No había hecho más que comenzar 1960 y Benidorm se dio de
bruces con la realidad. La compañía aérea BEA invita a responsables turísticos
de Valencia, Alicante y Benidorm a un encuentro con agentes turísticos en
varias ciudades inglesas y Benidorm delega en Carlos Llorca Timoner, a la sazón 1er teniente de alcalde
y concejal de Obras y Urbanismo.
Y el Sr. Llorca Timoner vuelve de la Pérdida Albión asustado:
el índice de repetición es nulo; “los turistas ‘habituales’ de Benidorm son
cero”. No tenía ni idea, confiesa por escrito, de la importancia de
este tema; y es que allí todos le explican que eso es malísimo. Vale, no hacía
nada que Benidorm había entrado, oficialmente, en esto del turismo moderno,
pero en este viaje se encendieron todas las alarmas. Fundamental la
repetitividad: que el turista vuelva. Ahora mismo estamos por el 72% de índice de repetición, que es
-reconozcámoslo- un índice altísimo; una cifra magnífica.
Y no sólo por eso de la repetitividad volvió Carlos Llorca
asustado.
Resulta que allí todos los que entendían un poco del tema le
decían que “la industria hotelera de Benidorm no está a la altura necesaria para
retenerlos” y le aconsejaban “mejorar radicalmente los servicios”
en los hoteles.
Las críticas se las trajo por escrito: “mejorar en el trato directo, en
la limpieza, en la falta de interés al servir” y en el idioma. La queja
más habitual era “respecto del inglés”; casi nadie lo hablaba y mucho menos lo
hablaba bien. Las quejas llegaban al servicio de habitaciones por la tardanza “a la
hora de hacer las camas”, a las comunicaciones con “teléfonos
sin línea”, cuartos de baño con “averías que no se reparan y pasan los días”
y con el vestuario del personal (chaquetas llenas de manchas).
Carlos Llorca redactó un memorándum y aquí, en la terreta, el alcalde conminó a todos a
solucionarlo. Tomó cartas en el asunto Pedro,
don Pedro, Zaragoza y se volcó en la
figura del director de hotel para organizar el tema. “Aquí hacían falta directores de
hotel”, me contaba en aquellos ratos en la bodega de La Cambreta del Chano.
A los pocos meses del ‘Informe
Timoner’ Pedro, don Pedro, consciente de lo que se jugaba Benidorm y España
en esto del turismo llevó más allá de Benidorm la necesidad de la
profesionalización del sector y la figura del director. El diario Arriba
(16.09.1960) le publicaba un artículo -firmado por el propio alcalde- sobre la
cuestión que afectaba negativamente la imagen de España bajo el título “La
improvisación hotelera, grave problema para el Turismo” donde Pedro,
don Pedro, reclamaba la necesidad de un director de hotel en cada hotel. “En un
hotel es imprescindible un director técnico y especializado”.
Trascendente me resulta leer que “el peligro del Turismo es la
improvisación” y ahí entra a saco el ponente con que hay que evitar “la
improvisación en el urbanismo, la improvisación en la arquitectura y la
improvisación en la operativa”. Denuncia ya el “anárquico crecimiento de la
industria hotelera” por el resto del país, aunque benevolentemente
señala que lo hace “con la mejor intención”. Apuesta por trabajar firme y seguro,
huyendo -insiste- de cualquier tipo de improvisación.
Pedro, don Pedro, reconoce que “el hotelero es el alma del hotel”,
pero quien debe dirigir es el director de hotel y plantea la necesidad de una
profesionalización. “Ocurre con los hoteles lo que con los
barcos. Un barco no puede hacerse a la mar si no cuenta con una dotación de
personal técnico”. E incide en la cuestión de la necesidad del director
tirando de símil: “Para mandar (un barco) se necesitan unos estudios y unas
prácticas; hay que saber navegar y estar en posesión de un título que garantice
pericia”. Machacón. insiste: “una cosa es el armador, o el naviero, y otra
el capitán del barco”.
Reiterativo explica: “dirigir un hotel requiera conocimientos, tacto
y mucha imaginación”.
Y se pone pesado con la cuestión porque “la falta de director en muchos
hoteles está dando lugar a una propaganda negativa fuera de España que de no
ser corregida puede malograr el resurgir turístico”.
Es consciente don Pedro de que “no se pueden inventar directores
de hotel” y que “en España hay más hoteles que directores”,
por lo que exige que esa figura, el director de hotel, sea requisito imprescindible
en hoteles de Lujo, 1ª A y 1ª B bien “de la Escuela Nacional de Hostelería”,
bien “de las muchas y acreditadas escuelas que hay en el extranjero”.
La Escuela Nacional
Superior de Hostelería se inauguró el 4 de marzo de 1959. En ella se
impartían todas las enseñanzas de hostelería y turismo con carácter oficial de
España y entre las que se encontraban gerencia, cocina, servicios y gobernanta
de hotel. En 1960 pasó a ser Escuela Sindical Superior de Hostelería
y en 1964 los estudios de Gerencia se convirtieron en una Diplomatura de
Turismo. La verdad es la “Escuela” arrancó en 1945 en la calle Cervantes, en un
primer piso, cerca de la Gran Vía, para “aprendices, ayudantes y botones”,
bajo la dirección de don Eleazar Bermejo,
director del Hotel Ritz. Pero viendo la necesidad de darle entidad y contenido
se programó y construyó un nuevo edificio en la Casa de Campo y se prepararon
planes de estudio para el curso 1958-1959. En 1962 se instaló en su patio
central una cabina de avión para la formación de azafatas.
Y poco a poco, pero eso ya es otra historia, nos fuimos
adentrando en cuestiones de preparar profesionales para las funciones del
turismo y la intrahistoria del título de director de hotel tiene su aquél.
Aquí, hoy, lo que nos interesaba es que Benidorm estuvo presto
y al quite en la persona de su alcalde: Pedro, don Pedro, Zaragoza. El enemigo
del turismo es la improvisación, que sentenció en el texto… y para no
improvisar reclamó formación profesional, especialmente de cuadros superiores
en los años 60. Tardaría tiempo en verla, pero fue pionero también en esto.
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