Cuando el Hotel Bali iba por el piso treinta y tantos, Bigas Luna rodaba en Benidorm “Huevos
de Oro”. Aquello fue por la primavera de 1993.
Me viene ahora al recuerdo una vez que he sabido de la
muerte del director de cine.
Andaba yo por 1993 a caballo de los gabinetes de Prensa,
Documentación y Estudios y Relaciones Públicas del Ayuntamiento de Benidorm, y
los “Santos
Juanes” estábamos siempre al quite. “Santos Juanes”, así nos llamó Juan José Bigas Luna a Juan M C, Juan
S y a mí.
De “Huevos de Oro”
tengo algún que otro sucedido.
Cada mañana desde la Productora nos enviaban por fax la
previsión de rodaje, y cada tarde manteníamos una reunión de trabajo. “Facilitarles el trabajo” era la orden
que habíamos recibido.
Bardem interpretaba a un tal Benito González empeñado en construir el edificio más alto de
España… y para eso teníamos en Benidorm el Hotel Bali en construcción. Íbamos
ya por más de la mitad, y todo había que subir por un montacargas de obra que
para mí presentaba una fragilidad extrema. Lo pasé mal, muy mal, el primer día
en que sólo subimos a la 4ª planta una etapa de potencia… y andaban por la
treinta y tantas. Hasta allí subió actores y actrices, y parte del equipo. Ni
que decir tiene que no he vuelto a subir a ninguna de las plantas de esa torre.
Cositas de aquellos días: rehacer parte de los guiones
(porque siempre había una punzadita que nos metían sobre Benidorm) y
reconfirmar exteriores e interiores, como el chaletazo de Sierra Helada con
piscina desbordante sobre el mar o la suite del Mesalina, un club de alterne.
Yo me pasaba el día intercambiando párrafos con Cuca Canals, la guionista… y siempre
nos salían con que era una coproducción España-Francia-Italia para que les
dejáramos un poquito en paz. Es que había un empeño en presentar al concejal de
urbanismo de la ciudad donde Benito
González quería construir su edificio como un corrupto de aúpa… y ni al
alcalde de entonces de Benidorm, ni al concejal de Urbanismo, ni a nadie de
aquella corporación les gustaba aquello. En el guión había mucho sesgo sobre un
Benidorm que hacía relativamente poco había vivido su moción de censura. El
caso es que con buena voluntad, y mucha mano izquierda de los otros dos Juanes
-pues de sobra es conocido que yo carezco por completo de ella-, por ambas
partes arreglamos un poco los diálogos, aunque el trasfondo era el mismo… lo
que hacía que yo me opusiera.
Un día hubo que buscar extras para una fiesta híper mega
excéntrica y elegante; y, obviamente, los encontramos; fue de lo más fácil.
Manuda fauna conocíamos; Bigas y Canals se maravillaron.
Pero no cantemos victoria tan pronto. Otro día, recuerdo,
nos pidieron ¡¡moscas!!, cientos de moscas, miles a ser posible; y moscas que
les dimos. En eso Juan M C se lo curró… gracias a una raspa de melva y una
fresquera en una finquita de aquí al lado les servimos una legión de moscas.
Otra tarde nos plantearon un problema que tenían con los
equipos de niebla que no llegaban… Y nos comprometimos que a la mañana
siguiente a eso de las seis tendrían en Poniente toda la niebla del mundo… y no
veas que amanecer más fantasmagórico tuvimos. Juan José Bigas y su equipo
alucinaban en colores. El caso es que jugábamos con ventaja y la gente de la
mar del Náutico, que aún quedan, nos había dicho que se daban todas
condiciones.
Y así, dos docenas de minianécdotas.
María de Medeiros, Elisa Touati y Raquel Bianca,
especialmente la Touati, siempre estaban en deshabillé por los lugares de
rodaje… y encendían al personal. A Maribel Verdú es que la conocíamos más y
exhibía menos carne entre bambalinas.
Juan José Bigas nos lo explicaba todo antes de rodar; y
nosotros, claro, asentíamos… y a esperar la zancadilla del día siguiente que,
por lo general, hábilmente esquivábamos.
Y llegó el final del rodaje y la fiestecilla que se montó.
Allí nos agradeció todo el esfuerzo.
Especialmente a Juan MC lo de las moscas;
una pasada de cumplidoras y fotogénicas moscas.
La peli, como no, “se estrenó” en Benidorm… y ahí terminó la
relación en con Bigas Luna, con una página en prensa donde la Productora
agradecía a todo el mundo que había intervenido su colaboración. Y ahí
aparecíamos, en ese inmenso listado, los “Santos Juanes”, por nuestra
paciencia.
PD. No aparecen los apellidos de mis compañeros en la “santidad”
momentánea de aquellos días porque no he podido localizarlos para pedirles
permiso, no son aún las 10 de la mañana, son un par de respetables ciudadanos
que han hecho de la política una forma de servicio a la sociedad y yo quiero
así preservarlos.
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