No estamos
instalados en la normalidad, aunque sí en la nueva realidad; realidad a la que
nos ha sometido esta vida diminuta que llamamos 2019-nCoV.
La última
entrada de este blog es del 18 de marzo, víspera de San José. Para entonces,
confinado, tenía ya escritos hasta seis post de la serie que inauguraba “De
una vida diminuta” y del que sólo he subido la primera entrega (y no
subirán las demás), viendo la gravedad del asunto y la banalización, a fin de
cuentas, que suponía a golpe de intento de literatura contar mi visión de un ‘bicho’
y el tiempo que llevaba la humanidad sin ser atacada por unos de ellos. Cada
cincuenta años, más o menos, el mundo ha venido siendo pasto de uno u otros de
estos bichos desde el principio de los tiempos. La OMS estaba con la
mosca detrás de la oreja desde 1972, ‘porque tocaba que una de estas pandemias
se desencadenara’… y va, se desencadena, y nos pilla con los pantalones gachos.
Viendo la
desolación y con el trabajo diario acompañando en la gestión de una crisis
sanitaria que ha devengado en social y económica, no he tenido ni tiempo, ni
ganas, ni motivación para golpear las teclas… hasta ayer tarde. Y no es porque
hayamos cesado en intensidad o porque vea luz al final del túnel… que lo mismo
este es un túnel ferroviario y la luz que se ve es la de la Big Boy, de
la Union Pacific, a toda máquina, quemando un carbón al que hoy mismo veo que
hemos dado el carpetazo en cuanto a generación eléctrica.
Ussía me ha
dado ganas de retomar el tecleteo para escribir lo que ayer me inspiró,
en su charla ‘Humor y política’, del Club de Opinión Benidorm, en la que
repasó, a modo de La Jaralera, lo que ha dado de sí la conjunción de las cosas
de los políticos, de las cosas de la política, y la condición humana… de los
políticos.
Me dejó
Ussía una terna de frases rotundas, titulares: “La humanidad está desnuda ante
el poder de las redes sociales”, “Con Zapatero llegó el resentimiento y el
rencor” y “Todas las mentiras, las calumnias y las injurias caben en las
cabezas huecas”. Y a fe que sí.
Aunque esta
vez fue telemáticamente, Ussía volvía a Benidorm once años después y de nuevo
al Club de Opinión. Y recordó Ussía cuando navegando en el ‘Giralda’,
con Don Juan -al que elogió: “todos los deberes, ningún derecho”-, entre
Castellón y Almería se sorprendió en los sesenta con el skyline de Benidorm.
En su línea,
por ser el día de San Pedro y San Pablo, al comenzar la charla felicitó a todos
los pedros y pablos, “menos a dos”. Y no hizo falta explicar más. Así es
Alfonso Ussía Muñoz-Seca.
Y comenzó a
repasar con pildorazos de humor la escena política internacional desde 1905
para acá (tal vez fuera en la visita de 1919) comenzando con el arzobispo de
Canterbury y su primer contacto con los periodistas neyorquinos… y su respuesta
a la preguntita sobre los prostíbulos en los barrios de Manhattan.
Se recreó en
el duelo dialéctico entre Sir Winston Churchill y Nancy Langhorne, vizcondesa
Astor, que ha dado mucho de sí. Y gustó y fue divertido en la sucesión de
chascarrillos entre uno y otra, aunque la anécdota de la borrachera (que se
pasa con una buena dormida) y la fealdad (que es perpetua) tuviera otra
protagonista: Bessie Braddock, del partido laborista, como reveló Richard
Langworth en su libro (2011).
Pero
estábamos ante una sucesión desternillante de episodios en la vida de Jimmy
Carter, Harold Wilson, Fermín Bohórquez, Agustín de Foxá, Gregorio Marañón –“Marañón,
dígame, ¿cuándo trabaja usted?, que le preguntó Frabnco”-, Jaime Mayor
Oreja, Leónidas Trujillo, el general Fernández Campos, el mismo Franco, De Gaulle,
y, como no, su abuelo Pedro Muñoz Seca, quien quiso poner a su villa de
Ondarreta por nombre Toki el Timbre… con anécdota de la carta que hizo
llegar don Alfonso XIII a la viuda, cuando don Pedro había sido asesinado en
una de las matanzas de Paracuellos. Esto no lo contó, pero uno -que es fiel
lector de Ussía- conoce ese y otros varios detalles, por leerle casi a diario
tantos y tantos años.
Y es que el
escritor y conferenciante tiene multitud de seguidores en prensa y radio, y
entregados lectores literarios que siguen las andanzas de muchos de sus
personajes, en especial del Marqués de Sotoancho, al que diera vida Josema
Yuste en una miniserie de A3 de finales del XX. Este personaje, un tal Cristián
Ildefonso Laus Deo María de la Regla Ximénez de Andrada y… no me acuerdo de más
(aunque podía buscarlo) y el universo de su finca ‘La Jaralera’ -entre
Cádiz y Sevilla- le da pie a Ussía para ejercer una ácida y certera crítica de
muchos de los conflictos y contradicciones de la sociedad española en cada momento.
Y a mí me encanta Sotoancho y su mundo.
Y tras unos
cuarenta y cinco minutos que se pasaron en nada, Ussía entró a tertuliar. Su
reciente salida de la última página de La Razón presidía el ambiente. Y él
explicó la situación -principio de acción y reacción, física elemental- que le
ha llevado a salir del medio y unirse a la plataforma de Javier Negre (otro que
salió, en este caso de El Mundo), Isabel San Sebastián, Fernando Sánchez Dragó…
“con el apoyo de la Fox” (Fox Broadcasting Company) que se maneja de
manera distinta por Europa que en los Estados Unidos. A mi pregunta, recordando
a McLuhan, sobre la ideología y el medio -el medio es el mensaje- respondió: “no
quier0 que me confundan con la línea editorial”. Y como guinda, y respecto
al grupo mediático para el que escribía cada día su columna: “el periódico
(La Razón), para el grupo (Planeta) se fue convirtiendo en la
coartada”. Los paréntesis ilustran, para no versados en Ussía y dejan claro
el tema.
Reivindicó
Ussía el papel de la poesía en la vida y la oratoria en el parlamentarismo,
criticando que ahora en el hemiciclo sólo se habla “con papeles”,
habiéndose perdido la demostración de la brillantez de los políticos; clase que
ha ido en decadencia: “los políticos españoles se han convertido, desde ZP,
en una bazofia”, para pontificar, a continuación: “con él llegó el
resentimiento y el rencor”. Y ese ‘el’ es ZP. Instalado en ese nivel habló
del “resentimiento inalcanzable de Podemos”… y varias píldoras más de
ese calibre hasta orlar al argentino de cuna.
Y del gremio
de los políticos, en general, señaló que “en el transcurso de su actividad
pierden el humor; cuando deja la política recuperan la libertad, incluso el
sentido común, pero nunca el sentido del humor”. Como excepción moderna
señaló tanto a Alfonso Guerra como a Mariano Rajoy, cada uno en su latitud
geográfica. Y citó a Aznar: “la negación del sentido del humor”.
Reivindicó
Ussía la eliminación de la impunidad del anonimato en la Redes Sociales: “todos
los que opinan tienen el deber de identificarse y todos los aludidos tienen
derecho a saber quién les alude”. Y habló incluso de estilo y formas que
utilizamos en ellas, para concluir que “somos un país ágrafo” (vamos,
que no sabe escribir), exponiendo después que el problema arranca en las etapas
propiciadas por las leyes de Educación y en la falta de interés por la lectura,
que implica conocimiento. Y es que es así.
Declaró
haber transitado “de monárquico emocional a monárquico pragmático”,
elogió a don Juan de Borbón y Battenberg, destacó la figura de don Juan de
Borbón y Borbón y señaló la preparación, la manida preparación “pero que es
real” de don Felipe de Borbón y Grecia: “no se parecen entre ellos”.
Nos dejó con
ganas de más y una avanzadilla: para su discurso de ingreso en la Real Academia
de Cultura Valenciana, nombrado como Académico de Número por Madrid, la figura
de Luís Sánchez Polack, Tip, será fundamental.
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