Bajo el Grand Erg Oriental (Mar de Arena
Oriental entre Túnez y Argelia) hay agua.
Eso lo sabemos desde tiempos inmemoriales, aunque científicamente se calculara
el volumen en 2012. Ahora, algunos se sorprenden: “Aparece un lago en el desierto de
Túnez”. Y en plan 4º Milenio apuntan a que lo hace de forma “misteriosa”.
Lo de “misteriosa”, se las trae; no
hay tal misterio.
Y en cuanto a lagos, deberían especificar más los Medios
porque en Túnez se localizan varios lagos, aunque los más son lagos salinos
endorreicos (Chotts que ellos les llaman), algunos humedales y el famoso Lac
de Tunís que no es otra cosa que una laguna natural que en su momento
fue puerto natural de la capital tunecina. El lago este es famoso también por
su isla de Chikly donde los
españoles, en el XVI, construimos un fuerte.
Zona de Gafsa, con los Chotts |
El que el lago se nos forme en el desierto, que en realidad
es una zona semidesértica tunecina, no es tan raro.
Hay dos tipos de
desiertos en la zona, los erg y los hamada/reg; los de arena y los de piedras. Las precipitaciones de la
estación pluvial (que la hay hasta en los desiertos) sobre las montañas del
Sahara (en este caso las de Jebel Dahar)
forman fuertes, rápidas y violentas torrenteras que arrancan materiales de las
vertientes y los transportan hasta el llano donde desembocan en cuencas
endorreicas. La repetida, durante milenios, acción conjunta de arroyada,
temperatura y viento construye los reg y la meteorización de las piedras del
reg lleva a los erg. Y así llegamos al entorno de Gafsa, Túnez, donde estas cosas son de lo más normal.
Piscina romana de Gafsa, vacía y con agua; por lo general está más llena, pero no he conseguido foto con ángulo para casarla |
Ya los romanos se asentaron en Capsa (hoy Gafsa) porque tenían acceso al agua y nos dejaron la
piscina romana de Capsa que unas veces está llena y otras, vacía, por
mor de los sistemas de lluvia y escorrentía. Vamos, que por allí aparezca agua
y desaparezca es de lo más normal.
Mapa reservas subterráneas de agua en África (LCU-2012) |
Alguien debería recordar que toda África descansa sobre una inmensa reserva subterránea de agua.
Lo que es un contrasentido, porque allí se pasa mucha hambre y “sólo
el 5% de la tierra fértil de África está irrigada”.
El British Geological
Survey y la London College
University finalizaron hace nada (2012) el gran estudio geológico que ha
sacado a la luz las inmensas reservas de
agua africanas. Incluso en la franja norte africana, dominio del desierto
del Sahara, hay grandes lagos subterráneos. Para el conjunto de África, “el
volumen estimado de agua subterránea en los acuíferos sería 100 veces superior
a la cantidad que existe en la superficie” y no olvidemos una zona
tropical africana del selvas lluviosas que es la monda con chubasquero. Un uso
racional de estas cantidades de agua confinadas en el subsuelo “podría
aliviar la situación de más de 300 millones de africanos que no disponen de
agua potable y mejorar la productividad de los terrenos”. Insisto en lo
del uso racional porque en las zonas donde la evaporación supera la
precipitación habría que ser muy comedido en la extracción.
En el norte de África, la zona que nos ocupa, las bolsas de
agua almacenada presentan dos características que dificultan su extracción: se
encuentran “protegidas” por rocas graníticas de extremada dureza y se trata
de acuíferos que no se rellenan con el agua que les llega hoy de las escasas
precipitaciones. Esas aguas
están allí desde hace unos 5.000 años, cuando el Sáhara era un vergel. El
acuífero del Norte del Sahara (NWSAS-North-Westerm
SaharaAquifer System) tiene encerrado un volumen de más de 1 millón de kilómetros cúbicos de agua (1.030.000 Km3)
de aquellas aguas que recibió hace más de 5.000 años sobre terrenos de Argelia
y Túnez.
Algún estudio asegura que los ríos tunecinos Zeroud, Merguellil y Bebaana
cuando tienen curso -y sobre todo en las crecidas- son capaces de rellenar el
acuífero, pero las capas graníticas que “protegen” el acuíferos hacen efecto
barrera. Se sigue investigando en este campo.
Y también alguien debería recordar que el clima del norte de África, hoy la inmensa banda del Desierto del
Sahara, viene sufriendo oscilaciones
climáticas de órdago. La culpa es del Eje
de la Tierra que completa su ciclo en el movimiento de precesión[1]
tras 25.800 años, y la inclinación del eje cambia, entre los 22’1º y los 24’5º,
cada 41.000 años. Los que estamos
vivos hoy en el planeta con sólo mirarnos en el espejo podemos imaginar que no
veremos los próximos cambios porque, echando un alfarraso, nos deben quedar
unos 15.000 años para el próximo
cambio de inclinación. Ah, la luminosidad solar se mantendrá todo ese tiempo.
Sabemos hoy con supina certeza que entre el 8.000 y el 6.000 a.C. llovió mucho en lo que hoy es el Sahara
y luego la zona se encontró afectada por lo que hoy llamamos clima monzónico cuando alcanzamos una
inclinación de 24’5º en el eje de la
Tierra. A partir del 4.200 a.C. el
monzón sahariano se fue retirando y con el tiempo llegó el proceso de desertización
que es el que hoy conocemos. Las aguas subterráneas del NWSAS son de un poco
antes de la retirada del monzón y ahí han permanecido desde entonces.
El problema de los acuíferos es su sobreexplotación que
puede llegar a su inutilidad o agotamiento.
El que las autoridades tunecinas pidieran prudencia a los
bañistas se debe a que la zona es muy rica en sulfatos y si se confirmaba que
una sacudida tectónica, un terremoto, había permitido aflorar esa agua a la
superficie y llenar una hondonada, lo mismo podía permitir la salida de gases
sulfurados. Es que en África hay un gran temor a los llamados “lagos
asesinos”. Ahí está los casos del tanzanés lago Natrón y del camerunés lago
Nyos. No parece el caso del Lago de
Gafsa, pero las autoridades hicieron bien en prevenir. Incluso tienen miedo
a que acabe como el Lago Chad que
todo el mundo teme, y poco hace por evitar, que se nos seque en la próxima
década.
Veremos cuanto nos dura el lago y a ver si somos capaces de
aflorar sosteniblemente el agua que tanto necesita África y que permanece en su
subsuelo.
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