18 ago 2012

DE VERBENAS




Agosto es tiempo de verbenas y las servevezitas del sábado tienen estas cosas. Y más cuando entran en liza, además, los ricarditos (de Ricard, Pernord y pastís similares) al borde de la piscina que obnubilan más de la cuenta. Un ricardito lleva más dosis de agua fría-fría que un ricard, pero te tomas más (porque entran mejor) y luego es peor.

Hoy nos fuimos al origen de las verbenas con la gente de Madrid, que abunda en verano por aquí, y con eso de que toman como suyas, propias, sus “famosas” verbenas (de la Paloma, por ejemplo) no sabe que la verbena buena de verdad era la de la noche de San Juan.

Nada, insistía el bando centralizante: que las verbenas buenas son las de agosto. Y respondían del bando noroccidental galaico que ellos también tienen sus verbenas, tan buenas por lo menos. Y aquí, nosotros, apostábamos por las nuestras. Y, claro… ricardito viene, ricardito va, no nos aclaramos… y se nos ha pasado la hora del baño… y de la comida.

Yo sigo insistiendo ahora, como lo he hecho al borde la piscina, en que la verbena más gorda era la de la noche de San Juan, y en todo el mundo (hemisferio Norte) por aquello del solsticio de Verano. Para darme la razón aún queda por ahí el dicho de que “la que verbenea, marcea”… por aquello de las jóvenes primerizas tras volver de la verbena sanjuanera.

Y es que con el pretexto de salir a coger la verbena officinalis, la hierba sagrada, en la víspera de San Juan se montaron los primeros saraos de órdago en todo el orbe y desde tiempos remotísimos. En aquella España del Medievo, moros y cristianos iban a por la verbena offcinalis la noche de San Juan… porque para los de la media luna, San Juan era de ellos también; el hijo de Zacarías, vamos.

Y es que la verbena officinalis se usó desde tiempos inmemoriales en rituales sagrados contra enfermedades demoníacas, a sabiendas de lo que bien que iba contra todas las demás.
 
Ya su propio apellido, officinalis, significa “de la botica”. Se le ha conocido como “hierba sagrada”, “hierba de todos los males” y “hierba de Santa Isabel”. No faltaba en un hogar que se preciara.

Pero es que además con ella, la la verbena officinalis se trataba el insomnio, las migrañas, las diarreas, el reumatismo, la tos, el asma, la bronquitis, la dispepsia, la oliguria (disminución de la producción de orina), la artritis, la gota y otros problemas del cuerpo. La verbena officinalis se aplicaba como hemostático (detención de hemorragias), antiinflamatorio, antiespasmódico, como antiséptico y contra todo tipo de infecciones, para evitar las menstruaciones dolorosas y hasta para aumentar la producción de leche materna. Incluso ahora se sabe que es un fabuloso neuroprotector; un extracto acuoso se emplea en tratamientos contra el Alzheimer. Antaño no había casa que no tuviera una buena remesa de verbena officinalis y, claro, había que ir a cogerla (segarla), secarla y tenerla dispuesta.

Con este cartel de fantásticas propiedades entiendo que el momento de ir a recoger verbena officinalis para tenerla en casa fuera un fiestón; sólo se recogía en determinados momentos del año, para que tuviera aún más y mejores propiedades, y por ello, sin lugar a dudas, las verbenas cogidas en la noche del solsticio de verano, la noche de San Juan (la que precede al día del santo) fueran las más solicitadas y especiales. La gente entonces iba a por verbena officinalis al monte y… ya allí, y anocheciendo, montaba su fiesta.

Luego ya se perdió el argumento original (recoger verbena officinalis) y se siguió con lo lúdico de la cuestión, al verbena.

De la verbena officinalis se utiliza (se utilizaba) todo (como del cerdo), la planta entera desecada. Desecarla bien, en condiciones, era todo un arte; aseguraba la validez de su contenido para el futuro. La verdad es que lo más útil era las flores y la raíz, pero los tallos como hemostáticos siempre estaban a mano.

Hoy sabemos que la “hierba sagrada” tiene en realidad un principio activo muy utilizado en farmacopea, el verbanosólido (un estimulante del sistema nervioso) del que se obtienen el verbenalol (antiinflamatorio, analgésico, sedante, ect.), la verbanilina, la verbenalina, la verbanina y el hastatósido. Vamos, que entre otras cosas contiene ácido salicílico que es muy majo él para muchas afecciones de antes de ayer y de hoy.

Una perita en dulce es la verbena officinalis esta que dado nombre a un tipo de fiestorro




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