El jueves 19 de octubre se va a presentar el proyecto más
emblemático de los últimos treinta años en Benidorm: el Teleférico y Mirador de Sierra Helada. Supe de la iniciativa a
través del promotor, Antonio Manuel
Puchades, y he seguido el proceso, que ha sido largo -pues hay que tocar
muchas teclas y más aldabas de puertas institucionales-, hasta que por fin
sabemos que se va a presentar en sociedad.
Me enamoró desde que conocí el proyecto porque recuperará
urbanísticamente una parte de Benidorm que ahora mismo, por lo que sea, está
abandonada y, además, dotará a Benidorm de un singular atractivo que
posibilitará una puesta en valor de los atractivos de un sector de Sierra
Helada que ahora mismo sólo son posible a vuelo de dron, vista de pájaro, o
deambular litoral en barco.
He tenido la oportunidad de salir a contarlo a través desde
estas páginas pero había preferido que fuera la ilusión del señor Puchades la primera
en darlo a conocer. Lleva mucho tiempo trabajando en este proyecto y viviéndolo
en primera persona con total intensidad y máxima ilusión. Debía esperar mi
turno. Pero héteme aquí que ahora me encuentro con un estertor -no se puede
calificar de movimiento- que, de entrada, dice NO al proyecto; unos cuantos en
redes sociales. Y lo más que pueden saber del proyecto es lo referido,
sucintamente, en algunos Medios de Comunicación. Pero ¿cómo se atreven a decir
que no sin conocer el alcance y la repercusión?; ¿Qué saben del proyecto? He
leído tanta sandez en las últimas cuarenta y ocho horas que me hierve la sangre
y me impulsa este Post.
Sí, resulta que los del NO “denuncian” el impacto ambiental
que produciría. Hombre, impacto… Impacto, impacto… ¡¡Implicación paisajística!!
Las implicaciones paisajísticas serían evidentes y puntuales,
pero el impacto… Vale: tirando de matriz y para el lugar escogido, lo podríamos
encontrar -plantilla en mano- en la vegetación, la fauna, los hábitats
naturales, la geología, la geomorfología y la hidrología. Ustedes mismos.
Échenle un ojo a esa zona de Sierra Helada y me anotan lo de vegetación, fauna,
hábitat natural, geología, geomorfología e hidrología… me tiran una raya y
suman.
En fin, que todos los posibles males referidos a la estación
base, el mirador y las torres me caben en una hoja de papel de fumar.
Pero ¿por qué no ponemos también los beneficios que pudiera
llegar a reportar?
Sí, en ese capítulo también entran cosas.
En el colmo de maldades, también estaríamos en la sustitución
de los usos del suelo en muy concretos puntos y, como mucho en los impactos de
funcionamiento y producción de residuos.
Pongan cada cosa en el platillo, correspondiente, de la
balanza y, en conciencia pesemos y pensemos. Ah, resulta que pensar es el
problema. ¡Pues claro!
De momento, a bote pronto, solucionamos urbanísticamente el
desaguisado del entronque final entre la Playa de Levante y Sierra Helada, que
a partir del acceso al Hotel Nadal es un baldón a la imagen de Benidorm hasta
el bananero embarcadero y más allá. A partir de ahí, conferimos entidad a la
zona, creamos un nuevo atractivo y coronamos el proyecto con un mirador al
estilo de los más modernos donde el cristal sobre el vacío del acantilado hasta
el mar le conferirá un plus a Benidorm.
Sólo con responder a la pregunta del folleto está todo dicho.
La propuesta integra Sierra Helada en la trama urbana; y eso
es una asignatura pendiente desde siempre. Y podemos colocarnos, con un
referente puntero más, en una órbita superior del turismo.
El proyecto es, cuando menos, ilusionante. Y veo muy bien que
haya ciudadanos que se preocupen por el impacto ambiental… pero: ¿por qué no se
preocupan también por el impacto urbano?, ¿por el impacto social?, ¿por el
impacto turístico? Los municipios turísticos vivimos de mantener esa imagen
posicionada de atractivos. Vendemos algo tan etéreo como la felicidad que
necesita unas bases firmemente ancladas a la realidad paisajística y urbana de
donde se asienta, de donde se disfruta el producto.
El teleférico de Sierra Helada significará un hito turístico.
Sus impactos no serán significativos y en todo caso resultarán compatibles con
el medio en el que se asienta. La sensibilidad del promotor de la idea debe ser
también tenida en cuenta: es aval y garantía por y para Benidorm.
Y no es la primera vez que se efectúan proyectos para esta
zona, pero este tiene ahora mismo la bondad de la idoneidad. Es un revulsivo de
ilusión.
También nace con la proa puesta por algún miembro de la Administración
autonómica que se marcó en su día que “sería
difícil de encajar en las normativas de los parques naturales…”… La
legislación no debería ser un problema porque los más famosos teleféricos del
mundo están en el Parque Nacional de Banff (Canadá), del Parque Nacional
Chicamocha (Colombia), en el Parque Nacional de Berchtesgarden (Alemania)…. En el
Parque Nacional del Teide, en el Parque Natural de Cabárceno…
En fin, que hay muchos tonos de verde y muchos bordes… que
limar.
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