Leía hoy en INFORMACIÓN sobre una fábrica de redes de
Villajoyosa creada en el XVIII (“desde
1778”) y que sigue tan pimpante, y en el cuerpo de la noticia me aparecía “El “Atlante
español” y, ¡cielos!, en él, en el libro, también se nombra a Benidorm, y se le dedican 4 páginas (38
a 41), que en realidad son 3 (quitando la farfulla
y el título), en el tomo X -de 14-, de una obra de un paisano de Pep Guardiona,
un tal Bernat Espinalt (Bernardo
Espinalt García) un geógrafo ilustrado
de finales del XVIII, Oficial de Correos que llegó a Administrador
Principal del Correo de Valencia y fue socio de número de Real Sociedad
Económica Matritense de Amigos del País, y autor de un libraco para enseñar a escribir y mandar cartas -Dirección general de cartas
en forma de Diccionario, para escribir a todas las ciudades, villas...- publicado en Madrid por la Imprenta de don Pantaleón
Aznar, 1775, llamada entonces Oficina de don Pantaleón, y hasta de una Guía general de Postas y travesías de
España (Madrid, 1794) que es una fantástica fotografía de cómo
estaba por aquél entonces lo de viajar y enviar cartas por este país.
Don Bernardo parió entre 1778 y 1795 sus catorce tomillos de
El Atlante
español ó Descripción general Geográfica, Cronológica, e Histórica de España,
por Reynos, y Provincias: De sus ciudades, Villas, y Lugares más famosos: de su
Población, Rios, Montes, &c. Adornado de estampas finas, que demuestran las
Vistas perspectivas de todas las Ciudades: Trages propios de que usa cada
Reyno, y Blasones que les son peculiares. Con semejante título y mínimo tamaño de los
tomos (volúmenes de a octavo, de 18 cm) se entiende que necesitara de 14 tomos
para contar lo que contó.
Lo más
novedoso es que por primera vez da la posición geográfica de cada lugar en Latitud
y Longitud .
Así, “En la orilla del Mediterráneo a 16º44’
de Longitud y 38º45’ de Latitud está la villa de Benidorm…”. Ahora decimos 39º32’03’’ N y 0º7’53’’ E.
Benidorm,
“cabeza de la Baronía de su nombre,
la habitan 352 vecinos, con Iglesia Parroquial de Santiago Apóstol y Santa Ana
con cura párroco y algunos beneficiados…”. Y apunta un dato que no
había encontrado yo ni en Cavanilles ni otros coetáneos… ni nunca: “Antiguamente fue pueblo de mayor
vecindario por la cosecha que había en él de tabaco…”. Ahí va…
nosotros, por aquí y entonces, cultivando tabaco. No me lo puedo creer. Pero es
que don Bernardo dice que: “…en el
día se ven vestigios de fábricas de ese fruto”. No sé de qué vestigios
se trataría.
Bueno,
prosigamos.
Y sin
rehacerme de la sorpresa del cultivo en tierras de Benidorm de la planta que dio
origen a la hierba de Nicot
leo lo de siempre: “Su terreno es
seco y árido y se halla plantado todo de moreras, algarrobos, viñas y árboles
frutales que se riegan, como sus huertas, con el agua que saca de las muchas
norias que hay…”.
Lo del
increíble castillo me vuelve a salir: “Tiene
esta villa para su defensa un buen castillo y una torre con el nombre de la
Villa…”. No ha sitio, pero…
Y llega
la almadraba: “Los más de sus
naturales son marineros que se dedican a la pesca de atunes, para lo que tienen
una buena almadraba…”. Don Bernardo, tocaba de oído, pero tocaba.
Vuelve a
los tópicos: “Fue esta villa fundada
del Aduar de un moro rico llamado Darhim, y en la conquista tocó a Beltrán de
Bellpuig, natural de Lérida… …hoy es su señor temporal el Conde de Montealegre”.
Y como andamos
en fiestas de Moros y Cristianos y los del pueblo se me fueron a Valencia a pedir el académico
benidormero Pere María Orts y Boch que
les preparara una Embajada
para las fiestas y él les mostró su asombro aunque les parió un rollo del Príncipe de Kairuán -que la
cabra siempre tira al monte-, hoy les quisiera brindar un episodio mucho más a
celebrar, como casi todos los de estas fiestas (menos de Alcoy que van de una algarada de al-Azraq, el de los ojos
azules -el Blau-… y por eso a los de la Marina -comarca ésta en la que
nos encontramos y que se divide en Alta y Baja- les llaman “Blavets”, en recuerdo de aquél).
Y sale en “El Atlante español”, en las páginas de Benidorm: “Es esta villa digna de memoria por el
combate naval que, a la vista de su puerto, hubo el día 17 de abril del año de
1755 ente cinco Xabeques del Rey, mandados por el capitán Don Joseph Flon, y
tres Xabeques Argelinos. Los cinco del Rey echaron a pique, a los tres
Argelinos, recogiendo su tripulación que consitía en cuatrocientos noventa y
nueve Moros, mandados por el famosos Xachimuza, con sólo la pérdida de cinco
hombres muertos y cinco heridos de los Xábeques del Rey”.
¡Coño!,
si tenemos batalla, ¿por qué recurrir a la chapuza del imaginario príncipe de
Kairuán/Qayrawan que lo más seguro es que de haber existido nunca hubiera osado
poner los pies en un lugar rocoso entre dos albuferas que se iban colmatando
poco a poco? Si hasta tenemos jefecillo penoso-lastimero derrotado, el tal Xachimuza… que no será tan
famoso como Hardin Cahidiablo, pero
estuvo por aquí… como el otro, sembrando el pánico con sus razzias y dando
inseguridad a la costa hasta casi entrada la segunda mitad del XIX.
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