Llevo algunos días haciendo limpieza en el despacho. Es una
cosa intermedia entre el cambio de ciclo que me espera tras el 30 junio y el
compromiso ante mi “santa” de deshacerme
de 1 m3 de papel cada año. El caso es que encuentro cosas que decido guardar y a
ellas hay que hacerles hueco en los estantes del trastero.
Y haciendo hueco en el gtrastero me encontré con una cosita
de aquellas que hacía yo en los años 70, en la Escuela de Ingenieros. Una carpeta
rotulada “Leñosos” despertó mi curiosidad arqueológica (por la capa de
polvo y la pátina de los años). Y allí estaban el avellano y la avellana. El
tamaño del folio lo dice todo ya; y mi letra… Aquí sí se ve evolución; y ni
perito ni nada.
Y esta mañana me veo que Método 3 (detectives, dicen) hizo hasta un estudio sobre la avellana en Cataluña. Mi trabajo, seguro, es más completo y no me reportó nada
en metálico. Y su ámbito era mayor: Cataluña-Asturias-Comunidad Valenciana. Por
él no me dieron ni un crédito; en aquellos años, nota pura y dura. Aunque allí
figura sólo un “OK” carmesí. Jo, qué
cursi: En rojo, vamos. “OK”; ¿cero
muertos?
El caso es que aquella asignatura la aprobé; teníamos
leñosos de hueso, de pepita, de cáscara, de vaina, cítricos, olivo, tropicales…
y un recurrente ‘otros frutales’ que englobaba a todos los demás que podían
quedar.
Nada más comer, hoy he bajado al trastero a por él. Sin
lugar a dudas, mejor que el de Método 3… y muchísimo más barato.
El Ponto, en la antigua Turquía |
El avellano viene del Ponto,
hoy Turquía. El Ponto era aquél
territorio de la costa Sur del Mar Negro,
cercano a la Cólquida (donde el
Vellocino de Oro) y delimitado por la Bitinia,
la Galatia, la Capadocia y la Armenia. Estos
romanos…
Vamos, la Turquía de hoy. Por más señas, el Ponto era donde
se estrelló el Yak-42 (UKM-4230 de
UM Air) con 62 militares españoles en mayo de 2005, cerca de Trabzon
(Trapisonda). Aún hoy Turquía sigue siendo el primer productor mundial de
avellanas.
Griegos y romanos difundieron el avellano pues además de la
útil avellana (aceite y alimento), de sus ramas salían los mejores astiles de flecha. Y con
ellos llegó a la península.
El primero en hablarnos de ellos/as (avellanos/avellanas)
fue Ramón Llull, un mallorquín de
ascendencia barcelonesa que de Mayordomo Real pasó a predicador y terminó de
laico muy cercano a los franciscanos. En su Blanquerna (Llibre d’Evast e Blanquerna; 1257) cita
los avellanos de las tierras catalanas. Y será en la comarca tarraconse del Baix Camp
donde se le vuelva a situar en 1287 (Alforja), en 1331 (Brunyola, Vilanova d’Escornalbou
y Duesaigües) y 1472 (Selva del Camp). Luego ya sabemos de las avellanas
catalanas de Reus cuando en 1879 sustituirá a la vid en el Baix Camp, el Tarragonès,
el Priorat, el Vallés Occidental, la Selva, el Alt Camp y la Conca de Barberá.
¡Coño!, los de Método 3 lo tenían fácil. Hasta llegar al Informe Mottola de la UE y sus ayudas a este
cultivo… y les llegaron 30.000 eurazos en 2007 por un estudio sobre la avellana.
Y la cantidad de ingenieros agrícolas que hubieran hecho ese estudio por
muchísimo menos. Y seguro que mejor. El 90% de la superficie cultivada en
España la tienen los catalanes; y el 87% de la producción. Este dato es
reciente; lo he sacado del MAGRAMA, por la cosa de actualizar.
Por aquí cuento que durante la Edad Media se le llamaba Nuez de Avella; decían que venía de
Avella, una comuna del Avellino, en la Campania; cercana a Nápoles.
Se decía que el avellano era inmune al rayo… porque bajo una
de ellos se cobijó la Virgen María, con El Niño, durante una tormenta…
En toda Europa, central y norteña, tiene que ver el avellano
-o la avellana- con la fertilidad. En muchos lugares se llegó a azotar a las
mujeres estériles con varas de avellano para hacerlas fértiles… En Islandia se
decía que pasear entre avellanos llevaba a curar la infertilidad. En la Volinia
ucraniana, menos violentos, las suegras lanzan aún hoy -en el banquete nupcial-
a la cabeza de los desposados con sus hijas avellanas y avena para que el
desposado cumpla con du papel fertilizador de esposa y campo.
En la Edad Media, por media Europa, lo de ir debajo de un
avellano era los mismo que llevar a alguien al célebre pajar mediterráneo. En la
Alemania profunda si la familia de la recién casada repartía avellanas al día
siguiente era señal de que el matrimonio había sido consumado.
Para los celtas, el avellano era un árbol mágico y la
avellana un fruto de ciencia.
Dicen que los buscadores de oro y los zahoríes usan varas
horquilladas de avellano para descubrir tanto el fruto de la tierra, el oro,
como las corrientes de vida, el agua.
Vamos, que la avellana da mucho de sí. Aunque no sé si tanto
como para los 30.000 eurazos de ese estudio.
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