Sí, como Moustaki, yo declaro el estado de felicidad
permanente y el derecho de cada uno a todos sus privilegios… Y puestos a
declarar, declaro más cosas. Y como es de privilegio, voy y digo que…
Como a año nuevo le corresponden causas nuevas, yo declaro mi voluntad de no volver a
ejercer más de reciclador. Estoy harto de que no se valore mi esfuerzo y he
decidido -privilegio mío que es en my estado de felicidad permanente al que
aspiro- tirar por la calle de en medio y pasar muy mucho de ir a los
respectivos contenedores a depositar en ellos el vidrio, el cristal, los
envases, el papel, el aceite… Hasta aquí he llegado. Me planto. A partir de
ahora, si no me lo compensan, que se reciclen ellos.
¿Qué gano yo haciendo ese esfuerzo?; ¿me repercute en algo?
¡¡En nada!!
He llegado a la conclusión de que esto del reciclaje sólo le
viene bien a mi amigo Camacho, porque a mí, en todos estos años, no me ha
supuesto más que sinsabores: en casa, en la calle y en el trabajo. Todos se me
han choteado en un momento u otro por lo que consideraban “mi manía” de
reciclar.
No hago más el tonto.
Todo lo más que consigo es me engañen y me hagan pagar más;
incluso pagar por lo que antes no pagaba. Esto es ridículo: pagar por
contribuir a pagar para preservar el mal llamado Medio Ambiente. A partir de
hoy pagaré, pero el canelo que se lo hagan ellos.
Es que hasta en el combustible salgo perjudicado. Hasta
ahora todo ha sido retirar mi aceite doméstico y llevarlo al depósito
correspondiente. Unos tipos lo recogen, lo limpian, lo “digieren” y ¡me lo
mezclan! con el combustible que ya pago a precio de oro (negro) y que por ley
pueden meterle hasta un 20% de eso que yo les entrego por el morro, con mi
esfuerzo de llevárselo hasta su contenedor. Es que llenar el depósito de diesel
me cuesta lo mismo que al ciudadano/a que no recicla su aceite. Pues eso, que
les den.
Pero me cabrea aún más que en la estaciones de servicio que
no te pongan el cartelito de que le terminas echando hasta un 20% de aceite
reciclado (como sí se hace en otros países cercanos) cuando repostas me parece
de una desfachatez morrocotuda, digna del juzgado de guardia de turno.
Y luego está que yo tengo a la familia de los nervios con
todo eso de: “echa esto en esa bolsa, y
esto otro en la otra; y las botellas allí, y los envases acullá…” para que
encima los tenga que transportar personalmente a los iglús y contenedores de
rigor, y el Ayuntamiento me suba la tasa de basura, en vez de bajármela
premiando mi comportamiento ciudadano.
Pues, también, que les den.
Exactamente, que les den por donde amargan los pepinos.
Desde hoy, y esta es mi Declaración, paso a ser como todo el
mundo y dejo de ser el bicho verde que hasta hoy he sido.
Pero es que hay algo más terrible que contribuye a este giro
drástico en mi voluntad recicladora; que contribuye a esta Declaración… a pesar
de mi voluntad de permanecer en este estado de felicidad permanente que me induzco.
Atención, pregunta:
¿Dónde va a parar el dinero que pago al adquirir un producto para garantizar su
reciclaje? Sí, porque cuando compro electrodomésticos pago religiosamente la
tasa puñetera del reciclado.
Pero es que voy a más: ¿Quién gestiona ese dinerillo? Y
termino inquisidor: ¿se destina realmente ese dinero a ese cometido? Es que
estoy indagando por ahí… y veo que no. Aquí hay unos espabilaos -¡jo, qué
envidia; pillaron ellos el negocio!- que se han enfundado en verde y se han
montado el chollete este que entre
todos les pagamos y pagamos y yo no veo que esto me repercuta en nada.
Es que los fabricantes han incrementado el precio para
endilgarle a los productos la tasa de reciclado, que pagamos y… no siempre
termina con que el aparato se recicla; pero yo ya pagué. Es indignante.
Bueno, el caso es que declaro que: a partir de hoy va a reciclar
la concuñada del Vengador Gusticiero,
y su pastelera mother. Me harán pagar
la tasa famosa esa cuando compre algo, pero, como lo pago yo, si quiere que recicle:
¡que me lo gratifiquen!
Y si el Ayuntamiento no quiere que se le apolillen los iglús
y contenedores que benefician a terceros, que me recompense mi esfuerzo,
primero.
Ganemos todos.
A partir de ahora va a reciclar Rita The Singer. ¿La
conocen?
PD.- Si hay por ahí algún alma caritativa que sea capaz de
devolverme la ilusión en lo que hacía hasta hoy, reciclar, que lo haga. Pero es
que me siento estafadísimo.
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