Desde que tengo uso de razón he venido oyendo lo del ruido en Benidorm. Vamos, digo
yo, que donde hay ruido es que hay gente.
Ahora lo cosa se ha desmadrado y ha entrado en liza la Generalitat en un
extraña lucha que dará aún mucho que hablar. Ruido, en Benidorm, ha habido siempre. Es una ciudad viva.
De aquél Benidorm de los Ochenta recuerdo que hasta se
precintan equipos de música y la Policía Local iba noche tras noche a comprobar
esos precintos. Después de informatizó y monitorizó la cosa. Pero la gente
salía a la calle y volvíamos a tener el problema. Había “horarios de fiesta” en
bares, pubs y discotecas.
Mapa sonoro del Área de Levante, Benidorm Una noche de verano, julio, percibido a 8 metros de altura |
La crisis ha disparado la presencia de gente en la calle
(botellón) y la Ley antitabaco ha sacado el cigarrillo a las puertas del local
y el que fuma, habla. Total, que el
ruido en la calle está asegurado. Sólo los fumadores de cigarros somos
capaces de fumarlos en silencio, admirando el carácter de veguero y sintiéndolo.
Pero, considero yo (arrogándome capacidad para ello) que ese ruido es la música de estar vivos una
año más para el turismo. Y alguien habrá que saldrá perjudicado con todo
esto, porque nunca llueve (y aquí eso es cierto; que nunca llueve) a gusto de
todos.
Ahora resulta que hay hasta una Plataforma de Afectador por el Ruido en Benidorm haciendo cruzada al respecto y hasta en “mi propia” urbanización
una venerable señora anduvo intentando recoger firmas contra el ruido. Pinchó
en hueso la buena señora. Se nos presentó un domingo, con aperitivo vecinal por
medio, con los folios en la mano y varios bolígrafos. Con la de sitios que hay
para perderse por el planeta y vino a dar la buena señora -y nueva vecina- con
una colla de talibanes benidormeros de provectas edades y venerables profesiones
que danzábamos frenéticos (domingo, cervezas y palomitas[1])
alrededor de la piscina comunitaria al grito de “marcha, marcha, queremos marcha, marcha”. A mí no me molesta
el ruido de Benidorm; es rumor Benidorm, como el rumor del mar. En verano
suena más; lo sé.
Yo,
resulta que he oído el silencio… y es aterrador.
No
cambio Benidorm por nada. Ahora mismo (12’40 h.) en la Avenida de
Europa sólo los intervalos de tráficos, por mor de los semáforos, interrumpen
el canto de las chicharras. Ah, Carlos pasó esta mañana el cortacésped a la
intempestiva hora de las 9 haciendo un ruido atroz mientras segaba la vida de
los tallos de la gramínea.
Sensores del Proyecto Gedeón |
Tal vez algún experto en acústica debería ir explicando por
aquí lo que ocurre en la conjunción de torres, bandejas comerciales y viales.
Mira por dónde, un fallo a la edificación en altura: multiplica el audio. En el Casco Tradicional es que las calles no
dan para más y allí retumban hasta las pisadas de un solitario gato en la
madrugada invernal. No quiero imaginar el verano.
Yo no
concibo otro Benidorm que éste; mejorable que es, pero que me
gusta. No resiste la prueba del algodón porque le pierde la escena urbana de
tan machacada que está, pero es Benidorm. La avenida de Europa, en los
amaneceres veraniegos (bajada natural de la zona de discotecas con algún kebab
para “desayunos” estratégicos previos a un repunte de la reseca) es un altavoz
de chabacanerías juveniles y de gente ya no tan moza. Pero pasa el verano y se
pasa esa página
.
Bueno, también reconozco que nos hace falta un pellizco de
civismo.
España, con
datos de la OMS[2],
es el país más ruidoso de la UE. Y el segundo del ranking mundial; sólo
nos supera Japón. Un estudio de GAES[3]
cuenta que “un 48% de los españoles están
seriamente afectados por los ruidos” y que “el 91% de la población (entre los que me encuentro yo, que ya debo
andar metido en la presbiacusia[4];
toda la vida con auriculares por lo de la radio me lleva a esto) no percibe que el ruido sea un problema”.
Tal vez por eso se han inventado lo del 30
de abril: Día Mundial de Concienciación contra el Ruido.
Benidorm. Sensores de los equipos de música monitorizados. |
Dicho esto, y tras haber puesto mis barbas a remojar porque
los anti-ruido son horda, debo reconocer que “el efecto ‘silencio’ cada vez
vende más en el mundo del Turismo”, cuestión que le oí decir -y por
ello anoté- al economista y técnico urbanista Alfonso de Esteban (U. Complutense) en aquél Curso de Verano sobre
Medio Ambiente, Turismo y O.T. (Ordenación del Territorio y no la chorrada de “Operación Triunfo”; si no lo digo me
enveneno de tanto morderme los labios) de 1998
(20 al 24 de julio). Y de eso hace 16 años. Entonces se habló del “Mapa de Ruidos”, clave en las ciudades
turísticas. Yo es que me acuerdo de estas cosas; ¡que no habrá planificado Benidorm para seguir en la brega! Otra
cosa es que lo aplique por la oportunidad y capacidad de sus políticos de
turno.
Y Benidorm, desde 1995,
tiene Mapa de Ruidos, a través del
desarrollo de su Ordenanza de Medio
Ambiente. Luego existe una Directiva Comunitaria (2002/49/CE) que señala la necesidad de un Mapa Estratégico del Ruido en sus vertientes de niveles de ruido y
exposición sonora para tomar medidas en beneficio de la población. E incluso
hay legislación patria específica posterior, y muy interesante. Y Ordenanzas
municipales posteriores, que en este siglo también se han hecho cosas.
El mapa
de ruidos es una representación cartográfica del ruido de la ciudad
(presión sonora, que dicen los entendidos). Con él, y ante él, se pueden adoptar
acciones de prevención y reducción. Y ahí, sin lugar a dudas, es dónde
tenemos un frente activo. ¿Consultan quienes deben el Mapa de Ruidos?, ¿se
pasean por donde deben para ver si es verdad? En lo de las medidas no entro
porque no sé yo mismo las que adoptar.
El
tráfico rodado es la principal fuente de ruido. En
Benidorm, por su estructura edificativa, se llevan la palma las ambulancias;
cuatro que hay, y parece esto Chicago en hora punta nocturna cuando la Ley Seca.
Bueno, las sirenas en general se oyen que da gusto. El ocio nocturno en zonas urbanas es casi tan importante en decibelios
como el tráfico a la hora de generar problemas de ruidos. Luego están el vecindario y los particulares de absoluta
indigencia cívica. Pero aquí no estamos por esto.
En el tema de ruidos hasta el Ministerio de Medio Ambiente
(Agricultura, Alimentación y M. MAB) tiene una web específica para el tema a través
del SICA (Sistema de Información
sobre Contaminación Acústica) pero que no desciende al nivel urbano, que es
competencia municipal.
Y, finalmente, Benidorm está dentro del proyecto Gedeón[5]
cuyo objetivo es “implementar un sistema capaz de servir de soporte para una política de
gestión medioambiental en materia de ruido que sintonice con las necesidades
particulares de la ciudad” porque aquí se trata de compatibilizar ocio y fiesta, ocio y tranquilidad. Benidorm cuenta
una página web específica -elruido.com
(Proyecto Gedeón)- donde se sigue al momento el capítulo del ruido y uno puede
estar informado puntualmente de cómo suena el parque... y de las medidas a
tomar.
No, si al final va a resultar que todo esto es filosofía.
Con lo bonito que me había quedado.
[1] Refrescante
aperitivo a base de anís seco y agua muy fría, sabiamente combinada en
adecuadas dosis de uno y otra. Esta costumbre fue importada del norte de
África, de aquellos tiempos en que las gentes de aquí hacían migración gaviota
hacia los campos de cítricos argelinos a principios del XX
[2]
Organización Mundial de la Salud
[3] Ruido y
Audición en España; GAES 2014
[4] Pérdida
progresiva de la capacidad de oír frecuencias altas por deterioro del sistema
auditivo por edad. La Presbiacusia es al oído como presbicia lo es a la vista.
[5] Sistema
de Monitorización, Información y CONCIENCIACIÓN de los niveles de ruido
producidos por fuentes urbanas
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