Agosto es tiempo de verbenas y las servevezitas del sábado tienen estas cosas. Y más cuando entran en
liza, además, los ricarditos (de
Ricard, Pernord y pastís similares) al borde de la piscina que obnubilan más de
la cuenta. Un ricardito lleva más
dosis de agua fría-fría que un ricard,
pero te tomas más (porque entran mejor) y luego es peor.
Hoy nos fuimos al origen de las verbenas con la gente de
Madrid, que abunda en verano por aquí, y con eso de que toman como suyas,
propias, sus “famosas” verbenas (de la Paloma, por ejemplo) no sabe que la
verbena buena de verdad era la de la noche de San Juan.
Nada, insistía el bando centralizante: que las verbenas
buenas son las de agosto. Y respondían del bando noroccidental galaico que
ellos también tienen sus verbenas, tan buenas por lo menos. Y aquí, nosotros, apostábamos por las nuestras. Y, claro… ricardito
viene, ricardito va, no nos aclaramos…
y se nos ha pasado la hora del baño… y de la comida.
Yo sigo insistiendo ahora, como lo he hecho al borde la
piscina, en que la verbena más gorda era la de la noche de San Juan, y en todo
el mundo (hemisferio Norte) por aquello del solsticio de Verano. Para darme la
razón aún queda por ahí el dicho de que “la
que verbenea, marcea”… por aquello de las jóvenes primerizas tras volver de
la verbena sanjuanera.
Y es que con el pretexto de salir a coger la verbena
officinalis, la hierba sagrada,
en la víspera de San Juan se montaron los primeros saraos de órdago en todo el
orbe y desde tiempos remotísimos. En aquella España del Medievo, moros y
cristianos iban a por la verbena offcinalis la noche de San
Juan… porque para los de la media luna, San Juan era de ellos también; el hijo
de Zacarías, vamos.
Y es que la verbena officinalis se usó desde
tiempos inmemoriales en rituales sagrados contra enfermedades demoníacas, a
sabiendas de lo que bien que iba contra todas las demás.
Ya su propio apellido, officinalis, significa “de la botica”. Se le ha conocido como “hierba sagrada”, “hierba de todos los males” y “hierba
de Santa Isabel”. No faltaba en un hogar que se preciara.
Pero es que además con ella, la la verbena officinalis se
trataba el insomnio, las migrañas, las diarreas, el reumatismo, la tos, el asma,
la bronquitis, la dispepsia, la oliguria (disminución de la producción de
orina), la artritis, la gota y otros problemas del cuerpo. La verbena
officinalis se aplicaba como hemostático (detención de hemorragias),
antiinflamatorio, antiespasmódico, como antiséptico y contra todo tipo de
infecciones, para evitar las menstruaciones dolorosas y hasta para aumentar la
producción de leche materna. Incluso ahora se sabe que es un fabuloso
neuroprotector; un extracto acuoso se emplea en tratamientos contra el
Alzheimer. Antaño no había casa que no tuviera una buena remesa de verbena
officinalis y, claro, había que ir a cogerla (segarla), secarla y tenerla
dispuesta.
Con este cartel de fantásticas propiedades entiendo que el
momento de ir a recoger verbena officinalis
para tenerla en casa fuera un fiestón; sólo se recogía en determinados momentos
del año, para que tuviera aún más y mejores propiedades, y por ello, sin lugar
a dudas, las verbenas cogidas en la noche del solsticio de verano, la noche de
San Juan (la que precede al día del santo) fueran las más solicitadas y
especiales. La gente entonces iba a por verbena officinalis al monte y… ya
allí, y anocheciendo, montaba su fiesta.
Luego ya se perdió el argumento original (recoger verbena
officinalis) y se siguió con lo lúdico de la cuestión, al verbena.
De la verbena officinalis se utiliza (se
utilizaba) todo (como del cerdo), la planta entera desecada. Desecarla bien, en
condiciones, era todo un arte; aseguraba la validez de su contenido para el
futuro. La verdad es que lo más útil era las flores y la raíz, pero los tallos
como hemostáticos siempre estaban a mano.
Hoy sabemos que la “hierba sagrada” tiene en realidad un
principio activo muy utilizado en farmacopea, el verbanosólido (un estimulante del sistema nervioso) del que se
obtienen el verbenalol (antiinflamatorio, analgésico, sedante, ect.), la verbanilina,
la verbenalina,
la verbanina
y el hastatósido.
Vamos, que entre otras cosas contiene ácido salicílico que es muy majo él
para muchas afecciones de antes de ayer y de hoy.
Una perita en dulce es la verbena officinalis esta que dado nombre a un tipo de fiestorro
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