Isidro Gª de Sabadell |
Se llamaba Isidro
García Hernández; había nacido en Sabadell en 1917 y nos dejó en Benidorm
en 2005. Para todos era García de Sabadell. Porque él
llevaba a gala haber nacido a la vida y al mundo de la comunicación en Sabadell y en Radio Sabadell EAJ20.
Isidro me nombró, un buen día, Cavaller de la Barretina. Y tengo mi
barretina.
Los Cavallers de la
Barretina se integraban en la Lliga
Internacional dels Cavallers de la Barretina que se fundó en Sao Paulo
(Brasil) en 1958. Isidro ha sido un andarín y hay Cavallers de la Barretina por España, Brasil, México, Puerto Rico y
los Estados Unidos (California y Florida). Allá donde Isidro iba, cavallers que nombraba. El primer “aplec” se hizo en la capital Paulista
bajo los ecos de su programa radiofónico “Aires de Catalunya” que cada día
sacaba a las ondas Isidro.
¿A que nos obliga lo de ser Cavallers de la Barretina?
Pues… “a usar la barretina en sus actos, ¡¡a saber beber en
porrón!!, a difundir algún elemento del seny
catalán (en mi caso fue por la defensa del cava, del vino gris, del vinun titellans), a comprometernos a
aprender catalán en los próximos cien años (aún me queda tiempo), a no hablar
de política ni de fútbol en las reuniones de la Lliga, y a respetar la religión
de los demás”.
La barretina, contaba Isidro por activa y por pasiva es “peça honorable” del pagés catalán. “Demuestra la
nobleza de la gente que trabaja su tierra”, repetía. Y siempre contaba que
un pagés podía comparecer ante reyes
sin descubrirse, dado que eran considerados buenos trabajadores de la tierra y,
por lo general, “braus guerrillers”.
Y en cuanta sacaba a relucir lo de guerrilleros, enseguida sacaba a pasear a
los Almogávares y los somatenes (institución original de Cataluña de carácter
parapolicial para la defensa de la tierra, desde el siglo XI), pero de los del Sometent Armat de la Muntanya de Catalunya,
insistía él, cuyo lema es “Pau, pau i
sempre pau”; nada que ver, repetía, con el somatén de los años 40 y 50. Él
vivía en su poesía y siendo notario de la actualidad turística que veía.
La sede de la Lliga
estaba “La cueva de Montesinos” de la
Casa-Museo
de Pedro Delso, en Alfaz del Pi; donde decía el propio Delso que allí “las lunas no cambian de nariz”. La Lliga nunca tuvo directivos pero nadie
ponía en duda que Isidro era el epicentro y alma mater.
Sí tuvo la Lliga
un Consell que integraron el propio
Isidro, Pedro Delso Rupérez, Francisco Coello Such, Juan Portolés Juan, Roque
Fuster Llorca, Toni Ferri Verger, Josep Perles Castell, Luis-Colombo Fernandéz
Durá y Miguel Alberto Martínez Monge.
Ya en los años 90 Isidro amplió la Lliga y comenzaron a aparecer “pubilles
de la barretina”.
A la muerte de Isidro, se acabó la Lliga Internacional de Cavallers
-i Pubilles- de la Barretina. En marzo de 2009 se le tributó un
homenaje al que se unieron la AAPET
(Asociación Alicantina de Periodistas y Escritores de Turismo), de la que fue
miembro activo, y la FIJET
(Fedération Internationale des Journalistes et Ecrivaisns du Tourisme). Su
programa Radio Turismo fue uno de los grandes de los años sesenta y
setenta, aunque el Premio Ondas le
llegó en 1974 por “Ondas de España y
Sudamérica”. Fue Isidro Cruz del Mérito Social (Estado de Sao
Paulo, Brasil), Cruz al Mérito Civil
(Gobierno de España, 1967), Medalla de
Oro del Mérito al Trabajo (1974) y
Diploma de Honor de Marsella.
Nació en Sabadell e hizo amigos allá por donde pasó.
Escribía en periódicos hispanos Puerto Rico, California y Florida, y en
aquellas páginas que remitía a la AAPET para justificar su actividad
periodística había anuncios increíbles, incluso del FBI: “Hágase agente del FBI”, con un dibujo del Tío Sam y su dedo índice
apuntándote. Y mientras, en la misma página él contaba lo buena que están la escudella… y el fricandó… y el xampany ,
y els carquinyolis… cuando no se
arrancaba por unos versos o una cançó.
También hay que decir que en alguna ocasión citar su nombre
nos provocaba desazón; como rapsoda nos ponía de los nervios, no tenía fin. Y
después de cada cita de la AAPET se le removía el seny… y más de un día le dejábamos solo.
Adéu-siau,
Isidre.
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