Bueno, será ya hora de que comience a contar alguna cosita
de las que Manchester encierra. Y voy a comenzar por, creo, la más pequeña de
las cosas que vi: el Papiro 52. Está
en la Biblioteca Rylands: una gozada de edificio.
El papiro este es más pequeño que el resguardo de una
bonoloto de una columna para toda la semana. Está en medio de dos bloques de
metacrilato, en una vitrina, iluminado tenuemente, porque se trata del
manuscrito, en papiro, más antiguo del que se tienen noticias del Evangelio de San Juan. Es del año,
década arriba-década abajo, 125 de
nuestra era. Está escrito en griego y en el anverso están parte de los
versículos 31 al 33, del capítulo 18, y en el reverso parte de los versículos
37 y 38. Fue descubierto en 1920 en Egipto y, tras su estudio y datación, desde
1934 descansa en la Biblioteca John
Rylands. Como se conoce el Evangelio de San Juan, leyendo lo poco que queda
del papiro se sabe lo que contenía.
Fascinante.
Pero es que la JRUL,
que es como ellos llaman a la John
Rylands Universitary Library (porque desde 1972 es una Biblioteca de la
Universidad de Manchester, fusionada con otra), es en sí fascinante a más no
poder. Obviamente tiene una cafetería al mismo nivel. Es la mayor biblioteca del Reino Unido y cubre, atención, todas las
áreas de conocimiento que abarca la Universidad
de Manchester… y repletita de servicios a todos los niveles.
La John RylandsLibrary “original” la mandó construir en 1899 Enriqueta Rylands en memoria de su marido John. Es un rotundo
edificio neogótico, de la época victoriana, preñado de detalles de aquella moda
(el movimiento Arts & Crafts) que pululó por Inglaterra y la Europa rica
(y Manchester era riquísimo a finales del XIX) impregnándolo todo de toques medievales
y floridos como grito de color despavorido contra el movimiento industrial que
todo lo teñía de ocre y carbonilla. Vamos, una especie de verdes intelectuales
de entonces.
Tiene la biblioteca una pinta de catedral gótica que impacta en el
trocito de la Deansgate que ocupa. Tiene hasta cripta, aunque no logré
enterarme qué había dentro (mi inglé sigue
dejando muchísimo que desear, pero no me impide beber cerveza).
La biblioteca -original- del Sr. Rylands comenzó como
teológica (y encima contiene el Papiro 52) pero poco a poco se fue ampliando. Vamos,
que a la Sra. Rylands le dio por comprar, y pasta gansa tenía, toda biblioteca
particular que se pusiera a su alcance, y así se hizo con algunas menores y
bastante famosas (como la del 2º Conde Spencer, la Biblioteca Althorp,… lo
que impidió que le llegara a Lady Di (Lady
Diana Spencer, princesa de Gales) -que fue hija del 8º Conde Spencer-, y que fue
también biblioteca de los Duques de Marlboroug… uno de ellos fue el que se fue
a la guerra -un tal Mambrú- en España) para ampliar los fondos.
Hoy, la JRUL, son cuatro edificios, pero “el monasterio”
original me conquistó. Aquellas paredes encerraban saber y ciencia; lo
protegían del “rugido hosco” de la
ciudad y lo mantenían “en la quietud del
claustro interno de Rylands”, como reza el folleto “What’s On…”.
Libros antiguos a porrillo, perfectamente conservados, y
libros modernos a la última. Todo lo que se pueda desear. Y el ambiente… ya lo
quisiera el Harry Potter ese.
En la colección de Papiros de la Rylands destaca el 52, pero
hay más: la colección arranca en el siglo 14 aC y contiene más de 3.000 de esas
rarezas que van desde la petición del escriba del templo sobre las cuitas de
Dario I a una copia del Evangelio apócrifo de María Magdalena (el P463), o la
primera oración a María (“la que dio a
luz a Dios”) conocida, el Theotokos. Me imaginé a mi padre disfrutando
entre aquellas maravillas del griego koiné; lo hice por él. Increíble. Informo
que si de inglé voy mal y cortito
(aunque hago esfuerzos), de griego clásico, por muy koiné (común) que sea, voy…
voy… esto… en realida: en griego, ni voy ni se me espera.
Por cierto, en la JRUL hay tours especiales para recorrer el
laberinto de estanterías y mucha, muchísima, atención para los niños. Igual que
por aquí… permítaseme la salvajada.
Ya, para colmo, me encontré con que la exposición “de turno”
trataba sobre la “Misión Polaris” (Polari Mission), traduje yo en mi incompetencia
lingüística y dejé que mi imaginación me llevara hasta… no sé dónde. No había
agentes secretos en misión para salvar el mundo, misil Polaris por medio, ni
estábamos en el relato (en una biblioteca estaba, y era lógico así pensar) de
H. P. Lovecraft y el ojo vigilante que es la Estrella Polar. Pero en cuanto me
leí algo de los textos vi en los paneles informativos resulta que aquello iba
sobre “Polari, una de las lenguas más amenazadas del mundo”; una colaboración
entre la lingüística y la informática para preservar la forma secreta de
lenguaje de las comunidades LGBT; una subcultura gay muy popular en Gran
Bretaña entre los años 30 y 60 del siglo pasado. Acabáramos. La expo está bien,
pero me costó la intemerata dar con el quid de la cuestión. Yo que ya andaba
por la estación polar Cebra…
Y aunque el café del JRUL está muy chulo y la fauna que lo
habitaba era interesantísima, emergió en mí mi montaraz espíritu, primitivo a
más no poder, y sabiendo que en nada y menos cerraban la JRUL, encaminé mis
pasos al Wetherspoon más próximo (The Seven Stars, que es de Lloyds Bar) porque
aún había de esperar a que las echaran de Harvey Nichols (yo a la biblio desde
las 12 del medio día, y ellas de tiendas) para terminar bien el día. Unas buenas
pintas lo soportan todo. Además, en Printworks (que es donde está este
Wetherspoon) hay un trocito de historia moderna del Manchester de hoy y de la
Gran Bretaña sufridora de los atentados del IRA… pero eso es otra historia.
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