En el 1er vermú de hoy (sábado de calor y piscina
-35’3ºC-), cuando a lo lejos resonaba la mascletá
de medio día que en honor del Santo
Patrón de Benidorm -San Jaime;
en algunos otros lugares le dicen Santiago-
se disparaba, no hemos tenido mejor ocurrencia que plantearnos si había -o no-
Santo/a Patrón/ona del Turismo. Somos así; los peligros de la ociosidad
sabatina ante los efluvios del alcohol.
“No tengo ni idea”,
he soltado. Es que todos me miraban con aire inquisidor. Y yo qué sé. Me sacan
de San
Francisco de Sales (Periodistas), San Isidro Labrador (Agrónomos) y San Alberto Margo/San
Isidoro de Sevilla (Geógrafos) -que en mis tiempos nadie se ponía de
acuerdo en cuál-, y no soy nadie. Ah, y Santa Nefija, la de la prostitutas
(que me acuerdo, y he confirmado, de aquellos años de mocedad y dichos).
Pablo ha tirado de Internet en el móvil y… resulta que el Santo Patrón del Turismo es San Francisco Javier, desde el año 1952
(cosas, de Pío XII).
- -- “¿San Francisco Javier?”, hemos
coreado cual coreutas de una tragedia griega.
Y, claro, de rebote, un…
- -- “¿qué pinta el navarro en esto del turismo?”.
Y Pablo, sin abandonar la conexión, cuenta que “es que le dio por ir abriendo misiones y
viajando siempre más allá… y que por eso”.
A partir de ahí se ha abierto un debate que ya quisiera
algún Parlamento patrio de baratija autonómica. ¡Qué nivel, Maribel!
Puede que del Santoral andásemos algo desfasados, pero de
ideas íbamos sobrados. De vermú, no; era el primero… aunque a eso de la una de
la tarde no sabría yo qué decir.
El que caso es que no estábamos conformes con la decisión
papal del duodécimo Pío (en controversia por haber ocupado la Silla de Pedro
durante la IIGM); como si eso fuera a cambiar las cosas. No tenemos nada contra
San Francisco Javier, pero no nos
parece vinculante su actividad pastoral con el patronazgo del Turismo o la de
los turistas. Y en el debate hemos adolecido de un ponente a favor del santo,
pero es que ese nombramiento no entraba ni con calzador; y para los imposibles
ya está San Judas Tadeo (Pablo lo ha
buscado en Internet y yo corroborado para escribir esto), a quien no hemos
invitado al vermú.
Y consumiendo batería y datos del móvil de Pablo hemos ido
viendo -y juzgando- posibles candidatos. El Santo Patrón -o la Santa Patrona-
debía de cumplir con los requisitos canónicos (en los que no íbamos a entrar) y,
por encima de todo, estar vinculado al turismo.
- -- “¡Ya está!”, ha dicho Pablo
blandiendo su seis pulgadas. “El Patrón de los Turistas es San Veremundo”.
Nunca nadie de los presentes oyó ese nombre.
- -- “Y eso, ¿por qué?”, volvimos los
coreutas a corificar.
- -- “Acabo de encontrar en una página que el
patrón de los turistas es San Veremundo” (¡cosas de la Internet!).
Ve-re-mun-do.
- -- “¿Dónde lo pone?”
- -- “En una página de patronos varios”
-
-- [Como para creérselo]; “¡Ah!; y, ¿es fiable?”
- -- “Internet a primera vista” [vamos,
que no pasa la prueba del algodón; pero lo pone].
Conversación de vermú; ociosa, faltaría más.
- -- “¿Y de dónde era?”
- -- “De Navarra, también” [estos
navarros están abonados al santo patronazgo turístico]; “Murió en Irache”.
- -- “¿Y por qué?”
Pregunta que puede parecer doble (¿por qué murió? y ¿por qué es
patrón de los turistas?) y es sencilla (¿por
qué es patrón de los turistas?).
- -- “Porque se volcó con los peregrinos del
Camino de Santiago” [estuvo rápido Pablo].
Mira, por ahí vamos bien. El Camino de Santiago (la calle Mayor de Europa) es la primera
iniciativa turística que al parecer existió… y se mantiene. Con él nacieron las
primeras necesidades turísticas y comenzaron a cubrirse (alberges, posadas,
hospitales y un largo etcétera que llega hasta el sistema de cambio de moneda:
el Cirial de San Ildefonso, la Hermandad
de Cambiadores de Moneda).
En casa, en seco y a la sombra, compruebo que San Google de Internet dice que “es el
patrón del Camino de Santiago en Navarra”; vamos, que deben haber
otros; pero este, San Veremundo, nos
ha gustado. Pablo nos lo vendió bien.
Nos ha caído bien San
Veremundo (San Bermudo, vamos) a golpe de vermú. Y mucho más el
recordatorio de su celebración: “Mientras el mundo sea mundo, el 8 de marzo
San Veremundo”. Esto ya no se olvida.
Veremundo era un benedictino y en el Camino estaba su
función; y parece ser que la hizo fue bien.
Total que hemos acabado con la botella de vermú (cada vez
son más pequeñas y nosotros más y con más hechuras) y hemos pasado a la cerveza
(esta vez sin alcohol) y el contraste en boca era incluso desagradable; al
principio, solo al principio. Lo mismo que pasa con el santo este: al principio
lo desconoces y a fuerza de mentarlo -Veremundo, Veremundo, Veremundo- terminas
hasta por cogerle cariño.
Y así, nos decantamos por este Veremundo mejor que por el
otro santo que se nos fue a China… y lo que hay que hacer, en esto del turismo,
es que vengan. Y una vez que vengan, cuidarlos un poco para que vuelvan, como
lo hacía Veremundo en el Monasterio de Irache. Lo dicho, nosotros
apostamos por Veremundo. Y todo queda en Navarra… aunque no hemos dado con el
Papa que lo propuso (lo canonizó Alejandro III, cuenta Pablo).
Mientras Benidorm
celebra Sant Jaume y España Sant Yago, nosotros brindando por San Veremundo.
Y a las 14’10 retronó el trueno gordo, Pablo guardó su iPhone. Y nos fuimos al
agua como críos.
PD: Lo más interesante de la consulta que hacía Pablo al
Santoral de Patronazgos -y nos relataba- ha sido descubrir que hay distintos
patrones para el tema de la lactancia: para las madres que lactan, San Mamerto de Vienne; y para los hijos
que se nutren, San Guenalio, que era
el tercero de un parto y que consiguió que la madre, en minutos, generara un
tercer seno en el que mamar. ¡Genial el Santoral!
Por cierto, Santa
Águeda está en esto de la teta también en cuanto a cuitas dolorosas.
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