Lo leía en el Diario EL MUNDO: “Dieta mediterránea con aceite yfrutos secos: el mejor aliado cardiovascular”. Se hacía eco de un
trabajo de investigadores españoles publicado en “The New England Journal of Medicine” que asegura que la dieta mediterránea, que ya de por sí es
Patrimonio Inmaterial de la Humanidad
(desde noviembre, 2010; decisión 5.COM 6.41 de Naciones Unidas), acompañada de
generosas dosis de aceite de oliva
virgen extra (que si no es virgen extra… no es aceite, ni es nada) o frutos secos, reduce la incidencia de problemas cardiovasculares un 30%.
Y como uno está ya en edad de hacérselo mirar todo, pues me
he releído la noticia por activa y por pasiva.
Pos que bien. Salvo el caliqueño (que es tan mediterráneo,
digo yo, como la dieta) y el güisqui (que es galés; en mi caso, Penderyn) yo le
pego a la dieta mediterránea de una manera bastante material.
Y así las cosas, en un clima de euforia, me he preguntado:
¿cómo se lo habrán tomado por el mundo mundial?, ¿cómo se lo habrán tomado los
yankees?
El ensayo clínico español, leo, está fetén. Lo han hecho médicos e investigadores de hospitales de
Madrid, Barcelona, Valencia, Sevilla, Vitoria, Palma, Pamplona y Málaga, sobre
unas 7.500 personas de edades comprendidas entre los 55 y los 80 años -todos
ellos con predisposición a enfermedades basculares-, y han concluido que siguiendo una dieta basada en verduras,
frutas, cereales, legumbres , pescado y aceite de oliva virgen extra reduce
hasta un 49% el riesgo relativo de sufrir infarto cerebral o ictus, comparado
con personas que no siguen dietas de este tipo.
Y en los EEUU parecen que se han rendido a la evidencia y
elogian este logro mediterráneo puesto negro sobre blanco por especialistas
españoles. Así, The Wall Street Journal titula
a lo gordo: “La dieta del aceite de oliva mantiene a raya a los infartos” y The New York Times hace lo propio en
las páginas de Salud con un rotundo “La dieta mediterránea adecuada paraprotegerse de ataques cardíacos y apoplejías” y por en medio aparece la
doctora Rachel Johnson, profesora en
la Universidad de Vermont, en Burlington, y portavoz de la American Heart Association (Heart Org) califica de “realmente impresionante” (“really impressive”) el estudio y le echa
flores.
Bueno, bueno, bueno; es que hasta la revista Forbes, la de la lista de ricos y el
Gotha económico y veinte mil cosas más, sale a la palestra con un “¡Olé!”Cómo un nuevo estudio español va a cambiar tu dieta”. Lo del ¡”Olé”! me
ha ganado. Es que hasta Forbes, “la
herramienta capitalista” por antonomasia se me rinde al aceite español y la
dieta mediterránea.
Ahora sólo falta que coloquemos el aceite español en los
anaqueles de las despensas yankees y en los lineales de los supermercados los clientes
encuentren aceite español. Según la Oficina Comercial de España en los EEUU, el
Estado de Nueva York es el que más aceite español consume, pero el italiano es
que se lleva la fama por mucha lana que cardemos por aquí.
Pero que salga España en la prensa de por allí ya es un
puntazo; oleoso sí, pero puntazo.
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