Ustedes creerán que exagero, pero no. He escrito de esto
hasta hacerme pesado, lo reconozco; y suplico su perdón. Pero es que me tienen
frito con esta manía de lanzarse el “municipio turístico” a la cabeza unos y
otros políticos de mi pueblo. Vale que fuimos los primeros en pedirlo allá por
el 58 (y oficialmente en el 62) y que somos “los únicos” que no estamos en la
pomada, pero es que nos dotamos de una ley que nos deja un poquito al margen y
eso hay que arreglarlo. Y no vale con sacar la mierda a pasear, porque huele.
El bueno de Charlot, en “La
quimera del oro” le saca el mismo partido a su bota que los políticos de
Benidorm al “municipio turístico”. La idea -del símil- no es mía; su paternidad
recae en un alcalde de Benidorm: Vicente Pérez Devesa. Aunque él lo utilizaba
con la auditoría que se hizo en 1991 al gobierno local y con su habitual
maestría: lo estiraba como el chicle y luego lo vulcanizaba para el impacto. Yo
no llego a tanto: me falta azufre, sulphur; aunque me sulfuro con menos que
nada.
Librar la dura batalla para combatir el hambre (necesidad de
alimentos) lleva a Charlot a meter en la cazuela su bota; la dura batalla para
combatir el hambre (necesidad de fondos económicos) lleva a los políticos
locales a montar una batalla de almohadas del municipio turístico donde
terminan volando las plumas (o la borra; quien sabe). La bota (la de la
necesidad de alimentos y la de la necesidad de fondos) cuece y cuece; y Charlot
la mastica. La almohada se lanza, sale despedida hasta alcanzar su punto de
impacto ideal. Las almohadas, al final, se rompen y lo dejan todo perdido. Es
como echar su contenido en un centrifugadora, encenderla y olvidar taparla.
Charlot sirve la bota en un plato; los cordones a modo de
spaguetti. Los políticos se lanzan el municipio turístico a la cara y la borra
apelmazada, fea y con necesidad de oxigenarla -cuando no, varearla-, impacta
por doquier. No hace daño; pero molesta y desagrada.
Charlot se come la bota; en la próxima película habrá otra.
Y hoy, junto al bastón y el bombín, sus botas son esencia pura del personaje de
Chaplin. Y al final, a Charlot se le escapa incluso un eructo de satisfacción.
¿Le sentó bien la bota? La suya, la de la película, fue de regaliz. Nuestros munícipes
locales viven una y otra película y comerse marrones no les afecta. Hoy, el
municipio turístico, es una quimera (cuerpo de cabra, trasero de serpiente y
cara de león; vomitaba fuego) que se les atraganta, por exceso o por defecto; unos
por otros la casa sin barrer. Y además saben que el regaliz no es bueno para
los hipertensos. ¡País!
Mis 22 líneas de esta semana para la prensa en papel han
sido éstas:
------
A VUELTAS CON LO DE SIEMPRE
La participación de los municipios en
los Tributos del Estado es bien distinta según se sea capital de provincia y/o
ciudad de más de 75.000 habitantes. Y ahí está nuestro talón de Aquiles (tanto
en la versión de Estacio como en la que Peleo se pelea con Tetis). Ni somos
capital de provincia, ni llegamos a los 75.000 a pesar de campañas y censos:
“perdimos” residentes. Y como no somos de ese grupo privilegiado tenemos que ir
con la canalla...
Mira, aprovecho para reivindicar un
estudio serio (no comparativas de la Señorita Pepis) de lo que de verdad nos
podría venir a cuenta de papá Estado si un buen día tienen a bien sus señorías
actuar sobre el ya tristemente famoso artículo 125… que lleva ya 3 revisiones.
Y “municipio turístico”, que conste, lo
somos… con arreglo a la ley valenciana: Eso sí, fue irse Zaplana y los del cap
i casal se olvidaron de echar carbón de euros a lo locomotora del turismo. Va a
resultar que apuestan por las energías limpias; por la solar, que luce más.
Y en cuanto a lo que “llega de Madrid”
(y esperemos que no toque devolverlo sin más, que ejemplos hay) he oído
pontificar a dos economistas y cuatro políticos -cada uno de su padre y de su
madre- y no me queda claro si de verdad vendría más dinero. Bueno, esto me lo
decían por lo bajinis, porque sin poner todas las variables sobre la mesa (las
que existen y a las que nos podamos aferrar) a ver quién es el guapo que sale y
canta las verdades del barquero a quien no las quiere oír. Aquí hace falta
pasta y nadie, ni ninguno, va a decir que con esta movida sólo aspiramos a
47.012’39 euros más… si el coetáneo de Krugman no me miente. Obviamente, aunque
sólo sea rascar un centimico de euro (es que me fui a Murcia a ver el Bando de
la Huerta y “tó” se pega), en esta guerra todo vale
porque vale todo.
En fin, que a falta de ideas y casi en
campaña que estamos, nos entretienen con esto del municipio turístico. Quien
dijo lo de “Pan y Circo” se olvidó de “y.. ¡Municipio turístico!”.
-------
Y seguiremos hablando del municipio turístico porque somos
incapaces de hacer las cosas bien.
No hay comentarios:
Publicar un comentario