13 mar 2013

DE LOS CHARCOS QUE PISÉ (I) - A propósito del PHN: Del Día de la Infamia… y el espíritu de La Bullonera



Nada más saber en junio de 2004 que se cortaba de cuajo el PHN (en lo que se refiere al Trasvase del Ebro) puse negro sobre blanco esta columna que publicaron CANFALI y PORTADA. De este charco salí bastante limpio, aunque con alguna salpicadura que en debates posteriores me quisieron hacer pagar. Y arremetí contra Aragón. Hacía un par de meses que asistí a un encuentro sobre Agua y Turismo y venía desbocado. Pero, de lo escrito… no cambio ni una coma. Si recuerdan aquellos días del principio del verano de 2004 verán que no desentonaba. Pero fue un charco que pisé… en junio de 2004.


El Día de la Infamia y el espíritu de La Bullonera

El Día de la Infamia. Así calificaron los norteamericanos al día del ataque japonés a Pearl Harbour.

El Día de la Infamia. Así califico yo al 18 de junio de 2004 cuando el Consejo de Ministros, presidido por la primera mujer que lo hace en España -es su segunda vez-, deroga, por decreto-ley de artículo único, nueve artículos del Capítulo III del PHN y los anexos que incluyen las actuaciones de interés general y urgentes en las Cuencas Mediterráneas. ZP no ha querido ni estar.

PHN 2001 – Gráfico de El País (2004)
[Añadido para ilustrar este Post]
Es de locos. Y encima, si antes criticaron que el ministro Matas anunciara, antes de finalizar las obras, que el precio del m3 saldría -común para todos- a 52 ptas. (0’31 €), cómo me anuncian ya -por método analítico, dicen- los nuevos precios. ¿Nos toman por lerdos o es que quieren ya sembrar la humillación amparados en su victoria explosiva? Además, la implantación del Real Decreto 140/2003 que traspone la Directiva europea sobre el Agua provocará un encarecimiento del servicio de 0’23€ m3 para poblaciones entre 2.000 y 10.000 habitantes, 0’15 €/m3 entre 10.000 y 50.000 y de 0’09 €/m3 para mayores de 50.000 habitantes. La Directiva europea no está contemplada en los precios de María Cristina.

La infamia es, también, lo de la nutria. Lo de la nutria me exaspera. Un argumento contrario al trasvase esgrime que de llevarse a cabo 33 de las 110 presas prevista en el PHN iríamos directos a la desaparición de esta especie “vulnerable”. Bien, trabajemos en solucionar lo de esas 33 presas y la nutria a nadar. Y el agua a dónde la necesitamos. Pero a fin de cuentas, aquí, lo que subyace es ese nacionalismo talibán de siempre, cainita total, que persiste entre las regiones de España. Durante los años de la Transición, “La Bullonera” canturreaba aquello de “quien quiera llevarse el agua y el trabajo de Aragón, tendrá que vérselas primero con toda su población”. Han pasado los años y es que estamos en las mismas: en Aragón sólo se percibe el ceder agua como una agresión.

Y lo más grave es que culpan de sus males a la errónea, incontrolada y absurda disposición socioeconómica de las regiones inmediatas mediterráneas (Cataluña, Comunidad Valenciana y, hasta, Murcia) que “han apostado por el descontrol agrícola y urbanístico a sabiendas de que son hídrico-dependientes”, mientras ellos -no se culpan de nada- optaron por un sistema centralizante que concentró en Zaragoza al 50% de la población y el 93% de la industria de un territorio inmenso que se les ha ido despoblando poco a poco. Lo que es infamante es que lo sostengan, incluso desde la Universidad de Zaragoza. Hace unos meses estuve entre Sástago y Escatrón y para las gentes de allí lo más sencillo era irse a Zaragoza (70 km) a tomar café.
Increíble. Si Christaller levantara la cabeza hacia los meandros del río que dio nombre a estas tierras, se volvía loco. Eso es centralidad.

Aragón, agobiada por unas condiciones edáficas y climatológicas continentales e escasos kilómetros de la bondad mediterránea, optó por potenciar Zaragoza. Les faltó ese toque fenicio -comercial, ante todo- que impera por aquí y que ha hecho que el espíritu emprendedor se lance a rentabilizar opciones. Cierto es que al socaire del trasvase Tajo-Segura se concibiera un El Dorado citrícola que roturó hectáreas por doquier en el sur de Alicante, y en Murcia, pero más cierto es que no se sigue en ello y que el trasvase nunca trajo las cantidades prometidas.

Ahora, la cosa, era distinta. El PHN’01 trasvasaba agua, construía embalses, reforestaba cuencas, mejoraba los regadíos, construía algunas desaladoras estratégicas y ponía en marcha medidas ahorradoras. El PHN’01 tuvo el respaldo del Consejo Nacional del Agua.

El Plan Borrell del 93 tuvo el rechazo del Consejo Nacional del Agua y sólo lo aprobó el Consejo de Ministros.

El PHN’01 salió adelante con 69 votos a favor y 15 en contra (Aragón, Baleares, Asturias, Andalucía, 3 organizaciones Ecologistas, 2 organizaciones agrarias, 4 expertos en hidrología y 2 usuarios de Andalucía). También 1 abstención de una experta hidrogeológica. Entre los votos a favor destaco los de Rodríguez Ibarra, por Extremadura, y Bono, por Castilla-La Mancha, además de las comunidades del PP y los de la inmensa mayoría de los expertos hidrogeológicos. La enmienda a la totalidad del PSOE, que fue rechazada, plateaba -entre otras cosas- un Banco de Agua Público y triplicar el número de desaladoras que ya de por sí contemplaba el PHN. La Ley de Aguas llegó a Ley y está en marcha. Estaba...

De Murcia poco puedo opinar, pero de la Comunidad Valenciana, que la vivo a diario, sí. Aquí se aplicó a rajatabla el Plan de Modernización de Regadíos y se han puesto en marcha un sin fin de medidas que cuentan con la obsesiva vigilancia de un técnico de prestigio, José Ramón García Antón, obsesionado con el tema del agua por padecerlo desde su etapa -al menos- de su responsabilidad para el Ayuntamiento de Benidorm y para el Consorcio de la Marina Baixa. Pocos se acuerdan del Congreso Mundial del Agua, de los elogios al sistema imperante y a la gestión en la comarca. Por eso es infamante obviar a García Antón, a Mari-Àngels Ramón-Llin y a Gema Amor en esa inmensa labor por colocarnos a la vanguardia del consumo racional de agua en la agricultura (que consume más del 70% del agua).

Sabemos que a día de hoy distinguimos agua agrícola, agua urbano-industrial, agua de usos higiénicos y agua de boca; y que esta última apenas representa el 1% del total. Pero el agua la necesitamos para que funcionen nuestras ciudades y la estructura de desarrollo de la cual vivimos. Sabemos todo eso y que los aragoneses no son los guardianes del botijo.

Pero lo más infamante es que crean que otros crecen a costa de ellos.

Los números, las cifras, están para ser interpretadas y vistas. Vamos, lo de la botella medio llena o medio vacía. Mientras escribo, el agua se sigue escapando y llegando al mar. En 2003 el Ebro, respetando un caudal mínimo de sostenibilidad superior a los 300 m3/seg en su desembocadura, tiró al mar el equivalente a 9’3 trasvases. Con los 100 m3/seg que preveía el PHN serían más de 12. Y aquí estamos.

La infamia es poner en un brete al sector turístico -en el más amplio sentido de la palabra- con la amenaza de un precio exorbitado a sus necesidades de agua. La infamia es mantener un no crezco porque no puedo, pero tampoco dejo a los demás que lo hagan. La infamia es repescar el espíritu de La Bullonera aireando el viejo estandarte del agua para el golf y la urbanización turística, a sabiendas de que no es cierto.





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