Nacho
Coterón es el que más sabe de vinos & Co. a este lado del Monnegre (y al otro lado también) que
es como llaman al río Seco más
arriba de la Huerta de Alicante y de
El Campello, que es donde mora este
madrileño bien que un día dejó plantada a una empresa farmacéutica para
dedicarse a esto de los vinos de todo tipo… y todo tipo de bebidas y comidas.
Un poco “ovejo”
negro, Coterón hace gravitar su vida en torno a su pasión por esa arista
sibarita que tiene, exhibe y pule (y afila) hasta parecerse más a un bisturí,
que disecciona terruños, bodegas, añadas y “cosas” que acompañar.
Llegó a Alicante hace 25 años y le apasiona la sumillería, todo un arte.
Está convencido de que “hace lo que le divierte” y lo hace
con tanta pasión que abruma. Es una locomotora, tipo Big Boy, y en cuanto le ponen las vías larga millas a una velocidad
de escándalo. El bueno de Vicente
Hipólito (un amigo; una institución en Radio Alicante-SER) le pide que se
relaje y module, pero él sigue: va a 311 voltios cuando los demás vamos a 220.
Llevo algún tiempo suscrito a su boletín (el sumiller) que, la verdad, con
80 páginas ya representa un tochito aceptable,
y me encanta porque cada número te ofrece algo nuevo e interesante que te suma
a esa legión de seguidores que ya tiene.
Tertulianos en tertulia. Fotos: Mario Ayús |
En “Los Cafés del Meliá” marchó a su
frenético ritmo descorchando ideas, sugerencias, recomendaciones y sentencias:
“un
viticultor busca calidad; un agricultor, producción”. Criticó el
desconocimiento superlativo y la estulta prepotencia que caracteriza a muchos
de los que se meten en el negocio del vino, la restauración, o “las copas”.
Nos
explicó cómo se prepara un gin-tónic
que en nada se parece a esas cosas que nos suelen servir donde el carbónico
lucha contra el ácido, la cucharilla mata la combinación, o estos de última
moda en donde te pasas la noche escupiendo “botánicos”
(yo, al menos) que le han echado al gin-tónic
para “reforzar” no sé qué estúpida
sensación organoléptica. Yo me quejo: parecen una sopa de restaurante chino más
que un trago largo.
Lamentó Corterón el esnobismo de muchos y criticó la falta
de confianza que por lo general tenemos, y muchos del negocio de la restauración
exhiben, sobre los vinos de la DO Alicante. “Hay que creer en ellos”,
y puso algunas maravillas como ejemplos… que yo me reservo. Ir a su güeb y enteraros.
Reclamó una cultura
de vino -que no tenemos por aquí- y que en nuestros restaurantes y bares se
ofrezcan “vinos de Alicante”, en vez
de tanto “Riojita”, que haberlos
haylos, y “güenísimos”.
Hicimos campaña por el Fondillón,
el gran vino alicantino del que hablaron Shakespeare, Saint Simon, Defoe,
Townsend, Dumas, Salgari, Dostoyevski…, y señaló que excelente en calidad y
precio tenemos en el de Bodegas Alejandro
Pérez (monóvar), o en el fuera de serie de Brotóns (Pinoso) que comercializa ahora el de 1964 (y el de 1970) y
aún tiene botellas de 1925. El Fondillón
(el bueno) debería estar en los altares: 200 barriles embarcó (con un coste
superior al de las armas) la expedición de Magallanes
en agosto de 1519… y fue el primer vino
en dar la vuelta al mundo. Y por cierto, cuenta Martínez Moñino, en su
libro de cocina publicado en 1617
que hasta al Hasekura Tsunenaga este de la Embajada Keicho (de la que estamos
en el 400 Aniversario -príncipe japonés incluido-) le sirvieron fondillón
alicantino.
Hablamos tanto y de tanto que… me remito nuevamente a su
boletín y a su web porque para saber más, hay que estar al tanto de todo. Por
ejemplo: “Ya ni el brandy es tal, ¡¡le han bajado la graduación!!”. Rediez, eso
no lo sabía yo.
Amenizamos “Los Cafés del Meliá” con un Fondillón
(Solera de 1948) de Primitivo Quiles
que estaba “muerto”, y mira que lo
sentimos, y un “Dolç de Mendoza” (2007) que quitó penas. Tenía también
preparado un cava rosado, de no sé quién, al que no hicimos ni caso, pero que
tenía buena pinta. Una lástima lo del Fondillón, con lo que aprovechó Coterón
para reclamar el cuidado del vino, e incluso una cristalería en consonancia: “el
cristal, su calidad y… tamaño, forma, transparencia y grosor”. Nacho Coterón
reivindica “el parámetro de calidad siempre” e incluso recomendó una Guía de Vinos de Supermercado,
asequibles; que los hay.
En fin, una excelente tarde en el Meliá con un buen amigo y
profesional; un logro más de “Los Cafés del Meliá”.
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