Les contaba hace unos días lo del 1er Congreso de Turismo de
la Comunidad Valenciana (Benidorm, diciembre de 1983) cuando se planteó lo de
la necesidad de la formación profesional
en el sector (en la Comunidad Valenciana) y se reivindicó la creación tanto de
la Escuela Superior de Turismo de la
Comunidad Valenciana, como de hoteles-escuela
y hasta del Instituto de Estudios
Turísticos de la Comunidad Valenciana.
Ni que decir tiene que Benidorm,
sede de aquél congreso, quería quedarse allí mismo con la Escuela Superior de
Turismo… y ahora tiene un CdT (de la Red de Centros de Turismo;
el primero que se construyó) y alberga la sede del INVAT.TUR (Instituto Valenciano de Tecnologías Turísticas) que es
lo que se ha convertido la vieja idea del Instituto de Estudios Turísticos.
La cosa es que, para cuando el congreso (e incluso antes),
Benidorm estaba en lo de conseguir un hotel-escuela. Era un viejo sueño. Y hasta
se hablaba de tener un clon en Cuba e
intercambiar experiencias antillano-mediterráneas entre Benidorm y La Habana. Y
se luchaba porque las distintas Administraciones del Estado, las que fueran,
pusieran los duros necesarios para hacerlo realidad. Y hasta se cedieron
terrenos. Y hasta se hizo un proyecto para una edificación de 8-10 plantas que
pudiera albergar aquella idea.
Bien entrados los años ochenta hasta se comenzaron las
obras; sólidos cimientos para una construcción que no terminó de levantar 3
alturas… y que con el tiempo se convirtió en el primer centro de una red de
centros similares en la Comunidad Valenciana.
Soñando un futuro turístico esplendoroso con personal
profesional muy bien formado iban pasando los días. Y en esto que llega el conseller
de Trabajo de entonces, Miguel Doménech,
y dice que lo que se construía en Benidorm iba a ser una Escuela de Formación Profesional Ocupacional.
¡La jodimos! Ayes y lamentos, dimes y diretes, por doquier;
un ejército de plañideras recorría los estamentos de la ciudad. Casi todo el
mundo se preguntaba: ¿cómo se le puede hacer esto a Benidorm?
Un conflicto de proporciones descomunales estalló. El
Ayuntamiento vendiendo por doquiera que iba su Escuela de Hostelería, ya ni siquiera hotel-escuela, y la malvada Consellería de Trabajo rebajando el
nivel. Para agravar la cosa, desde Valencia se remitió un comunicado a los
Medios locales donde se leía muy a las claras lo de “formación ocupacional”: “formación a parados”, ¿qué se habían
creído?
Es más, hasta el director general de Turismo de entonces, Miguel Mairena, se deja caer por
Benidorm, a finales de 1990, y dijo que la Consellería de Industria, Comercio y
Turismo sólo contempla la construcción de Centros
de Turismo en las ciudades de Valencia,
Alicante y Castellón. Mairena, copio de mis notas, “eludió por dos veces la respuesta
de qué hacer con Benidorm” y se remitió al futuro Centro de Alicante
como el único en la provincia, y que se estudiaría la organización de cursillos
en algunos hoteles de Benidorm. En la gestión del Centro de Alicante revoloteaba
el Instituto Cavanilles de Altos Estudios Turísticos.
Es más, un Mairena muy guerrero dijo que trabajaban por
poner en marcha la Escuela de Turismo de la Generalitat en consonancia con
alguna de la Universidades existentes, y no en Benidorm. Que en Benidorm actuaba la Consellería de
Trabajo. Aquello levantó ampollas.
En FITUR’91, con las katanas afiladas, chocaron colectivos
de Benidorm y estructuras del Consell. De regreso a la terreta, la Generalitat instó una reunión Ayuntamiento-Dirección
General de Turismo; hasta el mismísimo presidente Joan Lerma hizo acto de presencia. El conseller del ramo turístico,
Andrés García Reche, pasaba muy
mucho de Benidorm desde el “boicot” benidormense a la marca “paraguas” Mediterrània.
Había elecciones a la vuelta de la esquina y había que darle vida a una
estructura de hormigón armado en la que se habían enterrado, se decía, cerca de
400 millones de pesetas.
De aquella reunión salió que lo de Benidorm aún iba a ser
cosa de la Consellería de Trabajo, pero que habría “Escuela de Hostelería”.
Y antes de las elecciones de 1991 se colocó una “primera piedra”, en un edificio que ya
coronaba su tercera y definitiva planta, anunciándose a bombo y platillo que
desde Trabajo (Consellería o
Ministerio, de donde fuera) se invertirían 300
millones de pesetas para terminar y equipar el nuevo centro. Y allí mismo se
pidió opinión a los profesionales, de ceño asombrado y fruncido, para saber
cómo debían ser las cocinas, las aulas y las dependencias que necesitaran. Todo
estaba muy fresco y querían colaboración para poner en marcha en el curso
1992-93 una Escuela de Hostelería que dispondría hasta de un restaurante. En el
mismo acto se quedó para constituir un Patronato rector al efecto.
Benidorm debería olvidarse de su aspiración de hotel-escuela
de 80 habitaciones y centrarse en la nueva propuesta. Y allí mismo todos
asintieron. En las semanas siguientes hubo un trasiego de contactos y firmas de
convenio, siempre con la Consellería de Trabajo.
Lo de aquél acto de la primavera de 1991 fue una fiesta;
tanta fiesta hubo que algún hotelero de raza y con poderío económico dijo en
voz alta: “¡Que no hemos renunciado a la Escuela Superior de Turismo!”. Y
casi le da un muere a alguna autoridad presente.
Con el tiempo aquella construcción (1995) pasó a ser Centre de Desenvolupament Turístic y
luego la letra “D” mayúscula pasó a
“d”
minúscula como Centre de Turismo… y
esa es otra historia…
No hay comentarios:
Publicar un comentario