Ya les conté el año pasado lo de Halloween,
pero la gente no escarmienta y sigue con su fiesta, honrando a la muerte; sin
saberlo. ¡Qué le vamos a hacer!
Pero
hay más tonterías en todo esto: mezclamos la ancestral fiesta del final de las
cosechas (a partir de ahora el campo quedaba estéril hasta la primavera) que
nos vale para casi todas las civilizaciones, con la acción de la Iglesia de
Roma trasladando el Día de Todos los
Santos al 1º de noviembre en el siglo IX, con el homenaje a la muerte
(epidemias de los siglos XIV, XV y XVI), con el trágico siglo XVII y con la
Revolución Agraria… que no a todos les trajo lo mismo. Lo que amalgamaba todo
esto era el fuego y las historias tenebrosas con fantasmas incluidos.
De
la Edad Media, las gentes, sumaron al
Halloween, en la segunda mitad del XVIII, las viejas supersticiones. Así añadieron los gatos negros -conectados con el Maligno- y las brujas, sus mentoras; incluso la mala suerte si te cruzas con
ellos. Incluso los búhos -si se te
presentaban ante la ventana o los veías a plena luz del día (son aves
nocturnas)- y los gorriones, que
llevan, cuentan, las almas de los muertos. Ahora bien, si ustedes vieron una araña en Halloween no la machaquen. Resulta
que lleva el alma de un ser querido, ya fallecido, que vela por Ud.
Pero,
la verdad sea dicha, más allá de bailar
en torno a la hoguera y convertir la noche en un “Sálvame” de fastasmones y brujildas, hasta la mitad del XVIII… Halloween
no pasa más de eso; la fiesta se quedaba en eso.
Bueno,
los yanquis le dieron un toque “de
distinción” a esto del Halloween, tras
la IIGM, al meter a los niños en esto, atiborrarlos de caramelos y jugar con Stingy Jack. En 2012 los niños de
yanquilandia movieron un negocio acaramelado de 2.000 millones de dólares, y la
cuarta parte, leo, en esa noche. Y aquí nos comemos, “con paticas y tó”, lo que nos llega de allí y lo hacemos muestro.
¡Horror!
A
mí me gusta Stingy Jack y su historieta; sólo que la “lantern” original de este
truhán pendenciero siempre fue un nabo, y no una calabaza. Y la lantern
de nabo es más terrorífica que la de calabaza; y el nabo es europeo y la
calabaza es americana, y hasta que no la trajeron los españoles, a lo largo del
XVI, nadie supo de ellas. A las islas británicas no llegaron hasta bien entrado
el XVIII.
Y
ya en esto podríamos entrar en la Revolución
Agrícola británica y sus personajes; desde Jethro Tull (y no el grupo rock del flautista Ian
Anderson… ¡que suene Aqualung!), el primer gentleman-farmer,
hasta Robert Bakewel y sus cruces de
razas ganaderas. De entre todos ellos, para este Halloween, Lord Nabo.
Lord Turnip convenció a los británicos para
eliminar el barbecho (rotación de
cultivos con un año -o varios- en blanco -en barbecho- para recuperarse). Desde tiempos de Roma se aplicaba en la
agricultura el barbecho… y se utilizaba el arado romano… tirado por hombres o bueyes. La revolución agrícola
británica consistió, entre otras muchas cosas, en cambiar los bueyes por caballos (les doblaban en velocidad de
trabajo), en aplicar el nuevo arado
Rotherham (triangular, 1730) y en plantar nabos en lugar de dejar las tierras
en barbecho. Y hubo nabos hasta para hacer sopa. Aquél sistema
trigo-tubérculos-cereales de primavera/leguminosas-forrajeras fue básico para
el gran salto adelante que dio la agricultura y Gran Bretaña en el XVIII. Y ahí
estaban los nabos, una suculenta de raíz napiforme, que completaban el ciclo… y
se hicieron tan populares que Stingy Jack pudo conservar las
ascuas que le lanzó el diablo en un
nabo vaciado y horadado que le sirvió -y aún le sirve, dicen- de linterna.
Y por decir, dicen que el negro y el naranja son los
colores de esta época del año… y son, además, los colores de Halloween: el negro, de la oscuridad invernal que se
avecina (y de la Muerte), y el naranja, del otoño… y de las calabazas. Pero es
que el “pumpkin” británico no llega a aparecer por ningún lado hasta
bien entrado el XVIII, aunque Shakespeare,
el gran Shakespeare, en “Las alegres
comadres de Windsor” señala la novedad del “pumpion” que parece que
así las llamaron en principio. Pero la calabaza no llegará al escenario de los
cuentos de fantasmas de Halloween hasta que Washington Irwin, el yankee que se enamoró de Granada y la Alhambra,
escriba “La leyenda de Sleepy Hollow/La leyenda del jinete sin cabeza”,
para “El cuaderno de bocetos de Geoffrey
Crayon”, y de Ichabod Crane solo
queda, tras perseguirle el jinete (sin cabeza), su caballo, su sombrero y -¡zas!- una calabaza destrozada. Hasta
ese momento, las calabazas no pintaban nada en Halloween.
Lady Dorothy “Dolly” Townshend… en vida |
Y para cerrar con un
relato fantasmagórico, en esto de Halloween, pongamos en liza a Lord
Nabo. Charles Townshend, 2º
Vizconde de Thownsend -el introductor del nabo (Turnip Townshend) en el
sistema para eliminar el barbecho, fue
todo un personaje; Secretario de Estado durante
una década, dirigió la política exterior
de Gran Bretaña y estuvo en todos los saros; incluso en el Tratado de Utrech (1713; Menorca y
Gibraltar para los británicos). Y en la
holandesa Utrech conoció Charles las ventajas del cultivo del nabo, que aplicó
en sus tierras de Norfolk.
Bien, pues a nuestro
Lord, un socio político del partido Whig (Partido Liberal Británicos;
1678-1868), Robert Walpole -Conde de
Oxford-, lo dejó en la estacada política, con el culo al aire en 1730, y Turnip
Townshend se retiró a sus tierras a hacer dinero cultivando y vendiendo nabos…
hasta para Halloween.
Y en Halloween,
fantasmas.
Turnip Townshend vivía en la casa familiar de Raynham
Hall y su segunda esposa, de soltera Dorothy
Walpole (hermana del socio político que le dejó luego en la estacada),
murió en circunstancias muy misteriosas (hay quien dice que de viruela y en
1726). Se cuenta que en un regreso
imprevisto a Raynham Hall, desde Londres, la sorprendió con otro (Lord
Wharton, con la que había estado casada antes que con Turnip Townshend y que, en aquellos momentos -y para más inri- era
su cuñado; el marido de su hermana) y la mandó emparedar viva, aunque fingió su funeral… aunque Lady Dorothy “Dolly”
Townshend moriría muchos años después… y
su fantasma sigue apareciéndose. La “Dama de Marrón” se aparece por Raynham
Hall y hasta fue “vista” hasta por el
Príncipe Jorge de Gales (futuro
Jorge IV) y hasta por el escritor Frederick
Marryat… y por muchos más… Y hasta fue fotografiada (19.09.1936).
La mansión de los Townshend; Raynham Hall, en Norfolk |
Y no sólo se pasea
por allí “Dolly/La Dama de Marrón”; también lo hacen, entre los muros de
Raynham Hall, dos niños, un perro, el duque de Monmouth, otro perro… Historias
de Hallowen, de las que estoy de vuelta
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