Desde los Caños de
Meca (que de verdad son caños de agua que llegan a salir en el breve
acantilado), entre Barbate y Conil de la Frontera (donde la Almadraba y sus
historias me habían llevado a conferenciar), se ve el tómbolo de Trafalgar,
precioso y majestuoso.
Tómbolo de Trafalgar; ahí es nada.
Trafalgar es uno de esos puntos de la geografía Mediterránea
que te atrapan por su singularidad; como Prasonisi, en Rodas, que también tiene
un faro y es sólo en verano. Incluso Gibraltar (de tómbolo muy asfaltado y
urbanizado) y hasta Peñíscola (idem)...
Trafalgar es una pequeña isla que se
une al continente por un brazo de arena que depositan y consolidan las corrientes
(un tómbolo).
Pero Trafalgar tiene su encanto… y su viento. Es, bien
pudiera ser, la Isla de Hera (la legítima esposa de Zeus) que señala
Estrabón, y reconoce Ptolomeo; y también el Iunonis Prumnuntirium
(Promontorio de Juno) que apunta Pomponio Mela, pues Juno era el equivalente
romano a la Hera griega… Es un lugar sin igual; el viento siempre marca la
pauta y el mar, la mar, baila a su compás.
Es una lástima que deba su principal fama a una batalla que
nos fue mal, desde el primer momento, y que tuvo lugar en los albores del XIX.
Hay un hito de piedra, que las arenas tapan con frecuencia, con una inscripción
en placa metálica con un pasaje de “Trafalgar”
de Benito Pérez Galdós que recuerda el momento… aunque yo el “Trafalgar” que me gusta es el de Arturo
Pérez Reverte… aunque el “Antilla”,
cosas del autor, no fuera una de los barcos españoles que participaron en la
batalla donde los ingleses nos dieron en toda la línea de flotación… y bien
hubiera servido ya entonces la frase de don Casto Méndez Nuñez (sesenta años
después): “Más vale honra sin barcos que
barcos sin honra”… que fue escrita (en una carta) el 24 de marzo de 1866 y
no pronunciada el 21 de octubre de 1805 cuando el desastre; cuando las aguas
inmediatas al tómbolo fueron testigo del embestir perpendicular de las dos
líneas británicas a la columna hispanofrancesa que Villeneuve había dado orden
de volver a refugiarse en Cádiz, mientras el resto de la flota gabacha, la
escuadra de vanguardia, a las órdenes de Dumanoir, se largó… y fue apresada 12
días después .
Esas seis décadas de diferencia (1805-1866, otro desastre
naval) expresan ya como estaba la cosa mucho antes. Los franceses fueron
cobardes, pero nosotros, la flota española, para aquél combate de 1805 no
teníamos ni marinería, cosa de una epidemia de fiebre amarilla… y la bromas
(esos moluscos bivalvos que horadan las maderas sumergidas) jugaban con las
obras muertas de nuestros barcos.
Pero… esto va del cabo de Trafalgar y su bellísimo tómbolo;
no del desastre de una batalla, por mucha honra -y disgustos- que nos diera.
Hay que ir andando; una barrera impide el paso a los
vehículos. Pero en realidad es la arena la que marca el trayecto. Aliándose en
el viento, la arena, lo coloniza todo -hoy- para desaparecer -mañana-. Es una
breve caminata, al compás del viento y sentirse ante el faro y frente al mar,
achantado por la inmensidad de la naturaleza.
Trafalgar es un palabro derivado del Taraf al Ghar (cabo de la
cueva) que llamaron los árabes. Cueva no sé, pero donde hoy está el faro,
aseguran, hubo un templo romano dedicado a Juno y, junto a él, los árabes
levantaron, en el IX, una torre que los del lugar medio derrumbaron en el XIX
para construir el faro.
En el entorno hay playas, pero yo no soy de bañarme mucho y
pisar arena… que sigue ahí, adherida a la piel. Yo soy de contemplar: el mar,
como tira un buen veguero o, simplemente, una copa de brandy en semejante
lugar. Es más, me contaron en Conil que cuando hay riza en Trafalgar, la riza
de Trafalgar, la corriente es brutal. Así que, al brandy, al veguero y
a contemplar.
Por cierto, un amigo de Jerez siempre sostuvo, sobre la
batalla de Trafalgar, que lo mejor de todo fue que el cadáver de Nelson fue
conservado en una barrica de brandy -de Jerez, naturalmente- hasta llegar al
Reino Unido, donde fue enterrado con todos los avíos y honores militares. Por
cierto, yo en Portsmouth, dándome un atracón de historia naval inglesa (Museo
Naval & Co) y sabiendo que el HMS
Victory aún está en activo (pese a estar en dique seco) como buque insignia
del Segundo Lord del Almirantazgo, pregunté por el barril, el famoso barril, y…
les supo mal.
En fin, cosas del brandy… y otra utilidad más de la genial
bebida… que sólo se comprende frente al viento y desde el tómbolo de Trafalgar,
no en Portsmouth.
Y dicen que tienen
flema estos británicos.
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