una colonia, integrada, que nunca hubiera hecho alarde de sumarse a nuestras prácticas de ansiada ludopatía estacional porque no necesitaban exterioralizarlo; lo hacían sin más.

No, no me gusta que retumbe, tras un “me encanta España” -que es obvio- un sonoro “barato” porque es algo contra lo que luchan (luchamos) muchos profesionales de aquí. No por optar a subir los precios, sino por quitarnos un sambenito que en la mayoría de los casos no es cierto. Estamos ahí, compitiendo por ser sus anfitriones y porque se atrevan a convivir al máximo con nosotros.

No, no me gusta que se aluda al flamenco -danza, cante, toque, baile; Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad- que es un universo cultural cuando en las imágenes me aparece un grupo de personas intentado bailar country… aunque sin un Stetson decente.

La verdad es que no, no me gusta que se juegue con las cosas de comer.

Y, encima, aquí, por nada, tomamos partido; y si el tema es de enjundia llegamos a las manos (de momento, dialécticas). Sí, no se nos nombra ni por asomo, pero en el imaginario colectivo somos nosotros -Benidorm- y como nos duele Benidorm, saltamos sin importarnos el de enfrente: político o picapedrero, picas o arcabuces. No es no.

Seguro que hay otras opiniones tan válidas como estas; pero no las encuentro tan contundentes. No voy a sacar a pasear banderas de dignidad/indignidad, pero es que en ocasiones te obligan a enarbolarlas… aunque sea para causas perdidas… o por ganar. No está dicha la última palabra: moriremos con las botas puestas.
¡Allí, allí está la Felicidad: Benidorm!
Reconozco que sólo es un anuncio para vender billetes (bueno, décimos; que un billete son 10 décimos) de Lotería y que todos soñamos, todos los días, con esa lluvia de millones (que en realidad no son tantos) de la Lotería de Navidad y que cuando van en barco, todos esos simpáticos personajes cargaditos de años señalan con el dedo su ideal de Felicidad -¡Benidorm!- que pueden conseguir con ese trocito de papel (Yo, que tú, compraría). Es que, si nos acaparas tú, ibérico patrio, los décimos del sorteo, los puede comprar uno “de esos” que nos visitan. Retorcido, ¿no?

Vale, no te vuelvas de las vacaciones sin tu décimo del Sorteo Extraordinario de Navidad… y evita que les toque a ellos. ¡Jo!, eso es rizar el rizo.

No, lo que pasa es que han votado Brexit, quieren irse. Pues que se vayan, pero sin mi premio de la Lotería de Navidad. Ni Disraeli afinaba tanto, ni Maquiavelo podía llegar a más.

Que se nos asocie con ese ideal de felicidad me encanta, pero el spot, en sí, no, no me gusta.

Y, además, ponen a la venta 170 millones de décimos (de cien mil números) y “sólo” hay 2.380 millones de euros en premios. Para mí que es el sorteo en menos probabilidades hay y menos cae.

Mi diagnóstico clínico es claro: no tengo ni repajolera idea de publicidad, pero es que me duele mi pueblo; me duele que se juegue con la imagen de Benidorm.

Dicen que “podemos soñar hasta el 22 de diciembre”. ¿Tanto va a durar este mal sueño?













[1] Alboroto, bulla, pelea, riña… pues no, no era tan niña.

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