Sí, tenía que haberlo colgado ayer pero estaba en cuestiones
de familia.
Como estamos en tiempo de promesas electorales se ha
destapado el tarro de las esencias y ya se habla sin tapujos de la necesidad de
actualizar, cuando menos, el Plan General vigente que, con 25 años a sus
espaldas, ya no da más de sí.
Y si en las 22 líneas de la columna no cabe, lo planteo
desde aquí: es necesario que en el equipo de nuevo plan haya un geógrafo (yo,
barriendo para casa). Es otra visión, seguro que más completa, porque el
geógrafo tiene la percepción de la realidad y la proyección del futuro sobre la
base del pasado. Uno es que oficia de tal.
Y estas han sido mis 22 líneas…
PARA DEFINIR EL MODELO DE CIUDAD
Lo que me he alegrado
de saber que algún programa plantea revisar el PGOU de Benidorm, ese que
llevamos a cuestas desde 1990 y que necesita con vehemente urgencia adaptarse a
la realidad. Desde tiempos de Gaviria -allá por los 70- y después con Iribas -años
80 y 90- e Ivars -ya en el siglo XXI- todos me vienen coincidiendo en que
Benidorm es un ejemplo paradigmático entre los destinos masivos de Sol y Playa.
Sí, sí; somos un modelo de referencia: la ciudad vertical. Una ociurbe de
probada eficacia socioeconómica y ambiental.
Benidorm siempre se ha
adaptado a los ciclos económicos… Y a los turísticos, que más miedo dan. Ahora
mismo, 11’86 millones de pernoctaciones-año y una ocupación media del 81’6%; 39.700
camas hoteleras y 6.200 apartamentos reglados. Por números, winners.
Estos son los frutos
del empeño de los 90: renovación y recualificación de la oferta, tanto física
como de servicio. Muchos millones de euros invertidos bajo la convicción de
seguir siendo un destino próximo y asequible, lo que favorece la fidelidad a
pesar del momento de cambio estructural que vivimos. Nadie se adapta mejor que
Benidorm a las situaciones.
Pero ese “nadie” se
merece que la iniciativa pública se implique de verdad en el modelo de ciudad
que debe salir del nuevo Plan. El vigente, en sus bodas de plata, ha demostrado
que se puede estirar como el chicle, que da más de sí que una camisa de 11
varas y que lo mismo sirve para un roto que para un descosido. Y un descosido
le hizo el TS en mayo de 2011 al anular los trasvases de edificabilidad. No era
perfecto; lo sabíamos. Hizo su papel.
Nada, a actualizarlo.
Yo propondría, llegado el momento, saber qué modelo de ciudad queremos. Tal vez,
por ello, convendría mirarnos por dentro: atender a la casilla >65 del
Padrón, apostar por la compacidad, evitar insularizaciones y la perturbación de
los ciclos del agua, la energía y los residuos. Tal vez el concepto Smart. Pero
pongan un geógrafo en el Plan. No se arrepentirán.
Bueno, pues a esperar que suene la flauta…
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