En el último Yale Environment 360 de la Yale School of Forestry & Environmental
Studies, que en cristiano viene de la mano de Universia, se trata el tema de los problemas de las presas en
China.
A Paco “el rana” le ha salido un
competidor total hoy en la persona de Li
Kequiang, primer ministro chino. Bueno, los chinos se empeñaron en superar
a don Francisco ya en 1949 y desde 1950 a nuestros días han construido 22.000
presas (de más de 16 metros de altura -de más de 100 la mayoría-; la mitad de
las que existen hoy en el mundo) en sus ríos. Pero es que el señor Kequiang va
más allá con el nuevo plan quinquenal 2016-2020 (el PQ XIII) presentado a finales
del año pasado. Hay quien dice que como Hu
Jintao, el anterior, era ingeniero de ese campo, pues no paró durante su
mandato de alentar construcciones y bendecir presas similares a la de las Tres
Gargantas.
Bueno, eso de alterar el curso de las cosas de la Naturaleza
lo llevan los chinos impreso en el ADN. A nosotros nos tuvieron que invadir los
romanos para enseñarnos algo de hidráulica; los chinos, llevan más de 2.200
años alterando las cosas con ellas… y algunas siguen en marcha aún hoy en día. La
presa de Cornalvo (y la vecina de Proserpina) se terminó hacia el año 130
d.C., y aún hoy es carismático y emblemático lugar para Mérida; el sistema del Dujiangyan sigue en activo y es del
siglo III a.C.; ahí es nada.
Ahora sabemos que la famosa Presa de las Tres Gargantas, la más grande del mundo en cuanto al
mayor proyecto hidroeléctrico (iniciado en 1994 y finalizado en 2008; operativo
desde julio 2012), ha sido un desastre: migración forzada de millones de
chinos, altas tasas de desempleo regional, mortales deslizamientos de tierras, conatos
sísmicos y contaminación y problemas medioambientales… justo lo que se previó
en 1980 cuando se proyectó. Y a pesar de ello, ¡adelante como los de Alicante!
Al final, produce energía eléctrica.
El actual Plan Quinquenal prevé que en 2020 China genere
120.000 MW de energías renovables y la parte del león se la han adjudicado a la
hidroeléctrica porque “las presas son seguras -y la de las
Tres Gargantas me la han montado sobre una falla-, evitan la contaminación
(¿?), redirigen el Cambio Climático (más ¿?), controlan inundaciones y sequías
(puede que…) y -atención- mejoran la vida de las personas (triple
¿?, ¿?, ¿?)”. Estas cuestiones son… ¿interpretables? Cuanto menos, lo son; pero
las dicen los responsables gubernamentales amarillos.
Ahora mismo (enero 2014) con arreglo al PQ XII (2011-2015) hay -sólo- un centenar de presas en diferentes
estadios de construcción en el sistema Yangtsé
(Yangtsé-Yalong-Dadu-Min). Además, en el PQ XIII hay programadas
veinticuatro presas más en el río Lancang…
que en realidad es el Mekong (los
chinos se empeñan ahora en señalar que es el Lancang) y eso ha molestado
sobremanera a los demás países que viven del Mekong: Myanmar (antes llamado
Birmania), Laos, Tailandia, Camboya y Vietnam… y eso que China es socio de la
llamada Comisión del Mekong desde 1996, que si no…
Y para poner la guinda en este pastel China ha decidido
represar los dos últimos de sus grandes ríos “libres” que no son otros que el
río Nu (el Salween de los Birmanos)
y el Yarlung Tsangpo (que es el Bramaputra
de los indios de la India y el Jamuna en Bangladesh). Los chinos
dicen que estos ríos nacen en la meseta tibetana y que son más suyos que de los
demás y que si quieras arroz, Catalina… vamos que te arremangues que para allá
van 28 presas nuevas.
Ante esta “amenaza” en abril de 2012 la canadiense Probe International publicó su informe
sobre la estructura geológica de la zona del conjunto Yangtzé y en particular
sobre Zipingpu, la poca estabilidad sísmica de la misma y las alteraciones que
provocan las presas en el equilibrio existente. La ONU los ha tomado en serio y
ha advertido al gobierno chino con ejemplos muy claros.
El caso más evidente, pero no el único, es el de la citada presaZipingpu (río Min; 156 m de altura, año 2001). Hasta la Administración Sismológica
de la República Popular de China (CEA;
habitual colaboradora del Instituto Hidrológico Nacional, de España) lo
advirtió... pero se pasaron el informe por el forro. Entre 2007 y 2008 se llenó
el embalse… y en mayo llegó el terremoto de Wenchuan (80.000 muertos). Se
aligeró el nivel de la presa… y la actividad sísmica cesó… y con la
tranquilidad del momento se volvió a recuperar el nivel de máxima capacidad de
la presa a finales de 2012… y en abril de 2013 llegó el terremoto de Ya’an (200
muertos y 5.000 heridos)… Y la inestabilidad sigue.
Y eso no es lo más grave en sí mismo: sólo con que una de
las presas del curso alto de un río de estos fallara sería como una especie de
tsunami sobre las demás presas que están aguas abajo; caerían como fichas de
dominó. En 1975 ya ocurrió eso con la presa Banqiao (1951, asesores rusos, 117 m; río Ru) bajo los efectos del tifón Nina (eran pocos y rompió aguas la
abuela). La presa reventó y hasta siete presas más, aguas abajo, hicieron lo
mismo: 26.000 muertos directos y otros 145.000 de secuelas posteriores (hambre
y epidemias).
En China, como en casi todas las partes del mundo, para
construir una presa es necesario un EIA
(Estudio de Impacto Ambiental), pero allí sólo se trabajan sobre el punto
exacto de la misma, sin contemplar mayor territorio. Son estudios puntuales. Y
luego pasa lo que pasa.
La sismicidad inducida por embalses es algo que ya se
empieza a tener muy en cuenta. En los años 30 (siglo XX) en el embalse de
Maratón, Grecia, se destapó el problema. En 1945, con los efectos generados por
la presa Hoover (USA) se comenzó el estudio. Pero hasta el desastre de 1967 en
la presa Koyna (India) no se tomó suficientemente en serio el problema. Y eso
que la cosa venía precedida por otros tres desastres: Xinfengjian (China,
1962), Kariba (Zambia, 1963) y Kremasta (Grecia, 1966). Hoy se sabe que actúan
dos fuerzas para desencadenar el proceso: el efecto de carga de la columna de
agua y el incremento de la presión de poros.
En España, la sismicidad inducida por embalses, no llega a
niveles chinos. Aquí tenemos el caso de la presa de Itoiz a la que le han
adjudicado, una vez llena, el terremoto del 18 de septiembre de 2004… y hasta
casi 500 sismos menores más, aunque ahora van descendiendo… Ahora mismo Itoiz
se encuentra al 79’83% de su capacidad, un poquito más alto que en 2013 y…
desaguando.
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