11 ago 2014

DEL LAGO NUEVO ESE DE TÚNEZ, EN GAFSA, Y DEL AGUA SUBTERRÁNEA EN ÁFRICA



Bajo el Grand Erg Oriental (Mar de Arena Oriental entre Túnez y Argelia) hay agua.

Eso lo sabemos desde tiempos inmemoriales, aunque científicamente se calculara el volumen en 2012. Ahora, algunos se sorprenden: “Aparece un lago en el desierto de Túnez”. Y en plan 4º Milenio apuntan a que lo hace de forma “misteriosa”. Lo de “misteriosa”, se las trae; no hay tal misterio.

Y en cuanto a lagos, deberían especificar más los Medios porque en Túnez se localizan varios lagos, aunque los más son lagos salinos endorreicos (Chotts que ellos les llaman), algunos humedales y el famoso Lac de Tunís que no es otra cosa que una laguna natural que en su momento fue puerto natural de la capital tunecina. El lago este es famoso también por su isla de Chikly donde los españoles, en el XVI, construimos un fuerte.

Zona de Gafsa, con los Chotts
El que el lago se nos forme en el desierto, que en realidad es una zona semidesértica tunecina, no es tan raro.

 Hay dos tipos de desiertos en la zona, los erg y los hamada/reg; los de arena y los de piedras. Las precipitaciones de la estación pluvial (que la hay hasta en los desiertos) sobre las montañas del Sahara (en este caso las de Jebel Dahar) forman fuertes, rápidas y violentas torrenteras que arrancan materiales de las vertientes y los transportan hasta el llano donde desembocan en cuencas endorreicas. La repetida, durante milenios, acción conjunta de arroyada, temperatura y viento construye los reg y la meteorización de las piedras del reg lleva a los erg. Y así llegamos al entorno de Gafsa, Túnez, donde estas cosas son de lo más normal.

Piscina romana de Gafsa, vacía y con agua; 
por lo general está más llena, 
pero no he conseguido foto con ángulo para casarla
Ya los romanos se asentaron en Capsa (hoy Gafsa) porque tenían acceso al agua y nos dejaron la piscina romana de Capsa que unas veces está llena y otras, vacía, por mor de los sistemas de lluvia y escorrentía. Vamos, que por allí aparezca agua y desaparezca es de lo más normal.

Mapa reservas subterráneas de agua en África (LCU-2012)
Alguien debería recordar que toda África descansa sobre una inmensa reserva subterránea de agua. Lo que es un contrasentido, porque allí se pasa mucha hambre y “sólo el 5% de la tierra fértil de África está irrigada”.

El British Geological Survey y la London College University finalizaron hace nada (2012) el gran estudio geológico que ha sacado a la luz las inmensas reservas de agua africanas. Incluso en la franja norte africana, dominio del desierto del Sahara, hay grandes lagos subterráneos. Para el conjunto de África, “el volumen estimado de agua subterránea en los acuíferos sería 100 veces superior a la cantidad que existe en la superficie” y no olvidemos una zona tropical africana del selvas lluviosas que es la monda con chubasquero. Un uso racional de estas cantidades de agua confinadas en el subsuelo “podría aliviar la situación de más de 300 millones de africanos que no disponen de agua potable y mejorar la productividad de los terrenos”. Insisto en lo del uso racional porque en las zonas donde la evaporación supera la precipitación habría que ser muy comedido en la extracción.

En el norte de África, la zona que nos ocupa, las bolsas de agua almacenada presentan dos características que dificultan su extracción: se encuentran protegidas” por rocas graníticas de extremada dureza y se trata de acuíferos que no se rellenan con el agua que les llega hoy de las escasas precipitaciones. Esas aguas están allí desde hace unos 5.000 años, cuando el Sáhara era un vergel. El acuífero del Norte del Sahara (NWSAS-North-Westerm SaharaAquifer System) tiene encerrado un volumen de más de 1 millón de kilómetros cúbicos de agua (1.030.000 Km3) de aquellas aguas que recibió hace más de 5.000 años sobre terrenos de Argelia y Túnez.

Algún estudio asegura que los ríos tunecinos Zeroud, Merguellil y Bebaana cuando tienen curso -y sobre todo en las crecidas- son capaces de rellenar el acuífero, pero las capas graníticas que “protegen” el acuíferos hacen efecto barrera. Se sigue investigando en este campo.

Y también alguien debería recordar que el clima del norte de África, hoy la inmensa banda del Desierto del Sahara, viene sufriendo oscilaciones climáticas de órdago. La culpa es del Eje de la Tierra que completa su ciclo en el movimiento de precesión[1] tras 25.800 años, y la inclinación del eje cambia, entre los 22’1º y los 24’5º, cada 41.000 años. Los que estamos vivos hoy en el planeta con sólo mirarnos en el espejo podemos imaginar que no veremos los próximos cambios porque, echando un alfarraso, nos deben quedar unos 15.000 años para el próximo cambio de inclinación. Ah, la luminosidad solar se mantendrá todo ese tiempo.

Sabemos hoy con supina certeza que entre el 8.000 y el 6.000 a.C. llovió mucho en lo que hoy es el Sahara y luego la zona se encontró afectada por lo que hoy llamamos clima monzónico cuando alcanzamos una inclinación de 24’5º en el eje de la Tierra. A partir del 4.200 a.C. el monzón sahariano se fue retirando y con el tiempo llegó el proceso de desertización que es el que hoy conocemos. Las aguas subterráneas del NWSAS son de un poco antes de la retirada del monzón y ahí han permanecido desde entonces.

El problema de los acuíferos es su sobreexplotación que puede llegar a su inutilidad o agotamiento.

El que las autoridades tunecinas pidieran prudencia a los bañistas se debe a que la zona es muy rica en sulfatos y si se confirmaba que una sacudida tectónica, un terremoto, había permitido aflorar esa agua a la superficie y llenar una hondonada, lo mismo podía permitir la salida de gases sulfurados. Es que en África hay un gran temor a los llamados “lagos asesinos”. Ahí está los casos del tanzanés lago Natrón y del camerunés lago Nyos. No parece el caso del Lago de Gafsa, pero las autoridades hicieron bien en prevenir. Incluso tienen miedo a que acabe como el Lago Chad que todo el mundo teme, y poco hace por evitar, que se nos seque en la próxima década.

Veremos cuanto nos dura el lago y a ver si somos capaces de aflorar sosteniblemente el agua que tanto necesita África y que permanece en su subsuelo.










[1] Cambio lento y gradual en la orientación del eje de rotación de la Tierra

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