Hoy hemos celebrado una asamblea donde los miembros del Comité
de Empresa nos han contado cómo está la cosa del ERE y cuándo comenzarán a
darnos los sustos. Como ha dicho un compañero por la 3ª planta: “al menos este mes pagamos la hipoteca; y
puede que en septiembre también”. Esto ya de por sí merecería otra
reflexió: de reflexio gravis, en esta
ocasión, que no de reflexio profunda
que ya trasladé… pero la dejaremos para el acto final.
Y es que está la cosa tan chunga que me he acordado de Newton, don Isaac (1643-1727), y sus
mentiras. ¡Cómo estará la cosa para llegar a esto!
En el mundo hay tres manzanas famosas: la de Eva, la de
Guillermo Tell y la de Isaac Newton. Porque… ¿se me acuerdan de Newton y el
manzano londinense que le reveló la gravitación universal?
Página de la biografía de Newton
escrita por William Stukeley
que recoge la anécdota de la manzana.
/ ROYAL SOCIETY
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Y digo yo que si
hubiera sido verdad lo de su manzana, el manzano aquél estaría como la higuera
del patio de la casa de Miguel Hernández.
Lo de Newton en 1685 fue una mentira inmensa e imperial que sólo pudo demostrarse y con muchos
peros en 1934. Pero ahí lo tienen: Isaac Newton, con estatua en el Trinity
College y reputación y tratamiento de Sir Isaac Newton.
El caso es que este Newton -físico, filósofo, inventor,
alquimista, matemático y teólogo- en franca confrontación entre su dedicada
vocación de alquimista y rosacruz pasó a la historia por muchos triunfos de la
razón, pero… ¡por lo de la manzana, NO!
Miren, por lo del prisma, las partículas y la luz, sí; por
lo de la conversión térmica, también; por lo del teorema del binomio, faltaría
más. Pero por lo de la manzana, ¡NO!
Y mira que hay gente que me identifica al tal Newton con la
manzana aquella.
Tardó veintiún años en atreverse a publicar lo de la
gravitación universal; y cuando lo hizo, estaba
convencido de que no era verdad. Y lo hizo; ¡con un par!
Y claro, si Kepler
(1571-1630) era un contumaz especulador y él, el venerado Newton, se basó en
Kepler, ¿cómo podía rebatir a los cartesianos que pedían una y otra vez que
probara lo que decía? Es más, Robert
Hooke (1635-1730) formuló la ley inversa del cuadrado, a fin de cuentas la
ley de gravitación universal, pero nunca la demostró. Entonces Newton, ni
siquiera se molestó en demostrarla. Pero es que hay más: Einstein sí demostró que la fuerza de gravitación es una ilusión, un
efecto de la geometría espacio-tiempo… aunque cayeran y caigan las manzanas
y todas las cosas que tiremos.
Newton, como Hooke, nunca pudo probar lo de la gravitación;
pero me gusta cómo lo resolvió. Como lo iban poniendo a parir por lo que decía,
espetó: “No debe permitirse que una crítica metafísica nos induzca a rechazar
pruebas inductivas”… ¡¡que no existían!! Y se quedó tan pancho; era el
venerado Newton.
Prisioneros de la tradición, Newton y los newtonianos -que fueron
y son legión- falsificaron la Historia del Pensamiento Científico para sostener
una teoría en la que ni siquiera creían, al tiempo que lanzaron la más célebre
de las reglas: “Si no aparece excepción en los fenómenos sí puede afirmarse una
conclusión con generalidad”. Y, de nuevo tan panchos; hablaban del
venerado Newton.
Luego otros llegaron que tal cosa demostraron (1934) y
Newton, mentiroso en su día y ahora, pasó a obtener un inmerecido
reconocimiento porque nos había hecho un legado: el primer programa de
investigación científica de la Historia, aunque a él no le sirviera
absolutamente de nada… Y aún en las escuelas, lo malos profesores siguen
contando lo de la manzana.
Ya nadie duda de que nunca existió el manzano, ni la manzana;
fue una veleidad de Caroline Barton,
sobrina de Newton, a un Voltaire[1]
ensimismado… y William Stukeley la
escribió… y todos creyeron a pies juntillas lo de la manzana… que de madura
cayó.
Dicen que al final, todo cae… Y no es por la gravitación
universal.
[1] François Marie Arouet, más conocido como Voltaire (1694-1778). Escritor,
historiador, filósofo y abogado francés; figura de la Ilustración
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