20 feb 2013

DE LA NUEZ DE AVELLA, SIN MÉTODO ALGUNO



Llevo algunos días haciendo limpieza en el despacho. Es una cosa intermedia entre el cambio de ciclo que me espera tras el 30 junio y el compromiso ante mi “santa” de deshacerme de 1 m3 de papel cada año. El caso es que encuentro cosas que decido guardar y a ellas hay que hacerles hueco en los estantes del trastero.

Y haciendo hueco en el gtrastero me encontré con una cosita de aquellas que hacía yo en los años 70, en la Escuela de Ingenieros. Una carpeta rotulada “Leñosos” despertó mi curiosidad arqueológica (por la capa de polvo y la pátina de los años). Y allí estaban el avellano y la avellana. El tamaño del folio lo dice todo ya; y mi letra… Aquí sí se ve evolución; y ni perito ni nada.

Y esta mañana me veo que Método 3 (detectives, dicen) hizo hasta un estudio sobre la avellana en Cataluña. Mi trabajo, seguro, es más completo y no me reportó nada en metálico. Y su ámbito era mayor: Cataluña-Asturias-Comunidad Valenciana. Por él no me dieron ni un crédito; en aquellos años, nota pura y dura. Aunque allí figura sólo un “OK” carmesí. Jo, qué cursi: En rojo, vamos. “OK”; ¿cero muertos?

El caso es que aquella asignatura la aprobé; teníamos leñosos de hueso, de pepita, de cáscara, de vaina, cítricos, olivo, tropicales… y un recurrente ‘otros frutales’ que englobaba a todos los demás que podían quedar.

Nada más comer, hoy he bajado al trastero a por él. Sin lugar a dudas, mejor que el de Método 3… y muchísimo más barato.

El Ponto, en la antigua Turquía
El avellano viene del Ponto, hoy Turquía. El Ponto era aquél territorio de la costa Sur del Mar Negro, cercano a la Cólquida (donde el Vellocino de Oro) y delimitado por la Bitinia, la Galatia, la Capadocia y la Armenia. Estos romanos…

Vamos, la Turquía de hoy. Por más señas, el Ponto era donde se estrelló el Yak-42 (UKM-4230 de UM Air) con 62 militares españoles en mayo de 2005, cerca de Trabzon (Trapisonda). Aún hoy Turquía sigue siendo el primer productor mundial de avellanas.

Griegos y romanos difundieron el avellano pues además de la útil avellana (aceite y alimento), de sus ramas  salían los mejores astiles de flecha. Y con ellos llegó a la península.

El primero en hablarnos de ellos/as (avellanos/avellanas) fue Ramón Llull, un mallorquín de ascendencia barcelonesa que de Mayordomo Real pasó a predicador y terminó de laico muy cercano a los franciscanos. En su Blanquerna (Llibre d’Evast e Blanquerna; 1257) cita los avellanos de las tierras catalanas.   Y será en la comarca tarraconse del Baix Camp donde se le vuelva a situar en 1287 (Alforja), en 1331 (Brunyola, Vilanova d’Escornalbou y Duesaigües) y 1472 (Selva del Camp). Luego ya sabemos de las avellanas catalanas de Reus cuando en 1879 sustituirá a la vid en el Baix Camp, el Tarragonès, el Priorat, el Vallés Occidental, la Selva, el Alt Camp y la Conca de Barberá. ¡Coño!, los de Método 3 lo tenían fácil. Hasta llegar al Informe Mottola de la UE y sus ayudas a este cultivo… y les llegaron 30.000 eurazos en 2007 por un estudio sobre la avellana. Y la cantidad de ingenieros agrícolas que hubieran hecho ese estudio por muchísimo menos. Y seguro que mejor. El 90% de la superficie cultivada en España la tienen los catalanes; y el 87% de la producción. Este dato es reciente; lo he sacado del MAGRAMA, por la cosa de actualizar.

Por aquí cuento que durante la Edad Media se le llamaba Nuez de Avella; decían que venía de Avella, una comuna del Avellino, en la Campania; cercana a Nápoles.

Se decía que el avellano era inmune al rayo… porque bajo una de ellos se cobijó la Virgen María, con El Niño, durante una tormenta…

En toda Europa, central y norteña, tiene que ver el avellano -o la avellana- con la fertilidad. En muchos lugares se llegó a azotar a las mujeres estériles con varas de avellano para hacerlas fértiles… En Islandia se decía que pasear entre avellanos llevaba a curar la infertilidad. En la Volinia ucraniana, menos violentos, las suegras lanzan aún hoy -en el banquete nupcial- a la cabeza de los desposados con sus hijas avellanas y avena para que el desposado cumpla con du papel fertilizador de esposa y campo.

En la Edad Media, por media Europa, lo de ir debajo de un avellano era los mismo que llevar a alguien al célebre pajar mediterráneo. En la Alemania profunda si la familia de la recién casada repartía avellanas al día siguiente era señal de que el matrimonio había sido consumado.

Para los celtas, el avellano era un árbol mágico y la avellana un fruto de ciencia.

Dicen que los buscadores de oro y los zahoríes usan varas horquilladas de avellano para descubrir tanto el fruto de la tierra, el oro, como las corrientes de vida, el agua.

Vamos, que la avellana da mucho de sí. Aunque no sé si tanto como para los 30.000 eurazos de ese estudio.






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