El 28 de junio, viernes, se me acabará mi relación
contractual con la que habrá sido mi empresa los últimos 16 años, 11 meses y 28
días. Ni oposición, ni plaza, ni leches: ERE que te afecta y… agur yogur.
Previsor que es uno, antes de venirme hoy he hecho un rápido
recuento de pertenencias y cosas que se amontonan en años… y de la
infraestructura que necesito para la operación “retirada”.
Y qué triste es la cosa: tras casi, casi, 17 años en la Casa (9 en Valencia y casi, casi, 8 en
Alicante), en el despacho no tengo “propiedades” ni para llenar media bolsa de
rafia de esas de hacer la compra ahora.
El inventario es deprimente: una libretita de claves, una
vieja agenda con direcciones de correos electrónicos (antes de pasarlos a la
PDA o al teléfono), un calendario de Aqualandia/Mundomar y otro del Colegio de
Geógrafos, la miniguía de teléfonos
de la empresa (un par de hojas, que el resto está en la intranet), la carpetita
de permisos/vacaciones, el horario de “la
contraria” para no cometer la estupidez de llamarla cuando está en clase,
el calendario de ferias oficiales (para no llamar a ningún sitio que esté de
fiesta), un par de recortes de prensa que me aluden (y salgo muy propio), los
listados de alcaldes, diputados (provinciales y a Corts), la direcciones y
teléfonos de grupos políticos y portavoces, la Guía de la Comunicación (varios
ejemplares de varios años), los consellers y sus Consellerías, los jefes
(jefas, casi siempre) de prensa, el “2º escalón” (que casi nunca nos acordamos
de ellos), un dossier de resultados electorales (que también está en Internet),
una carpeta de encuestas y un carpetón
(por grosor) de previsiones a las que poco voy a atender… y que no me va a
servir de nada a partir del 28 de junio… pues la dejo (pesar, pesa).
En papel, poco más de kilo y medio… que ya está pasado al
ordenador. Pero me gusta manosear estas cosas; me gustaba. Se queda.
Pero, ¿algo habrá que sacar de allí después de casi 17 años
de despacho?
Sí, en realidad habrá que traerse la foto de Ana, en
Copenhague, las fotos de las crías (ya egresadas, luego no son tan crías), dos
plumas (una veterana Waterman y una Mont Blanc que ha batallado mucho), un
tintero (de la MB), una caja de lápices (le quedan sólo dos), una foto del “equipo de desconfianza” (Navidad’1993) que
formamos un buen día, una taza (¿qué pintará aquí?), un cepillo de dientes y un
tubo de crema de dientes (por si acaso), un par de sacapuntas, una cajita de kleenex, una batería de repuesto para la PDA, un
cargador del móvil para emergencias, una cajita de chinchetas, dos adaptadores USB,
cuatro cargas de tinta para pluma, dos bolígrafos, un destornillador
buscapolos, tres portaminas baratillos, un tarrito de cristal con docena y
media de lápices a los que ya no se les puede sacar más punta, una navajita, un
cutter y una cajita de chocolate con tabasco con 2 onzas (picaba hasta hacerte
llorar; por eso aún están esas dos).
Triste, ¿no? Todo esto me cabe en los bolsillos… y han sido
casi 17 años. De Valencia, seguro, me traje más… por lo que deduzco que hemos
ido a menos.
En fin, pelillos a la mar: los lapicillos en el bote de
cristal se quedan. Lo demás, me lo traeré… pero para eso no me hace falta
logística ninguna. Todo me cabe en una bolsa de plástico de OKI Printing Solutions (blanca y roja) a
la que le he echado el ojo y ya tengo “pillada”.
Por cierto, hasta un calendario grande que tengo grapado en la
pared me lo tengo que traer. Cada año me lo hace llegar Disterralba (Albacete) y ya forma parte de mi “paisaje laboral”. Se
vendrá conmigo.
PD. Felipe me ha traído hoy dos “dosis” de sus destilados.
Gracias, Felipe: con ellos pasaré el trago
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