Y aunque costó lo suyo saberlo, cuando en 1949 se firman los
primeros créditos de bancos USA a España, Luis
Botín montó una gran campaña de promoción por los EEUU. En el mes
de enero de 1950 se lanzó a una gira de dos meses abriendo oficinas de turismo
en NY, Chicago, LA y San Francisco e invitando a visitar España a una
delegación de periodistas estadounidenses. 37 se presentaron y se los trajo a
Madrid; el 7 de febrero de 1950 llegaban a Barajas. Tras una semanita de
visitas por la España imperial, los despidió muy cordialmente y se embarcó,
como postrer servicio en su cargo, en una rápida descubierta por Europa
-Francia, Italia y Grecia (¿?)-, para lo mismo y con el mismo éxito y
resultados. Al final, recogió sus frutos: algo más de 750.000 turistas para el último
estertor de las década de los 40.
Después de estos viajes y las campañas de promoción, la
década de los 50 la abrimos abriendo el Ministerio
de Información y Turismo (19.07.1951) con secciones de “Censura” (en realidad se llama
Información; pero hoy estoy un poco revoltoso), Prensa, Radio, Cine, Teatro y Turismo. El ministro era Gabriel Arias Salgado y el director
general de Turismo fue Mariano Urzáiz y
Silva, conde del Puerto (del Puerto de Santa María). En fin, que en 1951 se
creó como un ministerio como Ministerio de Propaganda, pero en
materia de Turismo, la mejor propaganda. Se lo curró.
La base era informar a la opinión pública de la acción de
gobierno (Ministerio de Información) por todos los medios (prensa, radio y tv)
y colaron los espectáculos (cine y teatro) por en medio que también hacía su
papel. Pero la principal misión era hacer lo que sea para nivelar la balanza de
pagos con la entrada de divisas: incidir en el Turismo.
Y es, pese a ello, a partir de este momento cuando podemos
hablar de una auténtica política
turística en España. Hasta entonces, acciones relacionadas con viajes y
estancias con objetivos de cultura y naturaleza, principalmente. A partir de
1951 y ante los éxitos de Botín de 1950 por EEUU y Europa, se asume la promoción como propaganda, se implica al
sector privado en el desarrollo de la industria turística -se les invita a
asumir un riesgo, porque ya veremos- y, desde el nuevo rincón del reciente
ministerio se empieza a insistir en la
necesidad de adecuar el país a las necesidades del turismo. Carreteras,
aeropuertos e infraestructuras básicas fue lo más demandado.
Tal vez debieran haber sido primero las infraestructuras
básicas, pero como atraía como estaba el país, pues se dejó para ese tercer
lugar.
Ojo, que en 1951 se
crea una Comisión Interministerial de Turismo y el director general de
Turismo -y cuando compete, el señor ministro- se convierte en el monstruo de
las galleta del Gobierno: un arbellón sin fin. Se elabora el primer Plan General de Intervención Pública
en el Turismo que luego se dulcificará -los ministros protestaban de las
injerencias del colega de Turismo- como Plan
Nacional de Turismo (1953) que entiende
el carácter dinamizador de la actividad turística, el impacto en la balanza de
pagos y que -pildorazo del Régimen- los
turistas que nos visiten se convertirán en nuestros principales propagandistas.
Lo primero, facilitar
los trámites en fronteras; después, aumentar
la capacidad de alojamiento, una Escuela
Superior de Hostelería, regular la
actividad del camping, quintuplicar
el presupuesto de propaganda exterior y
crear un instrumento de planificación del desarrollo turístico a través de la declaración de Zonas de Interés Turístico…
que no fueron el auténtico planificador que se necesitaba. Pero se intentó.
Al acabar el año: 1’26
millones de turistas y 29’5 millones de dólares de ingresos.
Y esa política turística embrionaria de 1951 sirvió para que
se implantaran, con fuerza, nuevas profesiones: Guía de Turismo,
Guía-Intérprete de Turismo (Ah, los idiomas) y Guía Correo de Turismo.
Incluso se reguló el
alojamiento de turistas en casas particulares (05.06.1953) que hasta
entonces era una práctica habitual pero ajena a regulación y control… como lo
siguió siendo hasta el cisma de hoy en día. Estaba regulado; se sabía, pero en
aquella España del apretón de manos como cierre de trato era una actividad que
solventaba muchas cuestiones económicas del duro invierno -gracias al alquiler
del verano- en pueblos de costa donde le dejabas la casa a los de la capital -y
te ibas a la caseta de pescador de la playa a pasar los tres meses- era normal
y nadie entraba en detalles. Porque el veraneo eran tres meses y de eso
comenzaba a tratarse, aunque lo más de los ciudadanos pensaran en echar
colchones al Pegaso y bajo las lonas
y en la caja del camión pasar un largo de fin de semana de verano en la playa.
Con albornoz al salir del agua, pero con el deseo de vivir al modo de los
europeos el verano.
Eso sí, para la red estatal de alojamiento se dieron unos
privilegios: monopolio estatal para los términos “Parador” y “Albergue”
(nadie podía llamar a su nuevo hotel “Parador
Tal” o “Albergue Cual”) y un
radio de 10 kilómetros de segura exclusividad frente a cualesquiera otra
instalación hotelera privada (17.02.1956).
Se hicieron algunas barrabasadas más. Y esta que les refiero
ahora fue con el mundo del cine. Ya que compartían Ministerio, Cine y Turismo
comenzaron a ir de la mano en algún bodrio patrio. Tal es el caso de “Veraneo
en España” (1956), dirigida por Miguel Iglesias Bonns, con el elenco
protagonista de Paco Martínez Soria y la pareja artística del Príncipe Gitano y
Dolores Vargas; y el secundario de Emilio Fábregas, Diana Mayer y Mary
Santpere. Un millonario inglés, Mr. Andrew Kerrygham del mismísimo London, que
se enamora en un viaje de verano de una “andaluza”
-que no lo es- y que pertenece a una banda de estafadores. Ah, se vuelven locos
los españoles de entonces, en la peli, al ver un transistor[1]… del
tamaño de un ladrillo.
Ni se pusieron de acuerdo en el cartel; se mascaba la tragedia. Película no apta ni para orates. |
En el 57 se reguló de nuevo la Hostelería refundiendo las
reglamentaciones vigentes y salió una nueva
clasificación hotelera, la nueva regulación de precios y la regularización
de los procedimientos de inspección y sanción administrativa para disponer de
unos servicios de primer nivel… que fueron un poco a su aire.
Facilidades aduaneras
al turismo posibilitaron la importación de vehículos particulares y hasta
se potenciaron las cuestiones relativas al incremento de llegadas por vía
aérea.
Y camino del Plan de
Estabilización de 1959 se consiguieron firmar convenios entre la
norteamericana ICA -International
Cooperation Administration[2]- que
posibilitaron a la Oficina Española para las Relaciones con Norteamérica recibir
un primer crédito de 122,5 millones de pesetas dirigido en exclusividad al
desarrollo del sector turístico y que en años siguientes se incrementarían. La
ICA se implicó de lleno en el desarrollo del incipiente turismo en España.
[1]
Radio a transistores; radiorreceptor a transistores: pequeño receptor de radio
portátil que utiliza circuitos electrónicos a base de transistores popularizado
a partir de 1954 y que se popularizó durante las décadas de 1960 y 1970, cambiando los hábitos de las personas al permitirles escuchar música y noticias donde quiera que
fueran. A partir de comienzos de la década de 1980 las radios a transistores AM
fueron superadas por dispositivos con mejor calidad de audio y portabilidad.
[Aclaración para los dela ESO y posteriores]
[2]
Agencia predecesora de la Agencia Norteamericana de Desarrollo internacional
(US AID). Operó entre 1955 y 1961
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