2010 resultó un año de calores. Y eso que aún no “se había inventado” lo del caloret
riteño. 2010 remató la llamada “década
más caliente de la Historia” (¿?)… aunque la temperatura media global fue
de 14’3ºC… luego en algún lado hizo
un frío de esos que hacen que los grajos viajen en metro.
El caso es que en Bielorrusia
vieron el termómetro por encima de los 38ºC
o que en varios puntos de Birmania
llegaron hasta los 47’2ºC. En mayo,
en el mes de mayo de 2010, en Pakistán
(en Mohenjo-Daro) llegaron a la
máxima asiática con 53’5ºC nunca
antes jamás registrada. En la república rusa de Kalmikia vieron los 45’4ºC
a mediados de julio, y en la mismísima Finlandia,
en Joensuu, estuvieron, también en
julio, a 37’2ºC. Lo nunca visto,
contaron los periódicos… menos La Hoja del Lunes.
Se habló de una mega-ola
de calor a la que se la calificó de excepcional
en el hemisferio Norte que también -¡cómo no!- en España dejó sentir sus
efectos: en aquél verano se alcanzaron los 42ºC
en casi toda Andalucía y en los 39º
quedaron Castilla-La Mancha, Madrid y el Valle del Ebro. Avisos naranja por
todo el Mediterráneo y hasta en Canarias, día sí y día no. Y aún teníamos el
calor del verano de 2003 en el cuerpo.
Pero lo más grave fueron
las continuadas noches tropicales
que superaron los 25ºC por toda la
península. Pero el 27 de agosto el
litoral mediterráneo vio los 42’8ºC (Aeropuerto
de Manises-Valencia) y los 44ºC
(Alcantarilla, Murcia), aunque el récord fue para Carcaixent (Carcagente, Valencia) con 45’1ºC (27.08.2010).
Ah, ese verano, llovió “más
de la cuenta”; a pesar del calor, pero lo cortés de la lluvia no quita lo
valiente, y tan valiente, del calor.
Pues bien, mientras eso pasaba por el hemisferio Norte, en
el hemisferio Sur, que estaban de puritito
invierno se alcanzaba la temperatura más baja jamás registrada. Todos los
medios nos contaban que en el verano austral el hielo marino se había reducido
muchísimo y que probablemente estábamos ante el volumen más bajo en millones de
años. La rotura de la Placa Larsen en 2002 y la Placa Willis en 2009 les tenía
de los nervios. Aún no metían en la ecuación el grosor de la capa de hielo
antártico, pero hizo mucho frío. “Ola de
frío polar en el Cono Sur” era el titular común, incluso por zonas
subtropicales: 80 muertos por frío, efectos sobre el ganado, las cosechas, las
infraestructuras y el turismo. Un caos.
En el segundo semestre de 2010 el iceberg Fjor-Balog captaba
todo el interés de los medios de comunicación del hemisferio Norte, aludiendo
al Sur, por los procesos de retroalimentación que soportaba y por todos lados
se aventuraba -con su imagen- que se acabaría el hielo de la Antártida del mismo
modo que se derretía el célebre y muy fotografiado iceberg… que se había
escapado de Groenlandia; pero eso a los calentólogos les daba lo mismo. Y
terminó 2010 y el iceberg aún estaba tonteando por el mar hasta bien entrado
marzo de 2011 en donde ya no se habló más de él.
Y mientras todo eso ocurría, el 10 de agosto de 2010 se registró la temperatura más baja jamás
registrada en el planeta: -93’2ºC.
Sí: menos noventa y tres coma dos grados
centígrados.
Eso fue en agosto de 2010 y hasta agosto de 2013 no se
publicó en medios científicos el registro. Increíble. Algunos medios
periodísticos recogieron el dato en el mes de diciembre de ese año porque ese
mismo año -diciembre de 2013- se habían detectado registros similares de -93’0ºC.
Aquí todos ocultan lo que quieren. No, es que resulta que
les pasó inadvertida esa medición. La más baja jamás registrada y a los
científicos que están estudiando esto va y se les pasa.
Fue el satélite Landstad-8 con sensores infrarrojos el que
efectuó la medida y hasta facilitó las causas para que se alcanzara esa
temperatura: capas de aire superfrío en
días soleados y sin nubes. Vamos que el
Sol sirve lo mismo para un roto que para un descosido; por un lado que te
torras y por otro que te hielas.
-93’2ºC es una
temperatura cuyos dígitos se escriben con celeridad inmisericorde pero que su
cuantificación real es dificilísima de imaginar hasta para los científicos. Un
frío tan extremo es algo hasta duro de explicar. En 1983 se habían registrado los famosos -89’2ºC en la estación rusa Vostok, en la Antártida. Nadie pensaba
que se pudiera rebasar ese registro.
En las zonas habitadas del planeta -en el hemisferio Norte- se
han llegado a medir, y por dos veces, (en Verkhoyansks
y Oymeykon) los -67’8ºC (en 1892 y 1933) pero nunca jamás esas gélidas
medidas han vuelto a ocupar reseñas científicas y periodísticas. El registro de
-71’2ºC
de Oymeykon de 1926 no está totalmente aceptado.
Pero a lo que íbamos, a la
dualidad frío-calor. Resulta que la llamada Oscilación meridional de El Niño (ENSO; El Niño-Oscilación del Sur) genera temperaturas extremas en
el Pacífico, con lo que afecta a los patrones atmosféricos planetarios.
El fenómeno ENSO
tiene dos fases: la propia de El Niño (EN) que produce efectos de
elevación de la temperatura planetaria global y La Niña que tiende a
reducirla visceralmente y cuya acción llega sin problemas a nuestras latitudes
influyendo en la llamada Oscilación del
Mediterráneo Occidental (weMO)
que incide en la acción y potencia de nuestras “gotas frías”/DANA. Los
procesos ENSO se engarzan muy eficazmente con las fases de ciclos solares para
aumentar o disminuir de actividad.
En el segundo semestre del año 2010 La Niña y un mínimo de
irradiación solar hicieron descender el termómetro en todo el Cono Sur y en la
Antártida y así los calores del primer semestre del año en el conjunto
euroasiático quedaron tan contrarrestados en el sistema planetario que al
final, como dijimos al comenzar este Post, la temperatura media planetaria
quedó en esos 14’3ºC tan engañosos. Pero eso lo que tienen las medias y más si
son planetarias.
Como conclusión final: es
el sol el culpable tanto del calor como del frío extremo y especialmente el
registrado en esas condiciones en la Antártida. Estudiemos más el proceso y
sabremos; aunque sea para callar a algunos.
Y cómo tenemos la cosa del hielo ahora. Pues con mediciones
de agosto de 2015 en el Ártico estamos por debajo del promedio, pero el Paso
del Noroeste es impracticable y el hielo persiste en Baffin y Hudson, y en la
Antártida la extensión es superior al promedio, pero se ha ralentizado el
crecimiento este mes.
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