Una vez por temporada cambiamos el café del Meliá de
Benidorm por el aperitivo del CdT “Domingo Devesa” de Benidorm. El
anfitrión pasa a ser la Consellería de Turismo y analizamos la cosa que nos
mueve.
Y en esta ocasión tenía la cita un toque de morbo: no era
final de campaña turística pero era ocasión para un balance de final de
legislatura y el director general de Turismo estaba con nosotros. Y ahí viene
el quid de la cuestión: Sebastián
Fernández Miralles no tenía papeletas para aparecer en alguna lista (ni
municipal ni autonómica) de cara a las citas del 24M y eso, a nosotros los
plumillas, nos producía -y nos produce- un extraño cosquilleo que, no, no son
mariposas en el estómago.
Con el retraso típico que suman en el día a día los
políticos -y que aprovechamos para girar una minivisita a las instalaciones
donde los alumnos daban por finalizados sus cursos ya que entre hoy y mañana se
incorporan a sus prácticas laborales- llegó el director general. Y llegado el
momento, con Sebastián Fernández, chicos al salón.
Jovial, amable, serio y técnico; muy técnico. Eso fue lo
único que desentonó sobre anteriores contactos. Aunque él, por activa y por
pasiva, declinó efectuar comentario alguno sobre su situación política inmediata,
de la que dijo “no tengo nada que decir”, y tras recalcar que “soy
militante del Partido Popular y me debo a mis siglas”, no conseguimos
sacarle palabra alguna más allá que “sigo colaborando con mi partido y apoyando
todas las iniciativas y acciones”. “Faltaría más”, fue el
único exceso cometido en su discurso.
Y ya saben que lo que pasa en “Los cafés del Meliá es
patrimonio de los cafés del Meliá y se queda entre los posos de los
cafés del Meliá”; pero contamos lo que queremos.
Y Sebastián entró en cifras y letras de su departamento.
Primero sobre el CdT de Benidorm, “el centro de mayor actividad de la red”
que ha resuelto sus problemas de cimentación y sigue operando.
El Balance era sobre tres años y medio de gestión; prolijo
en datos. Que si hemos conseguido “superar los 23 millones de visitantes en
2014”; que si “ha aumentado el gasto de los turistas un 3’4%
hasta llegar a los 5.375 millones”; que si “el mercado británico ha tenido un
comportamiento excepcional”… Los buenos datos de siempre que nos
regalan los oídos.
Y se puso un poco más serio y técnico, rayano lo imposible: “esta
ha sido la Legislatura de la cooperación público-privada materializada de
manera muy clara y de la ordenación turística”. Y pasó a declamar la
intensa actividad normativa para el sector destacando el Nuevo Decreto Hotelero
(clasificación por puntos). Y se puso incluso farragoso en cuanto a empresas
turísticas (más de 95.000), habilitación de guías turísticos, inspecciones
(actuaciones y reclamaciones tramitadas), apartamentos turísticos, convenios
financieros, declaraciones de Interés Turístico, planes de dinamización
turística, líneas de producto turístico y un larguísimo etc.
Obviamente hablamos del Invat.Tur, 5 años operando ya, de
las redes sociales (90.000 seguidores en el perfil en Facebook), la red
Tourist-Info y los 13 millones de demandas de información junto a las más de
78.000 personas que han seguido los cursos de formación que se ha impartido
desde los centros de la red CdT… etc, etc.
Hablamos hasta de Iribas y del futuro del turismo donde la
máxima será “captar por segmentos en función del producto”. Hablamos de
muchas cosas más, pero de su futuro no soltó prenda más allá de sentirse un
hombre de partido y fiel a sus siglas.
Hombre, aquello chirriaba, chocaba y hasta cogió un aire
chabacano con nuestras preguntas; es que nosotros somos de chafardear. Y nada.
Y charlando, charlando -cervecita viene, cervecita va- no conseguíamos
arrancarle ni siquiera una mención a palabras claves, para detectar tomate,
como “malestar”, “cabreo sordo” o similar. Gestión,
gestión, gestión y “mañana ya se verá”; no le arrancamos más.
En menudo charco nos metimos, pa ná. Sebastián Fernández evidenció dignidad.
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