Benidorm contó, desde finales de 1959, con un fiel aliado para
llevar a cabo la nueva empresa que el Ayuntamiento y la ciudad acababan de
poner en marcha: su apuesta por la planificación de la ciudad y su explotación
para la industria del Turismo.
Me refiero al Boletín
Municipal que sigue al pie de la letra aquello de formar, informar y
entretener. Bueno, esto último no creo que nadie, en su día, pensara siquiera,
pero es un entretenimiento formativo e informativo su lectura pesado, bien
pasado, medio siglo.
Llena páginas -y no es un reproche- subiendo capítulos de la Historia
de Benidorm de Orts y Verdín;
incluso tira del Archivo Parroquial y las investigaciones arqueológicas del
ilustrado párroco Luís Duart.
Obviamente resume los acuerdos municipales de toda índole y nos cuenta detalles
fantásticos: desde los multados (contra la Ordenanzas o el tráfico) a los
listados de contribuyentes (incluso morosos) a las causas abiertas. Pero
siempre abre, en portada, con una firma ilustre y elogiosa para Benidorm, como
tarjeta de presentación: Otto de Habsburgo, José de Rojas, Marqués de
Valdeiglesias, Francisco Casares, Francisco Orts Llorca, Juan Carlos
Villacorta, Vicente Ramos o Castillo Puche, que ilustró nuestro último Post.
Estaba repleto de detalles. Publicaba mensualmente la cantidad
del cambio de divisas en la ciudad, comprobándose que mes a mes, especialmente
en verano, la cifra iba en crescendo.
Lo mismo ocurría con la venta de sellos de correos (llegando mensualmente al
millón de pesetas), el capítulo de giros postales o la cuestión del telegrama.
Y no me refiero a la canción que ganó un año el Festival de Benidorm -epicentro
de la publicación en el mes de su celebración y en los previos y posteriores
porque daba mucho juego- sino en aquel papel azul que contenía unas pocas, pero
definitorias palabras en una tira blanca (negro sobre blanco) condensando ideas
y finalizando cada idea plasmada con un ‘stop’.
El jornal medio, los presupuestos municipales, los
anteproyectos urbanísticos, cualquier subvención, el cuadro de temperaturas
(atmosféricas y del mar) o el movimiento demográfico de la localidad tienen un
puesto destacado. Y en esto es maravilloso ver que de 0 nacimientos, 5
matrimonios y 2 defunciones pasamos, en tan sólo un año a 12 nacimientos, 10
matrimonios y 6 defunciones evidenciando un muy positivo saldo demográfico.
Lo cuenta todo. Desde la ubicación exacta de Benidorm (38º 32’
4’2” N – 0º 17’ 53’8” W) a la también exacta superficie de 3.798 hectáreas, 59
áreas y 37’5 centiáreas. Hasta que la calle Orts Llorca fue el primer proyecto
terminado en España dentro del marco de la Ley del Suelo. La traída de aguas y
su intrahistoria, el alcantarillado o el problema de la vivienda; de dotar de
una vivienda digna para todos aquellos que hacían funcionar Benidorm.
En sus páginas estaba el listado de alojamientos hoteleros al
despuntar 1960, con categoría y número de camas. Así, las 1661 camas se
distribuyen en 4 hoteles de 1ª A (445 camas), 7 hoteles de 1ª B (390 camas), 11
hoteles de 2ª (490 camas), 2 pensiones de 1ª (56 camas), 6 pensiones de 2ª (186
camas) y 5 pensiones de 3ª (94 camas). Incluso se publica el listado de precios
y… todos aquellos sancionados por cobrar en exceso en cualquiera de los
establecimientos de la ciudad o engañar en el peso. Aquello era transparencia,
oiga.
Por cierto, he descubierto fidedignamente que además de esas
camas hoteleras reseñadas en el párrafo anterior, en aquella España de 1960 ya
estaba regulado el tema de alojamientos en casas particulares. La Oficina
Municipal de Turismo y hasta los directores de hotel tenían un listado de “economías colaborativas” (que hoy
llamaríamos); particulares que acomodaban en casas y pisos que tenían que estar
declarados ante la Delegación Provincial del Ministerio de Información y
Turismo por aquello de la capacidad y condiciones higiénicas. La cuestión era
no perder un cliente; y medio pueblo estaba implicado en ello alquilando (a
través de esa fórmula, o directamente) habitaciones, hasta con derecho a
cocina, o la casa entera para momentos del veraneo.
Hay tal cantidad de datos que cuesta procesarlos, pero ya, en
el verano de 1960 resulta que los ‘extranjeros’ representaron el 56% de los
alojados en hoteles.
En este documento -hoy es un documento para la investigación-
se encontraba todo lo referente a la vida y a la actividad local. Se informaba
al obrero sobre haberes, bajas por enfermedad, participación en beneficios,
recibos, pagas y jornales, horarios, despidos, horas extraordinarias,
clasificaciones profesionales, pasaportes; todo. Se informaba a la ciudadanía
de arrendamientos, traspasos, cesiones, seguros sociales, cotizaciones,
necesidades de ventilación y aireación, medidas de todo tipo para realizar
cualquier proyecto hotelero. El trabajo de la mujer y los menores, las
modalidades del crédito hotelero (que excluían a Benidorm y a Palma de
Mallorca, ¡lo que hay que leer!, a pesar de saberlo y no entenderlo) y hasta el
acceso a las becas. Está todo. Es un manual de supervivencia para el Benidorm
de la España de los 60 donde conviven los mensajes del Sindicato de la
Construcción, la Junta de Abastecimientos, el Pósito de Pescadores o la
Hermandad de Labradores y Ganaderos que recomienda consejos de plantación,
regadío, tratamientos y recolección. Era como la Enciclopedia Álvarez, pero por
fascículos,
Un libro, “El hospedaje
y sus problemas” (Enrique G Estefani y José Visedo), es epicentro de cada
entrega mensual desgranando todos los aspectos del Reglamento Nacional de
Hostelería y todo lo referente a cuestiones de higiene para que la industria
alojativa de Benidorm sea moderna, conforme a ley y eficiente.
Los cuadros mensuales de temperaturas -máximas, mínimas y del
mar- nos hace pensar sobre la ubicación del termómetro y, cuando menos, el
efecto Isla de Calor de hoy…. Pero, en todo caso, es Historia de Benidorm;
Historia del Turismo y merecería el Boletín Municipal más difusión y mayor
proyección.
Nota: mi agradecimiento a Paco Bou por las portadas del Boletín Municipal.
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