Comenzaremos esta segunda entrega citando al Instituto de la Juventud y Promoción Comunitaria,
que es ya una cosa de 1977 y estaba adscrito al Ministerio de Cultura; Se
dedicó a mantener la estructura de las vacaciones sociales ligadas a la
juventud y desde 1985 se quedó sólo en Instituto de la Juventud. Antes, en
1983, se había creado el Consejo de la Juventud con el
objetivo concreto, entre otros, de potenciar esta prestación, pero habrá que
esperar toda una década (1993) para que se active su Programa de Turismo Social
juvenil, con desigual fortuna.
Pero ya vamos a centrarnos en los seniors, que de los
juniors llevamos una jartá.
Para ello será fundamental en este proceso la creación del Instituto Social de Tiempo Libre (1979),
el primero con personalidad jurídica propia para llevar a cabo iniciativas
claras: iba a ocuparse de gestionar lo que antes llevaba la Obra Sindical de Educación y Descanso,
ahora suprimida, creándose a partir de él los Servicios de Promoción de Actividades Recreativas y Deportivas y de
Turismo Social. Aquello fue el embrión.
En 1980 llegaría un nuevo Estatuto de los Trabajadores, que
lo cito simplemente porque existió; aunque no manifestó en modo alguno su apoyo
al turismo social.
Pero sí quiero citar la Ley sobre integración social de los
minusválidos (1982) que al señalar el derecho “al ocio y tiempo libre”
de estos colectivos, llega a señalar asignaciones de los PGE; por eso yo lo
incluyo en este capítulo de vacaciones sociales.
En esa línea del tiempo, en 1983 se crea el Instituto de la Mujer que contará desde
el primer momento con el programa Estancias de Tiempo Libre para
mujeres con hijos a su cargo. Sí, no es
cosa de la Tercera Edad, pero su programa será decisivo.
Y no me he olvidado del IMSERSO y la configuración en España
de los primeros Servicios de Bienestar
Social (los Servicios Sociales) como un sistema público y organizado de
protección social con vocación universalista, que se podía leer en
algún programa. Es que el Instituto de
Migraciones y Servicios Sociales (IMSERSO)[1]
-que hoy llaman “de Mayores y Servicios
Sociales”- recogió el programa de prestaciones previamente implantadas,
como las del Servicio de Recuperación y Rehabilitación de Minusválidos Físicos
y Psíquicos (SEREM) y el Servicio de Asistencia al Pensionista (SAP); ¡Ojo, que aquí está la clave! El
SAP, surgido del Plan Gerontológico Nacional de Mutualidades laboral (apartado
“Ayuda a Ancianos”) funcionaban mejor
sobre el papel, pero apostó por trabajar los viajes de los mayores.
El caso es que hasta 1985
no se verá el programa de viajes de las personas mayores, pero las experiencias
conseguidas desde la puesta en marcha la campaña Juntos en Navidad (1980)
sentaron las bases de este experimento de modelo vacacional que es hoy el
Programa de Vacaciones de la Tercera Edad. Juntos en Navidad sacó a los mayores
a centros turísticos de playa, en grupo, y con animación.
Pero, hay que reconocer, sin lugar a dudas, que uno de los
pioneros de las modernas vacaciones sociales para mayores fue el Ayuntamiento de Madrid que en 1980 -y
dentro del programa Turismo para todos- inició el programa Vacaciones para Pensionistas
(madrileños). Por este programa algunos otros grandes ayuntamientos se
interesaron. Hubo también grandes iniciativas posteriores, como las de la Diputación Foral de Vizcaya (Departamento
de Bienestar Social), conjuntamente con los de las Diputaciones de Álava y
Guipúzcoa, quienes pusieron en marcha,
en 1988, un programa propio de
vacaciones para la Tercera Edad -con destino a Baleares, Cataluña, Andalucía y
Levante- que competía con el programa nacional.
Y a lo que íbamos. El solar del IMSERSO, en 1984, se ilumina
con la idea de unos espabilaos baleáricos (algunos, con tintes ideológicamente
vinculados a la línea de aquél gobierno) que vendieron muy bien -a quién tenían
que vendérselo- que con el “nuevo” programa
de Vacaciones para la Tercera Edad -que
ellos proponían- se proporcionaban vacaciones a un grupo de personas que habían
trabajado muy duro y que por fin -y con limitaciones económicas aún- podían ir
de vacaciones “a Mallorca”, y se
paliaba el desempleo temporal del sector turístico balear muy afectado por la
estacionalidad. Bueno, la verdad que así estaba también el resto turístico del
país .
Llegados aquí, me gustaría señalar que cuando se pone en
marcha el programa (1985) el 55% de nuestros mayores de 65 años no tenía
estudios más que elementales (y en ocasiones medios) y que el 12’9% era aún
analfabeto. Habían trabajado muy duro en los años del “Milagro español” y ahora
la nueva España les brindaba la oportunidad de vacacionar en condiciones
favorables.
La idea de sus vacaciones, que no estaba mal -pero que
encerraba su mordida-, fue comprada de inmediato; y puesta en marcha para el
año siguiente: 1985. Y para que no se “notara” mucho el tinte balear se incluyó
en el primer paquete (vacaciones 1985/86) los destinos de Alicante y Benidorm.
Así salieron 16.000 plazas a la venta: 11.000 para Mallorca y 5.000 para
aquellos otros dos enclaves de la Costa Blanca. Ni que decir que fue un éxito.
¿Qué digo éxito?; ¡Exitazo! Tanto, tanto, que para la campaña siguiente
(1986/87) se programaron 152.500 plazas.
El salto cuantitativo (de 11.000 a 152.000) ya puede dar idea del pellizco; y
además sumaron al programa Murcia y Andalucía como receptoras de aquél maná. El
primer año, sufragó la parte señalada del programa de vacaciones el Fondo de Solidaridad
para el Empleo y en los siguientes se buscó intermediación de concesión y se
afinaron los requisitos de los establecimientos para poder entrar en el
programa (incluso presencia de médico y ATS y hasta menús especiales con cava).
Invierno Balear
fue la que gestionó el salto. Las siguientes ediciones las coordinaron Marsans y Ceres. La 3ª edición alcanzó las 225.000 plazas y 250.000 plazas la
4ª. Y no sigo porque esto va de Prehistoria de las vacaciones sociales. Pero sí
les recuerdo que Viajes Ceres, SA
era una de las tapaderas de Filesa-Malesa-Time Sport… ¿Se me van acordando ya? ¿Se
me acuerdan de lo de aquél primo manchego de Bono?, ¿de la Fundación para el Adulto Mayor?… Vamos,
les resumo: que se cobraban viajes que no se realizaban… y se financiaba. Un
lío que aún colea… mientras algunos de aquellos gestores siguen hoy en día merodeando
el programa; ah, y el IMSERSO, que era avalista subsidiario, no se dio ni por
aludido. ¡Qué tiempos!
Con todo, Ahora, 2015/16 estamos en más de 900.000… pero la
cosa estructural sigue generando igual. Pero ha cambiado algo: ahora los
clientes son de colmillo retorcido, las precios más ajustados, las exigencias
mayores y siempre pende, cual espada de Damocles, que el cliente insinúe que
“se queja” y con “su queja” te quedas fuera del programa. En casa y con miedo.
Al inicio prehistórico del programa sorprendió -le leo a E.
Ortega en “Vacaciones y Turismo en la
Tercera Edad”- que la provincia española elegida por un mayor
número de personas como destino de sus vacaciones fue
Alicante, y que la localidad elegida más frecuentemente para
pasar las vacaciones por un mayor número de personas fue
Benidorm. Más que Alicante o Palma de Mallorca.
Sólo una pregunta: ¿Interesa el Programa? Ilustra esta
entrada un mapa de flujos, de la primera edición general del programa (lo
reconozco, la del incremento gordo; pero vale para todas, porque no he
encontrado más mapas). Échenle un ojito y miren si se puede programar, desde
Benidorm, un sistema vacacional invernal. Ahí lo dejo.
[1]
El Real Decreto-Ley 36/1978, de
16 de noviembre, sobre gestión institucional de la Seguridad Social, creó el
Instituto Nacional de Servicios Sociales (INSERSO; con N). Posteriormente, el Real Decreto
140/1997, de 31 de enero, cambió su denominación a Instituto de Migraciones y
Servicios Sociales IMSERSO; con M), al incluir entre sus competencias la de inmigración. Finalmente, el Real Decreto 1600/2004,
de 2 de julio, que desarrolla la estructura orgánica básica del Mº de Trabajo y Asuntos Sociales, fijó su
denominación actual como Instituto de Mayores y Servicios Sociales (y se
mantiene como IMSERSO).
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