Por un hecho lamentable se ha vuelto a colocar en el plano
informativo Acapulco. Acapulco, en
el Pacífico mexicano, fue un importantísimo destino turístico internacional que
ha ido viniendo a menos, desde principios de los 90, y cuando creían que podían
remontar, en este 2013, esta acción ha vuelto a desempolvar las carencias;
porque con las de seguridad han aparecido todas las demás que los propios
destinos mexicanos del Caribe han sacado a orear.
Acapulco |
En los años sesenta la llamaron “Riviera Mexicana”, “Perla
del Pacífico” y “Paraíso a las puertas de los EE.UU.”.
Hoy en día no saben ni cómo llamarle. El caso es que, Acapulco, de la nada pasó
a ser un emporio turístico de primer nivel y… hoy es territorio abonado a la inseguridad
y el tiro de gracia de sus competidores. Bien puede ser que esta última
execrable acción sobre españolas haga que el gobierno federal se vuelva a
implicar en recuperar el destino y vencer la Acapulco-ización.
Este palabro, Acapulco-ización, lo inventó en 2008
el periodista norteamericano Kent
Paterson (experto en temas mexicanos) para denominar un fenómeno ya muy
estudiado para entonces: el auge de un destino turístico, de estructura
urbana desarticulada y carente de infraestructuras básicas, aquejado además de
fragrante déficit de vivienda para la masa laboral, reducido abastecimiento de
agua, problemas trama vial, alcantarillado, etc. (JM Ramírez y otros;
1987).
Dicen los mexicanos que Acapulco la descubrió un monje
chino, Fa Hsien, hacia el año 417… y
Colón llegó a América en 1492. Esto les viene bien porque ahora quieren optar
hacia el turismo chino. Y dicen que el nombre se lo puso el monje, de acuerdo
con los indios Nahoa: y Acapulco
quiere decir “lugar de las aguas hermosas”. Hermosas son.
En 1521 un marineo de Hernán Cortés redescubrió, el día de
Santa Lucía, aquella bahía y, al final, Juan
Rodríguez de Villafuerte tomó posesión del lugar por ser la única bahía
abrigada y de aguas profundas al sur de la bahía de San Francisco (USA). Fue
puerto de partida de todas las expediciones españolas hacia los llamados “Mares
del Sur” y en 1599 el Rey Carlos II de España le concedió el título de ciudad…
y de allí partía (y regresaba) el llamado “Galeón de Manila” (también, “Nao de la China”, aunque iba sólo a
Filipinas, e incluso a la Cochinchina vietnamita) que era el vector de
comunicación entre América y Asia para la Corona de España.
México lanzó el grito de independencia en 1810 y los
españoles salimos de Acapulco en 1815, Cuando México accedió a la independencia,
en 1821, Acapulco ya estaba muerto… y así estuvo hasta que en 1927 se abrió la
carretera Taxco-Acapulco y se vieron las posibilidades de aquél territorio. El
entonces Príncipe de Gales (futuro Eduardo VIII… entre enero y diciembre del
36, luego Duque de Windsor) en una visita ese mismo año se maravilló con el
lugar y animó a su explotación turística En 1928 se abrió el primer aeropuerto
y en 1934 comenzaron las primeras actuaciones urbanísticas en la Península de
Playas… y llegaron los primeros hoteles. Vamos, que Acapulco nació bien…
incluso planificado… pero enseguida se desvió y comenzó la Acapulco-ización.
La segunda oleada de construcciones, 1944, ya no respetó
nada. Los intereses económicos de las familias de los distintos presidentes de
la República (comenzando por Miguel Alemán Valdés [1946-52], fundador y alma
mater de la cadena hotelera Continental) se lanzaron a una vorágine
constructiva una vez obtuvieron el compromiso del Gobierno de los EE.UU. de que
Acapulco, junto con La Habana, sería elegida como lugar de reposo y
rehabilitación de los excombatientes de la IIGM. En 1953 pasó lo mismo con los
excombatientes de la Guerra de Corea, pero entonces ya no contaba La Habana -donde
los “barbudos” de Castro había protagonizado la Revolución (1951) comunista- y
el desmadre urbanístico fue la releche; también nuevas carreteras (1955) y
nuevo aeropuerto (1964).
La Quebrada, donde se lanzan los "clavadistas" |
Las grandes fortunas mexicanas acudieron allí, a Acapulco,
para disfrutar del lujo y codearse con lo mejor del famoseo de Hollywood… y
hasta la jet-set europea se sumó. Y a su rebufo apareció la yankee; JFK pasó
allí su luna de miel y Elvis rodó “Fun in Acapulco”… y, ¡voilà!, el éxito
llegó. Los clavadistas de La Quebrada fueron emblema… y la expansión anárquica
de las construcciones fue la realidad, generando una estructura urbana
sumamente desarticulada origen de todos los males sufridos entre 1972 y 1985 en
que los “ricos y famosos” van abandonando la ciudad turística devorada por sus
fallos.
Es a mediados de los 80 cuando se pone en marcha el Plan Contingente de Actuaciones para
reordenar el destino y conseguir las infraestructuras pendientes. Una bajada de
precios coloca entonces a Acapulco en la órbita de los Spring Breakers
norteamericanos (estudiantes desmadrados en sus Vacaciones de Primavera) y
todos van en busca de una o dos semanas de sol, margaritas a porrillo y, las
más de las veces, sexo desinhibido. El caso es que con las “actuaciones” infraestructurales
en marcha y con los Spring Breakers
por todos lados, Acapulco se recupera… y cesan las actuaciones.
Pero en 1997 se deja caer por allí el huracán Paulina y pone
patas arriba el resort (118 muertos y unos 10.000 damnificados). A partir de entonces
intentan recomponer la nunca acabada estructura de ciudad potenciando incluso
el turismo de cruceros. Y cuando a base de dólares de PEMEX y otras grandes
compañías mexicanas van recomponiendo la ciudad, en 2005 Acapulco es víctima de
la crisis económica mundial, la ciudad sigue inacabada, y, en nada, de la gripe
aviar (AH1N1) que tanto en 2009 como en 2012 han alejado el turismo del antiguo
resort que se ha ido modernizando, aún con deficiencias en infraestructuras, a
base de construir torres de apartamentos (101 edificios entre 40 y 123 metros
de altura) y con los hoteles buscando clientes con posibles hasta debajo de las
piedras. Acapulco ha ido quedando para los mexicanos; los Spring Breakers se van más al norte o al Caribe mexicano.
Este año, 2013, que parecía que los cruceros iban a volver a
recalar en Acapulco y que las compañías aéreas habían programado mejores
precios, la vieja lacra de la guerra de los cárteles, que comenzó con el siglo
XXI, va a volver a tumbar un destino que fue y que no se ha sabido, o no ha
podido, mantenerse a flote. Y todo por despreciar la muy necesaria urbanización
y olvidarse de que para que el turismo funciones también es necesario que la
gente que lo mantiene pueda vivir en esa misma ciudad.
Acapulco lo olvidó en los años 40 y no parece haberse dado
cuenta aún. Lo de la inseguridad solo da mala imagen. El que los camareros e incluso la gente de los
pequeños negocios no encuentre donde vivir, también da mala imagen. El que los E. coli pululen La Caleta y La Angosta…
no da mejor imagen, y pone las cosas peor.
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