Ayer me di de bruces con la clave de una de las facetas que
trabajamos en el Equipo de Diagnóstico para BND WH: "cuando el turismo en nuestro país
no era sino un negocio de capitalistas, Benidorm inventó un turismo social.
Transformó en empresarios a todos sus vecinos e hizo de la empresa turística
negocio popular y común". Pedro Zaragoza; marzo 1963… Y así lo
colgué en FB.
Era un extracto de un artículo –“Los municipios y el Turismo”- que le publicaron a Pedro, don Pedro,
Zaragoza en el Diario Informaciones, el vespertino madrileño, en marzo de 1963.
El Diario Informaciones
tiene su aquel. Fundado en 1922 dio más tumbos ideológicos que vaivenes
soportó la Historia de España. Durante la Dictadura de Primo de Rivera estuvo
vinculado a banquero Juan March; durante la Segunda República Española estuvo
subvencionado por el Tercer Reich, siguió una línea filonazi, con González
Ruano, Marqueríe y otros. En 1936 fue incautado por la UGT y pasó a ser órgano
de comunicación del PSOE. Con el franquismo lo dirigió Víctor de la Serna con
marcado sesgo hacia el Eje hasta que en mayo del 45 miró hacia la embajada de
los EE.UU. Los democristianos lo tutelaron avanzando los 60 y al
final de la década pasó a manos de Emilio Botín que lo modernizó… y ahí comenzó
Juan Luís Cebrián… y Martín Prieto… y María Antonia Iglesias… y Fernando
Jáuregui… Total, que en los años
previos a la muerte del general Franco incorporó, como en realidad había hecho
desde siempre, un modelo de periodismo ágil y moderno, que le valió ser
considerado el periódico precursor de la Transición. Cuando se fundó El País, lo mejor de la Redacción se
pasó al nuevo diario y… en 1983 desapareció. Ni siquiera Emilio Romero lo pudo
reflotar.
Vanos, que fuere como fuere la cosa política en España,
publicar en Informaciones era un
puntazo. Y ahí Pedro colocó varios artículos.
No tengo la fecha exacta, pero es de marzo de 1963 y Pedro,
don Pedro, se muestra contundente: “Del Turismo en España puede decirse que en
parte ha nacido por generación espontánea y en parte por acción municipal”.
No señala al Estado.
Apunta a los orígenes: “En Torremolinos fue el fin de semana de los
ingleses de Gibraltar…; En el resto de España, por acción municipal…”.
Expone las claves: “Primero la inquietud y luego la imaginación
pusieron las primeras piedras… antes de que comenzara a configurarse… una
política una política específica de fomento y desarrollo turístico…”.
Primero fueron los Ayuntamientos que derrocharon inquietud e imaginación.
Fue complicado: “La labor no fue fácil porque hubo que
crearlo todo a partir de cero. Los Ayuntamientos asumieron responsabilidades al
embarcarse en una empresa cuya naturaleza prácticamente desconocían…
arriesgaron mucho sin otra garantía que la de su fe… Luego
vendría el éxito a confirmar que sus esfuerzos no habían sido estériles”.
Pedro, don Pedro, sigue en lo suyo. Resulta que entonces se
debatía en Madrid hasta dónde llegarían las competencias del Ministerio de
Información y Turismo en el proceso turístico español. Y el alcalde de Benidorm
defiende la parcela del municipalismo: “Aquel turismo municipal, cuyos instrumentos
no eran otros que las oficinas de los Ayuntamientos y los beneméritos CIT,
produjo un tipo de turismo que luego ha sido sumamente beneficioso para el
desarrollo económico del país”.
Pedro, don Pedro, lo califica de Turismo Social y explica que buscando su implantación “…los
Ayuntamientos han podido llevar a cabo obras verdaderamente revolucionarias
transformando pueblos muertos en centros de riqueza…· Llega a decir que
el turismo ha cortado “históricas corrientes migratorias…
modificando el signo de muchas comunidades locales”. Y ahí coloca la frase de
inicio de este Post. Y sí, Turismo
Social.
Pedro, don Pedro, es reivindicativo. Y en aquellos años, ser
reivindicativo no era frecuente y sí un atisbo de ligera inconsciencia. Pero
Pedro, don Pedro, era así y destaca en su artículo que “Esta acción debe, pues, ser
asistida”. Diciendo que la
acción municipal debe ser asistida pide Pedro, don Pedro, -sin decirlo-
pesetas para seguir. Y pone como ejemplo a Benidorm; lo que se ha hecho y lo
que se iba a hacer.
Y como sobre todos pendulaba la espada de las competencias del
Ministerio de Información y Turismo sobre todo lo que tuviera que ver con el
Turismo, Pedro, don Pedro, se despacha con un “creo que sería equivocado el
mermar, limitar o intervenir esa fuente de imaginación y de iniciativas que
constituye cada municipio”. Deja al Ministerio las labores de “vigilancia
y ordenación” del sector; pero nada más; el resto, al Municipio.
Ni que decir tiene que no le hicieron mucho caso, pero ahí
queda su tesón por defender el municipalismo y en reclamar “asistencia”
(pesetas y duros) para que los ayuntamientos continuasen con su labor.
Vale, Benidorm disponía un Plan General de Ordenación que
tenía -más o menos- claro por dónde debían ir las cosas, pero ¿y los demás? Si
-aún- estando el Ministerio por medio se hicieron algunas/muchas barbaridades,
¿qué no hubiera pasado de no existir un órgano superior? Los reinos de taifas
hubieran sido el Monopoly, sin reglas, de la época.
Esto… las cosas de Pedro, don Pedro, me llevan a los
postulados de Graham Hutton. El
veterano profesor británico sostenía por aquél entonces que el “Turismo
es el vehículo del nuevo Humanismo” (Humanismo Siglo XX) y esto le
llevaba a sostener que el Turismo era “una aventura perfeccionadora del
conocimiento y una actividad creadora de la conciencia de planetariedad”.
Sí, planetariedad; a principios de los 60 esto de la globalidad -la
mundialización- no estaba de moda y Hutton se inventó el palabro
‘planetariedad’ como Pedro, don Pedro, el calificativo de Turismo Social para el momento en que las clases medias accedieron
a él.
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