Es mi forma, Uds. disculpen, de celebrar el Halloween
(Noche de Brujas, Noche de Difuntos) este que no entiendo. Ya este fin de
semana vi unos descerebrados -en su atuendo- celebrándolo. Por ello, hoy nos
vamos de Necroturismo.
Resulta que hasta el Consejo de Europa ha reconocido el Tanatoturismo como actividad turística y hay
una iniciativa en este campo, la Ruta
Europea de Cementerios. Fue declarada Itinerario
Cultural (julio de 2010); es una iniciativa de la Asociación de Cementerios Significativos de Europa (ASCE).
El Necroturismo,
también llamado Tanatoturismo, es
una apuesta por dar a conocer el rico patrimonio histórico y artístico que albergan los
cementerios por Europa; muchos cementerios encierran obras de arte sin
par junto al recuerdo de grandes personajes históricos. Ya hay en la ruta 50 cementerios europeos que albergan tumbas
famosas, como por ejemplo la de Beethoven
(Zentralfriedhof de Viena).
Desde 2010, España es
la que más cementerios aporta a esta ruta, 18: Lugo, Avilés, Santander,
Bilbao, San Sebastián, Igualada, Reus, Tarrasa, Arenys de Mar, Barcelona, Sitges,
Valencia, Elche, Madrid, Córdoba, Monturque (Córdoba), Granada y Málaga. Faltan
muchos con historia, arte y personajes, como el de Sevilla, pero están los que
se han apuntado.
Madrid es muy
activa en esto: ya ha organizado, en junio pasado, una Ruta de Turismo de Cementerios
(entre el de La Almudena y el Panteón
de Hombres Ilustres); lo hizo coincidiendo con la Semana Europea del Turismo de Cementerios. En Valencia hacen lo propio, cada sábado a las 11 de la mañana, con
una ruta que lleva al Museo del Silencio.
Es que aquí, en España, lo que no tengamos… “Cementerio
del Inglés” o de los ingleses hay varios. El no católico más antiguo de
España es el de Málaga (se le hacen
visitas guiadas bilingües y hasta nocturnas), pero hay otros varios de “Ingleses”
desde Madrid al de Camariñas (A Costa da Morte, Galicia),
que también resulta muy visitado por cosas del naufragio del HMS Serpent (1890). Por cierto, otro
visitado y famosos está en Cuacos de
Yuste, cerca del Emperador Carlos, el Cementerio Militar Alemán.
Otro llamativo es el Cementerio de Monturque, en Córdoba, que es el único (de España, que yo sepa) con
zona arqueológica declarada BIC… y a nada de Montilla, Moriles, Lucena y Cabra;
demasié.
Echo en falta en la lista el cementerio de Sevilla. Uno de los pocos que conozco.
Lo tuve que visitar nada más llegar a mi primer destino en Andalucía. Aquél
cementerio es fascinante; la de toreros que allí reposan (Ignacio Sánchez
Mejías, los dos “Gallo” -Joselito y Rafael-, Juan Belmonte, “El Espartero”, “Paquirri”…).
Y el de Pozuelo de Alarcón, también.
Mi “tía” Anastasia, que era tía de mi
padre, rusa de Moscú y blanca como la leche, me lo enseñó varias veces: “quiero quedarme aquí para siempre, en España”.
Y se quedó; sobrevivió a Franco, y luego lo echaba de menos. Se había
españolizado mucho la tía Anastasia.
Famoso, en esto de los cementerios, siempre ha sido el Père
Lachaise de París; que si
por la tumba de Oscar Wilde, que si por la de Jim Morrison (The Doors), que si
por la de Balzac, por la de Bizet, por la de María Callas, la de Chopin…; el Highgate
de Londres por las tumbas de Karl
Marx y George Elliot (Marie Anne Evans); el de los Poetas, en Roma… Muchos.
Yo, en realidad, no soy de cementerios. Prefiero los
sepulcros: el del Príncipe Juan (en Santo Tomás, de Ávila); aunque el Cementerio de La Ballena, en Castro Urdiales, tiene su aquél.
Por cierto, hablando de cementerios que visitar, resulta que
en España tenemos, al menos -digo yo-, dos que se las traen: el de la Isla de Alborán, que tiene tres tumbas
(la de una suegra y la de una esposa de antiguos fareros y la del cuerpo de al
parecer un aviador alemán que apareció en una de sus playas durante la IIGM, y,
claro, no tiene nombre), o el
cementerio sin muertos más valorado del planeta: el Cementerio del Fin del Mundo,
que está en Finisterre y es obra,
premiadísima de César Portela.
De todos los cementerios me quedaré con el “Perdonen que no me levante” de Groucho
Marx que -por supuesto- no figura en su lápida de Eden Memorial Park de Los
Angeles (CA, USA).
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